Empezó su aventura más allá de nuestras fronteras en la Borgoña francesa. Allí trabajó en una asociación de servicio a domicilio para niños discapacitados, pese a que no hablaba «ni papa de francés». Sin embargo, le puso todo el empeño del mundo. «Al principio fue bastante duro porque no entiendes nada y llegas a casa cada día con dolor de cabeza... Pero te acabas adaptando en un par de meses. Además, los nenes que trataba me enseñaban palabras y expresiones, y también contaba con el apoyo de mi actual pareja, a quien conocí allí».
Poco más tarde se mudó a Dunkerque y al cabo del año acabó en una pequeña isla africana llamada Mayotte, junto a Madagascar. «Aprendí cosas muy interesantes y traté pacientes con enfermedades que hoy en día raramente se ven en Europa, como la lepra o la tuberculosis. Después di un cambio radical y me mudé a Escocia, y tras una temporada allí me fui a vivir a Neuchâtel, en Suiza».
Andaluces por el mundo (en pandemia)
En plena pandemia, Benjamín revela que en Suiza los fisios tienen «una gran responsabilidad porque somos los que controlamos los parámetros de la ventilación de los pacientes e incluso nos encargamos de su extubación». Además, las buenas condiciones económicas han permitido que haya podido abrir su propia clínica privada, «¡algo que vería impensable en España!». Cuenta que los seguros pagan unas 20 veces más por sesión que en nuestro país. «Sí, la vida es mucho más cara aquí, pero no es 20 veces más cara... Esto permite que puedas dedicar mucho más tiempo a cada paciente, y puedas realizar tratamientos de calidad», precisa al respecto.
Esta admiración y respeto por su profesión «hace que no dan ganas de volver, ¡y eso que lo echamos muchísimo de menos!». Eso sí, confiesa que intenta regresar a Granada esporádicamente «todo lo que podemos, pero no es fácil ahora con el covid». En este sentido, desvela que en Suiza las medidas no son tan duras como en otros países, pero aún así hay restricciones. «Por ejemplo, nunca ha habido un confiamiento total, la gente siempre ha podido salir de casa sin problema y la mascarilla no es obligatoria en la calle. Sí que lo es en sitios públicos como el tren o los supermercados. Además, se han cerrado restaurantes, bares, gimnasios... La verdad es que durante un tiempo la situación estuvo bastante mal, los hospitales llegaron a estar completitos y había gente que echaba en falta medidas más duras. Ahora está la cosa un poco más calmada, pero sigue todo cerrado menos tiendas de primera necesidad».
Andaluces por el mundo (en pandemia)
¿Estás lejos de casa viviendo la crisis sanitaria? ¿Conoces a alguien en estas circunstancias?
Ponte en contacto con el siguiente correo: cbalboa@ideal.es
Rememorando el confinamiento de marzo, el granadino observaba la situación en España y se sentía «suertudo de estar aquí y poder pasear por la calle sin problema o ir a las montañas y lagos preciosos con los que cuenta Suiza, que algunos son simplemente de cuento. Pero por otro lado hablaba con mi familia y amigos y veía que lo estaban pasando mal y se me quedaba una sensación extraña... Era raro ver como a unos cuantos kilómetros la situación puede ser tan diferente», recuerda.
Benjamín confía en que «la vacuna haga su efecto y todo pueda volver a la normalidad lo antes posible» y confiesa uno de sus mayores deseos: «Ojalá esta situación haya ayudado a que en España se den cuenta de que los profesionales de la Salud son muy necesarios; puede que empiecen a valorarnos más y nos podamos plantear volver con unas condiciones de trabajo dignas».