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El 18 de noviembre, dos albañiles y la Policía Local quisieron acabar con el calvario de Antonio López, un vecino del Realejo, tras diez meses aguantando suciedad, ruidos de día y música de noche. Desalojaron a los okupas que eran foco de esos problemas y ... tapiaron la casa que hicieron suya en la calle Molinos. Pero el problema no terminó ahí:se han mudado a unos metros, a la casa de enfrente.
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Y la situación es la misma que relató Antonio López a IDEAL el pasado 10 de noviembre, unos días antes del desalojo. La única diferencia es que, ahora, la víctima es su hermana. «Esto es una pesadilla. Nos persiguen los okupas y es un horror. Mi hermana tiene una señora mayor que vive con ella, y aguantan las fiestas, la música por la noche. Es una pesadilla. Yel piso de abajo lo tienen alquilado a un muchacho que se está planteando que si los okupas siguen allí, se irá. Mi hermana, además de vivir amargada, va a perder hasta al inquilino», cuenta López.
El desalojo y el tapiado de la vivienda fueron una sorpresa. No estaba avisado. Ocurrió mientras atendía a una de las televisiones que se han interesado por su situación. «De pronto me encontré allí a la Policía, a albañiles, un cargamento de ladrillos...» La esperanza para una persona que tuvo que dejar de utilizar su sótano –donde tendía ropa, leía, o componía música– porque la ventana daba al patio donde los vecinos echaban su basura.
Urbanismo había emitido una declaración de ruina del inmueble, que obligaba al propietario de la casa a tomar medidas para asegurarla. Cuando se personaron allí la Policía Local y los albañiles que tapiaron ventanas y puerta –aún siguen allí algunos de los objetos que colgaron de la fachada, como un peluche con forma de serpiente– solo había una persona en el interior de la vieja vivienda, que salió corriendo nada más ver el despliegue.
Es el joven que está acusado de tentativa de homicidio. Lo detuvo la Policía Local por dos presuntas agresiones:una con un cuchillo a un camarero del Campo del Príncipe y otra con un hacha a un policía nacional fuera de servicio. Ocurrió el 3 de noviembre. El arrestado, de 32 años, tiene nacionalidad española. Ahora están instalados en Molinos 21, una casa que según los vecinos no llevaba mucho tiempo vacía.
Los vecinos enmarcan el problema de las okupaciones –en esta vivienda y en al menos otras tres del barrio, en Rejas de San Cecilio, en Plegadero Alto y en Plegadero Bajo– en el clima de inseguridad que viven desde hace unos meses. El presidente de la asociación de vecinos del Realejo, Alejandro Corral, ha trasladado esta situación, en varias ocasiones, en las juntas municipales de distrito. Y siguen las quejas.
Los residentes apuntan al Campo del Príncipe como un foco de delincuencia. «En el Campo del Príncipe hay mucha inseguridad, y droga. Y mientras, hay una decena de bares que pagan impuestos carísimos por tener terraza», resume AntonioLópez. Pandillas que consumen alcohol y droga en los bancos de la plaza, compraventa de estupefacientes, música, suciedad... El mismo panorama de la casa okupa, pero trasladado a la vía pública.
Antonio López se ha librado del problema que afectaba directamente –pared con pared– a su vivienda.Pero seguirá movilizándose ante los medios de comunicación, ante la Policía y ante el Ayuntamiento, para que se resuelva la situación que ahora hace la vida imposible a su hermana. «Yo quiero resolver el del barrio, porque nos lo están haciendo polvo entre okupaciones, drogas, los chorizos que hay. Es una pena.Con lo que ha sido el Realejo...»
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