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Al sol le quedaba aún un buen rato para asomarse cuando se desplegaron los primeros agentes, tanto en Granada como en Loja. Bajaron de los ... vehículos policiales perfectamente coordinados, con el rostro oculto tras pasamontañas y armas en las manos. Las actuaciones debían ser rápidas y discretas, bajo la oscuridad y el silencio de la noche. Así fue. Más de medio centenar de agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional llevaron a cabo durante la madrugada del jueves una macroperación conjunta contra el tráfico de armas en la provincia. La intervención se prolongó hasta mediodía en el caso de la capital.
La 'Operación Topera-Tuti' está bajo secreto de las actuaciones, pero el subdelegado del Gobierno, José Antonio Montilla, resumió ayer que la intervención se saldó con 23 armas intervenidas –18 cortas o fusiles y 5 armas largas–. La mayoría fueron incautadas en el distrito Norte, según ha podido saber este periódico. Además, hubo tres detenciones y se está buscando a una cuarta persona relacionada con los hechos. Todos son varones. Hubo seis registros en Loja, cuatro en Granada capital y otro más en Moraleda de Zafayona, relacionados con estos hechos.
Entre los detenidos hay un hombre de unos 25 años y otros dos que rondan la cincuentena. El cuarto, que está en búsqueda, ronda también los 25 años. Los cuatro tienen lazos familiares entre ellos y se dedicaban al tráfico y venta de armas a bandas relacionadas con el narcotráfico y a clanes familiares. Ya contaban con antecedentes policiales.
La investigación lleva meses en marcha y en la fase de intervención de ayer se produjeron once registros. En Loja se efectuaron en viviendas de la zona donde confluye el barrio de la Alfaguara con el de la Alcazaba. En Granada se produjeron en las inmediaciones de Merced Alta, en Almanjáyar, así como en el entorno de Molino Nuevo, en el distrito Norte. La mayor parte de las armas aparecieron en este distrito, escondidas bajo tierra.
Según ha podido saber este periódico, el zulo en el que estaban ocultos los paquetes con las armas tenía varias plantas. Era necesario descender dos tramos de escalones y además contaban con una especie de cueva, en un tercer nivel bajo tierra, que usaban a modo de galería de tiro para comprobar el buen funcionamiento de las armas.
De esos zulos sacaron varios paquetes para ser analizados posteriormente en las dependencias de la Policía Nacional, ya que se encontraron en su demarcación. La llamada 'Operación Topera-Tuti' arrancó varias horas antes de llegar a esos zulos.
El reloj marcaba poco más de las 5.15 horas cuando los jefes dieron luz verde. Los primeros registros en Loja y Granada (Merced Alta) se llevaron a cabo de forma simultánea. En el municipio lojeño inspeccionaron varias viviendas, algunas vacías, donde incautaron diverso material. En uno de los domicilios la puerta había sido forzada. Un escudo antibalas permanecía apoyado junto a la puerta, señal inequívoca de que las unidades de élite estaban allí. En otro no hizo falta, dentro había varias personas. Permanecieron sentadas en el sofá, siguiendo las órdenes de la Benemérita. Algunos de los inquilinos lloraban, quizá porque sabían que no tenían escapatoria. Todos los domicilios fueron custodiados durante horas por agentes, tanto del GAR como de la Usecic, hasta que la autoridad judicial dio por concluidos los trámites.
«Que vengan los perros a rastrear, que vengan», señalaba un agente por teléfono a su compañero. Eran las 7.22 horas. El servicio cinológico estaba preparado para dar apoyo en Loja. Las calles estaban tomadas por las autoridades. Habían cortado el acceso por la calle Real. En el barrio de la Alfaguara y la Alcazaba había agentes en cada esquina y cada plaza. La oscuridad era total y solo en aquellas viviendas en el punto de mira se apreciaba luz, la señal más clara de que se estaba produciendo un registro.
La actividad era intensa dentro de las casas. Fuera, prevalecía la calma. Las persianas estaban bajadas y ni un curioso se asomó. No fue hasta las 8.00 horas cuando alguna que otra vecina salió a barrer su puerta y miró de lejos a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pero fue la excepción. Como curiosidad, una vecina vio pasar a un agente de Policía Nacional con chaleco reflectante, al que no identificó. Creía que era un vecino cuya indumentaria llamaba la atención y le dijo: «Ten cuidado, que te va a parar la Guardia Civil». El policía rió para sus adentros.
A 54 kilómetros de allí, acababa un dispositivo y comenzaba otro. Ya entrada la mañana los agentes ponían el foco en las inmediaciones de Molino Nuevo. Si en Loja la inmensa mayoría de efectivos eran de Guardia Civil, en la capital, por demarcación, eran de Policía Nacional. Más de veinte agentes inspeccionaron un descampado en busca de material comprometido. Emplearon detectores de metales para localizar las armas, así como palas y picos para llegar hasta ellas. Desenterraron varias y las incautaron y trasladaron a dependencias policiales.
Los agentes analizaron el terreno de forma minuciosa y se centraron en varios rincones. En uno de ellos había una especie de chabola; en otro, tierra amontonada desde hace tiempo. Tras desenterrar diversas armas, estuvieron fotografiándolas y documentándolo todo. También participó la Policía Científica. Después, llevaron diversas cajas a los vehículos. Las armas fueron trasladadas a dependencias policiales, donde se desembalaron para inspeccionar el interior y buscar vestigios de huellas que pudieran delatar a los implicados.
Conforme la mañana avanzaba, el trabajo de las autoridades estaba más cerca de llegar a su fin. Algunos, los que se desplazaron desde otras provincias, llevaban en pie desde la una de la madrugada. Fue una jornada larga, pero reconfortante. Concluyó con el buen sabor de boca de que la macroperación culminaba con buenos resultados.
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