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Granada tiene mucho que ganar y mucho que perder con el olivar. Y después de dos campañas más que aciagas, parece que esta no pinta mal del todo. Las 103.300 toneladas de aceite de oliva que se fabricarán este año, un ochenta por ciento ... más que en el ejercicio anterior, no solo llenarán las bodegas de las cooperativas y abastecerán las estanterías de los supermercados a unos precios más razonables, sino que traerán trabajo. Hacen falta muchos brazos para recoger las 516.500 toneladas de aceitunas que se han generado estos doce meses en las 208.835 hectáreas olivareras de la provincia. Las expectativas son positivas.
Si extrapolamos los cálculos de la oferta de mano de obra para Andalucía que aparece en el aforo de la Junta a la realidad del sector en Granada, esta cosecha, que se iniciará la semana que viene para el segmento 'premium', se ofrecerán 1,7 millones de jornales entre recogida –la parte del león–, molturación y otras tareas en el campo. El incremento es sustancial respecto a la temporada precedente, cuando se contabilizaron 950.000. Y en este punto conviene hacer una acotación importante. Hablamos de lo que se necesita para varear las 516.500 toneladas de fruto que hay en los árboles, no de días realmente declarados.
Se trata, sin lugar a dudas, de una gran noticia. En primer lugar, para los temporeros. Si tenemos en cuenta que una jornada, de seis horas y media –incluida una parada de treinta minutos para reponer fuerzas–, se cotiza a unos 55 euros, el importe global superaría los 93 millones de euros. Dinero contante y sonante para decenas de miles de familias temporeras de Granada. Además, con unos volúmenes de producción como los esperados en Granada –estamos muy lejos, en cualquier caso, del récord de 150.898 toneladas de 2012–, los perceptores del subsidio agrario no tendrán muchos problemas para sumar las 35 peonadas. O lo que es lo mismo, 480 euros al mes durante seis meses.
Los datos
103.300 Según el aforo del olivar de la Junta, Granada tendrá esta campaña una producción de 103.300 toneladas.
93 Los jornales que se ofrecerán esta cosecha en la provincia generarán unos ingresos de 93 millones de euros.
20% Se calcula que la aceituna tendrá esta campaña un aprovechamiento graso del veinte por ciento.
Pero hay una segunda lectura tan interesante como la primera.Si en los hogares entran más euros, la economía en general se ve muy beneficiada. En Granada hay 44 municipios, sumando las comarcas de los Montes Orientales, el Poniente y el Temple, cuya riqueza depende de la oleicultura en mayor o menor medida. Los bares y los comercios tienen más y mejores clientes. Se renueva el parque móvil y también mejora la inversión en modernización de maquinaria. Hay, en definitiva, más alegría a la hora de gastar y consumir.
Esta coyuntura se debe, básicamente, a que las condiciones meteorológicas han sido propicias. Ha llovido y, además, lo ha hecho en momentos críticos para el desarrollo vegetativo. Sobre todo en febrero, marzo y abril. Las dotaciones de riego también han permitido los aportes de humedad necesarios para los periodos más calurosos –los pantanos están siente puntos por encima que hace un año–. Y el otoño también está trayendo, por ahora, bastantes borrascas.Las últimas precipitaciones, las que desbordaron las ramblas en Guadix y Baza, han venido un poco tarde, pero contribuyen a que el proceso de lipogénesis –lo que los agricultores llaman el 'engorde'– se realice con más fuerza.
La Consejería de Agricultura ha estimado un aprovechamiento industrial de un veinte por ciento. Es decir, de cada cien kilogramos de aceituna, veinte serían grasa. No hablamos de un rendimiento excesivamente alto, pero tampoco es de los peores. En las fincas de riego los calibres son sensiblemente mayores que en las de secano, aunque estas aguas previas a la recolecta tienen un efecto favorable.
Las primeras cuadrillas estarán ya dando varazos en los próximos días. ¿El objetivo? Obtener oro verde de categoría delicatessen que se pueda vender un poco más caro. La previsión es que la actividad se generalice en las explotaciones en la última semana de noviembre y primera de diciembre.
José Rodríguez tiene 61 años y lleva cincuenta acudiendo todos los días a sus olivos en Iznalloz. No oculta su sonrisa al recordar aquellos días de faena, a finales de los setenta, cuando él, sus hermanos y sus padres se levantaban temprano para ir al campo en aquel viejo Citroën Dyane. «Nos metíamos los seis, sin que nos vieran los civiles», dice entre risas. «Los mayores manejaban las varas y los niños cogíamos las aceitunas del suelo», rememora.
Eran otros tiempos. La finca pasó de los abuelos de José a sus padres. Después la heredó él.Quinientos árboles de entre treinta y setenta años en el Llano de la Valentina, desde donde se ve, imponente, la Sierra de Arana. Ahora ya 'vela armas' antes de empezar la cosecha. Si el tiempo lo permite, la faena arrancará a finales de noviembre. «Cada vez nos estrenamos un poco antes para lograr un mayor cantidad de virgen extra, que se cotiza mejor en los mercados», confiesa.
Escuchándolo, atentamente, dos de los jornaleros de su cuadrilla, Mariano y Francisco Javier, dos generaciones de temporeros. Ambos se marchan todos los años a Francia para trabajar en la cereza y la uva, y ambos se enrolan luego en la aceituna, donde laboran entre diciembre y febrero. «Este año alcanzamos treinta y cinco jornales sin problemas», dice Mariano. «Ojalá pudiésemos quedarnos siempre aquí», confiesa Francisco Javier.
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