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No hay peor enemigo que uno mismo. Que una cabeza que se hace dueña de la voluntad. Que un pensamiento repetitivo y machacón que se ... sale con la suya. Una ducha que dura 16 horas de la que no se puede salir. Rezar 500 padrenuestros temiéndole al dolor. Comer magdalenas siguiendo una secuencia matemática. Acumular relojes caros. Pensar en la muerte como la única salida de la cárcel mental. Tener la llave de la celda. Echar siete cerrojos. El autoinfierno. El desastre de creer que la irracionalidad es lo más razonable. El tormento en forma de yo.
Monachil se ha convertido en lugar de peregrinaje para las personas afectadas por el TOC. Allí está la única asociación de España dedicada exclusivamente a eso. Un salvavidas cuando el agua llega al cuello. El trastorno obsesivo compulsivo va llenando el vaso hasta un día que no se puede más. Entonces se grita socorro, se pide ayuda, se busca la terapia.
La asociación TOC granadina lleva once años ayudando a las personas afectadas por este trastorno a salir del pozo. Hasta que no estiran la mano, otra no les puede agarrar. Nadie tiene ni idea de que se está así de oscuro ahí abajo. Unos 2.000 afectados han pasado por allí. Hay lista de espera para tratarse, para adquirir las herramientas.
Aurelio López Reina fundó la asociación TOC Granada tras un mazazo. La muerte de su hijo le empujó a darles la vida a los afectados con un centro integral, intensivo y exclusivamente dedicado a este trastorno para poder recuperarse. En vez de meterse en la cama y dejarse ir, buscó una motivación para que la pérdida de su hijo –que padeció un trastorno obsesivo profundo– cobrase algún sentido. Ayudar a otros. Mirar a la cara a personas con su trastorno y echarles un cable para salir de los pensamientos laberínticos y las compulsiones incontrolables devolvieron la vida a Aurelio mientras él impulsaba estos renaceres.
Se llamaba José Carlos, tenía 32 años y no pudo más con el peso que llevaba a cuestas a pesar de que su familia había buscado remedio. Aurelio empezó a notar en el niño unas pequeñas cosas extrañas como, por ejemplo, pulsar un timbre con tres dedos o ir andando, pararse y mirarse la suela de los zapatos. Después de una vida de tratamientos, este joven perdió toda la esperanza.
«¿Por qué no creas lo que tantos años buscaste para tu querido hijo y no encontraste porque no existía?», pensó este empresario, que se retiró del mercado para fundar la asociación. Una entidad que aparece en redes sociales y enciende la bombilla de quienes sufren en silencio y están en esta telaraña pegajosa.
Aurelio López Reina
Fundador y presidente de asociación TOC Granada
«Aquí en frente hay kilómetros y kilómetros de pinares. La gente cuando viene me dice, Aurelio, ¿dónde está la farmacia? Y le digo, para arriba, a 300 metros», expresa el presidente de la asociación. En Monachil tienen la sede y el centro sanitario donde las psicólogas trabajan en sesión con los afectados. En el centro de alojamiento y sanitario viven simultáneamente 19 personas que tienen que recibir estos cuidados intensivos porque han tocado fondo. Y después hay 50 personas más que viven en pisos de la asociación, independientes pero cuidados, que llegan de Estados Unidos, de México, de Perú y, por supuesto, de toda España. En ese tipo de tratamiento están hasta un año. Después muchos se quedan a vivir en Monachil porque esto no se cura pero se controla. «Yo creo que debe ser el pueblo de España donde vive más gente con TOC», cuenta Aurelio López.
«Tenemos por un lado la sede y el centro sanitario, donde están también los talleres, hay cafeterías para los pacientes, y luego tenemos este centro de alojamiento y sanitario, también para el TOC, donde cada uno tiene su habitación, y luego, hacen muchas actividades como si fuese un club social», narra el fundador y el alma de la asociación.
En Monachil, en el antiguo hotel Los Cerezos, está el centro de ingreso de esta asociación. Allí todo brilla, huele bien, hay miradores, estancias agradables, sala de masajes, gimnasio, comedor... todo está pensado para olvidar el ruido de fuera y apagar el ruido de dentro. Por la mañana, las personas que están allí por tratamiento tienen sesiones con la psicóloga, exposiciones a situaciones complicadas que disparan los TOC. También hay talleres y terapeutas para cuando las tareas más sencillas de la vida como comer o levantarse se complican. Todos padecen el TOC. No es solo lavarse las manos compulsivamente. Es algo más profundo para lo que hay que trastear los cimientos, cavar. Buscar las herramientas para ganarle el pulso, acordarse de emplearlas cuando la compulsión llama a la puerta. En Monachil, la asociación tiene también un centro de investigación. Se toman muy en serio los avances.
Noelia Hernández
Psicóloga y coordinadora del equipo técnico
Noelia Hernández, psicóloga y coordinadora del equipo técnico, explica cómo las personas con TOC llegan al tratamiento en el punto álgido. «Suelen llegar a nuestro centro cuando las compulsiones se convierten en una rutina diaria y en un sufrimiento bastante importante y limitante para la persona», comenta.
No venden milagros. Solo una terapia intensiva que puede ayudar a convivir con el TOC. «Ojalá pudiéramos ayudar a todo el mundo. Hay diferentes factores que hacen que eso no pueda ser posible. La gran mayoría se van con un porcentaje muy alto de gestión del TOC, con una recuperación bastante importante e incluso hay algunas personas que se van asintomáticas son las menos», apunta Noelia que siente que ayudar a estas personas siempre es gratificante. Noelia ha inventado unos 'medicamentos' que consisten en consejos para superar el TOC y superarse poniendo voluntad. «Hay horarios terapéuticos. Siempre decimos que es un hotel para hacer referencia a que no es un psiquiátrico ni un centro en el que no se puede entrar y salir. Hay supervisión psicológica y talleres para impulsar la creatividad y la motivación personal», expresa.
Los que han pasado por allí consideran a Aurelio, Noelia y el resto de terapeutas como su familia. Los afectados, sus hermanos. Los lazos se atan fuertes en este espacio al que llegan cerca del abismo y que con terapia y cariño, reconducen y dan pasos hacia tierra firme.
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