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Juan José Cabrerizo tiene 62 primaveras a sus espaldas, pero ha cumplido solo 32 años. Un dos de enero de 1993 volvió a nacer tras chocar en la carretera nacional que une Motril y Vélez de Benaudalla, a la altura del Azud de Vélez.
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Pilar García-Trevijano
Perdió ... sus dos piernas al derrapar con su motocicleta. Lo recuerda y lo cuenta como si lo hubiera vivido ayer. «Tenía 29 años. Iba con mi mujer en la motocicleta y en una curva sin visibilidad perdí el control del vehículo por un vertido de gasóleo que había en la carretera. La imprudencia de otro, la pagué con mis dos piernas», comenta.
«Salimos despedidos. Yo me choqué contra el quitamiedos, que me amputó una de las extremidades. La segunda me la tuvieron que cortar al llegar al hospital», relata. «Mi novia, que ahora es mi mujer, se fracturó la tibia y el peroné», explica. Sin embargo, este conductor pudo salvar su vida gracias a la ayuda de los ocupantes de algunos vehículos que le sucedían.
«Tuve la suerte de que una sanitaria viajaba detrás. Me hizo un torniquete para que dejara de perder sangre. Aún así había dejado ya sobre la calzada varios litros», rememora. «Estuve en la UCI 13 días hasta que pudieron estabilizarme», añade. «Pero allí resucité. Gracias a todos los sanitarios que me atendieron, primero aquella mujer y más tarde los profesionales del hospital Santa Ana de Motril», subraya.
«Mi vida cambió desde el momento en el que abrí los ojos y vi que había un hueco en las sábanas donde tenían que estar mis piernas», remacha. Su recuperación fue lenta. Empleo once años en reconstruir su nueva vida. Antes del accidente era repartidor. Estudió y sacó una plaza en la conserjería de la Universidad de Granada. Después tuvo dos hijos con la que era su novia, Sonia Palma. «Me reconocieron una gran invalidez. Le debo mucho a mi mujer. Era muy joven y se quedó conmigo. Algunos conocidos me dijeron que me abandonaría y no lo hizo», manifiesta.
Poco después de su accidente, ayudado por la asociación Motoscooter club despacito, emprendió una cruzada para reclamar mejoras en la seguridad vial, especialmente con los quitamiedos, que han seccionado y costado la vida a muchos motoristas. Cabrerizo trató de encontrar también al responsable del accidente: un camionero que vertió 30 litros de gasoil sobre la calzada. IDEAL recogió entre sus páginas su lucha en julio de 1993. Nunca encontraron a ese conductor imprudente, pero este hombre no dejó que le llevara la rabia.
«Soy muy feliz. He tenido dos hijos, soy bastante autónomo y sigo siendo conductor de motocicleta. Me da autonomía y libertad. No le he cogido miedo», destaca. Además, Cabrerizo tiene muchas otras pasiones en su vida. Es guitarrista en la banda de música Big Band de Atarfe.
Todo lo que ha vivido también lo transmite. Es generoso y deja que otros ciudadanos «diseccionen» su experiencia. «Llevo 30 años concienciando sobre la seguridad vial. Doy charlas y expongo todo lo que soy. Es difícil recordarlo, pero creo que hago bien. Participo en cursos de autoescuelas de reeducación vial y colaboro con Stop Accidentes. Es duro llegar, enseñar todas tus heridas y tus piernas amputadas. Merecerá la pena si consigo que las personas sean más cautas al volante», concluye. Cabrerizo hace vida con normalidad gracias a las dos piernas de carbono, recubiertas con medias 'tatuadas', que le ha dado la ciencia. Le llevan a donde quieran, al igual que su motocicleta automática.
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