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Los pilotos de la Unidad Aérea de la Guardia Civil trabajan de sol a sol, porque el helicóptero puede volar mientras hay luz natural. Pero la experiencia ya les ha enseñado que la 'hora crítica' es a mediodía. «Hemos comprobado que es el momento en que suelen entrar las llamadas para rescates, no falla», explica Carlos Gómez, uno de los cinco pilotos que forma la plantilla de la unidad en Granada, compuesta por diez personas en total, incluidos los especialistas en mantenimiento. Acumulan ya casi 12 años de experiencia, desde que en noviembre de 2011 se creara este servicio en Andalucía Oriental. Pero la Guardia Civil celebra en este año el cincuenta aniversario de la llegada de los pilotos a la Benemérita.
En el caso de la unidad con base en Granada están muy especializados en rescates en montaña, por la proximidad de Sierra Nevada. Pero prestan apoyo para todo tipo de tareas en toda Granada, Jaén, Almería, Córdoba y la zona interior de Málaga. «Ayudamos al Seprona a buscar vertidos o construcciones ilegales, a Seguridad Ciudadana en grandes eventos, apoyamos en la localización de personas y también a detectar plantaciones de marihuana», repasa David Fernández, sargento primero y piloto también de la unidad. Este verano también se suman en el litoral a la seguridad de las zonas más turísticas y de apoyo en el mar para detectar motos de agua o embarcaciones que no cumplen las normas. Un grupo de agentes que todo lo ve.
Un equipo de IDEAL les acompaña en uno de sus vuelos programados, en los que sirven de apoyo a otras unidades. Es una mañana de agosto y les han requerido desde Jaén para comprobar cómo está la zona en la que se produjo un incendio hace unos meses, por si presenta riesgo, y al mismo tiempo buscar plantaciones de marihuana al aire libre, porque es tiempo de floración. A los mandos irán Carlos Gómez y Juan José Pareja, dos de los pilotos de la unidad. Han preparado el aparato con el combustible justo para ir y volver a Beas de Segura y para tener tiempo de hacer un vuelo por la zona requerida.
La base está en el aeropuerto de Granada, desde donde levantan el vuelo. Pero al no ser una emergencia, hacen la rodadura como cualquier avión (volando a baja altura) y luego se elevan desde la pista, como los aparatos comerciales. «Pájaro en el aire», dice Juanjo, poniendo rumbo a Jaén. Son las 09.52 de la mañana. Unos días antes habían prestado servicio en Villaricos (Almería), donde se reunirían miles de personas en un festival de música. Y el día anterior habían tenido que salir –también a mediodía– a rescatar a una persona en el barranco de Río Verde (Granada). «Si ahora nos entrara una llamada por un rescate, habría que volver al aeropuerto, bajaros a la prensa y recoger a los agentes del Grupo de Rescate en Montaña y el equipo adecuado», explica Carlos. Afortunadamente, en las tres horas siguientes no llegaron avisos de emergencia.
En el vuelo hasta Beas de Segura los agentes explican cómo han servido de apoyo para detectar pozos ilegales –después del caso Julen en Málaga, el niño que quedó atrapado en un pozo–. Esa mañana no hace viento, uno de sus principales inconvenientes en los rescates. «A veces hace tanto viento que no puedes aterrizar, cuesta mucho. Y la persona que está esperando que la rescates se pone aún más nerviosa al ver el aparato dando vueltas», recuerda Carlos, en relación a una intervención en la que fue una adolescente de 13 años, polaca, la que les guió hasta donde se habían despeñado sus padres, en Granada, que resultaron heridos graves.
El 'cuco' sobrevuela amplias extensiones de olivares, todos perfectamente alineados. En Jaén también ejecutan vuelos de prevención en un festival de parapente, en el Yelmo. Y en Almería tuvieron una de esas actuaciones que se les quedaron guardadas en la memoria, cuando rescataron a varias personas en unas fuertes riadas. Era su primer año de servicio en Granada y evacuaron a varias personas atrapadas en tejados y en techos de coches. Aquella actuación les valió una condecoración.
El helicóptero toma tierra en el hospital Sierra de Segura, a las 10.33, donde les espera un grupo del puesto local. El sargento Samuel Novo se sube al aparato. Han pedido apoyo aéreo para revisar el estado de una zona en la que hubo un incendio hace unos meses. Y después siguen el curso del río, porque es época de floración de marihuana al aire libre y los cultivadores buscan cada vez zonas más escarpadas. Hace pocos días encontraron una desde el aire y van a volver a peinar ese entorno.
Los pilotos llevan la nave a un cañón, siguiendo el curso del agua. «Ojo a los cables, tienes una torre ahí...», le indica Carlos al otro piloto. Juanjo se queda a los mandos y controla posibles obstáculos. Carlos anuncia, en pleno vuelo: «abro puerta». Y así, sacando la cabeza, se asoma para mirar debajo de sus pies. Amplía el campo de visión, mientras el sargento busca también por el lado derecho. No hay vértigo. Saben dónde buscar, cerca de agua, lugares con algún camino, e incluso se detienen en plantaciones cubiertas por una lona. «Nos hemos llegado a encontrar que les cuelgan tomates y pimientos para disimular», explica Juanjo. Hace unos años, abrían pequeños cuadrados en plantaciones de maíz para camuflar plantas de marihuana en Granada, pero los agentes son infalibles desde el aire.
Durante media hora, con vueltas, giros y cambios de altitud, no encuentran esta vez marihuana. A unos cien metros del suelo se ve cada coche, cada patio, cada huerto desde el helicóptero. La labor de intimidación que ejerce el aparato también es importante. No queda vecino que no sepa que han pasado por allí, ni posible plantación que no hayan revisado. En caso de haber encontrado algo, lo habrían fotografiado y el agente del puesto se habría llevado las coordenadas. En otras ocasiones les piden su presencia en operaciones, para que 'los malos' sepan que son de verdad guardias civiles y no otros narcos disfrazados para robarles la droga..
En media hora han terminado de reconocer la zona y vuelven a aterrizar en el helipuerto del hospital para dejar al sargento del puesto. El 'pájaro' vuelve a Granada.
Hay calima en el horizonte. «Los cables y los pájaros son de los obstáculos más peligrosos. Una vez se nos coló un buitre dentro. Y a los compañeros de Málaga se les metió una gaviota», explica Juanjo. «Ahí abajo, eso es Albolote, se quemó una plantación de marihuana hace unos días. Aún quedan algunas plantas», explica Carlos, a los mandos.
Entre todas las tareas de apoyo, también suelen prestar servicios para evitar los robos en el campo. Lo recuerdan entre campos de olivos. Al paso del helicóptero, una furgoneta se percató de que era la Guardia Civil y trató de escapar con el vehículo lleno de aceitunas robadas. «Lo perseguimos unos minutos, hasta que me alejé un poco, se relajó y nos encontró parados en la carretera. Lo paramos con el helicóptero», explica Juanjo. Carlos recuerda otra ocasión en la que persiguió a unos narcos en la zona de Alomartes, y el vehículo en el que huían acabó despeñándose con la presión de saber que el helicóptero les pisaba los talones. Esta vez no ha habido persecuciones.
El 'pájaro' aterriza en el aeropuerto de Granada. Son las 12.49. Repostan la nave y los compañeros de mantenimiento esperan para ponerlo a punto de nuevo. Esta vez no ha habido emergencias, pero todavía faltan unos minutos para la 'hora crítica'.
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