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Violencia de género en Granada
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Violencia de género en Granada
«Mi maltratador nunca me pegó, pero me dejó destrozada»«Los maltratadores se han vuelto sofisticados y saben cómo saltarse la ley pero que no haya forma de cogerlos. Estudian cómo agredirte de otra forma para dejarte al límite con formas de maltrato que no están tipificadas». María habla claro, sabe bien de lo ... que habla. Es una víctima de violencia de género y cree que la sociedad se olvida de ellas una vez que pasa el 25 de noviembre, Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, que se celebra este lunes.
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El caso de María se resume en un ataque psicológico «a lo bestia». «Mi maltratador nunca me pegó, pero me dejó destrozada», admite. Le rajó las ruedas del coche, le quitó las luces de casa, arrancó las puertas, quemó su ropa, le cortó todos los árboles de su huerto, una de sus pasiones. «No tengo ni mi certificado académico. No es el típico que te deja morados o sangre, te destroza de otra forma. Me declaró la guerra», resalta. El maltrato, como ocurre en bastantes casos, pasaba por hacerla creer que estaba «loca» y nadie la tomaría en serio. «Me decía que la Guardia Civil sabía cómo era yo para hacerme creer que si denunciaba no iría a ningún lado», recuerda. También ha sufrido violencia económica, teniendo que «pagarlo todo», y con el temor a ser embargada.
En uno de estos episodios «se le fue la cosa de las manos» e incurrió en delito. Así fue como logró una orden de alejamiento, pero cualquier día, dice, puede ir a matarla. «No tiene pulsera y para mí es peligroso. Cuando cortaba los árboles de mi huerto me puse en medio para evitarlo, y él me miraba fijamente con la motosierra encendida. Me transmitía que peligraba mi vida», resalta.
El desgaste psicológico llega a tal punto que está obsesionada cuando se cruza con un motorista, ya que su expareja circulaba en una. «Sé que se ha saltado la orden de alejamiento viniendo por mi casa en moto con el casco puesto. Cada vez que veo una me entra pánico. Me vigila y sabe mis pasos», asegura. También es víctima de la lentitud del sistema. Tiene varios juicios pendientes. «Llevo tres años y medio esperando una condena», lamenta.
No tiene hijos, pero muchas de las mujeres en una situación similar a las que ha conocido estos años sí tienen descendencia, y sufren «aberraciones». «Un maltratador no puede ser un buen padre. Si agredes a un niño estás agrediendo a su madre», afirma.
María critica que la sociedad «banalice» una lacra como esta y no le de la importancia que merece. Incluso en sus vecinos percibe que prefieren no involucrarse en el tema por si salen mal parados. Sin embargo, considera que la ley actual «no funciona, porque no protege a las mujeres y sigue habiendo asesinatos». «Es muy grave. Estamos vivas hoy, mañana no se sabe. Hablamos por las que están muertas, que ya no pueden venir a contarlo: necesitamos que nos ayuden de verdad», manifiesta. Después de años conviviendo con esta realidad, admite que ahora está bajando «un poco la guardia» y recuperando la calma perdida, pero no vive en paz. «Puedo relajarme, pero siempre estoy atenta, mirando alrededor», concluye.
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