El pescado más fresco, todos los días

–Lo único que no tenemos son truchas– nos dice Fernando Jiménez–. Una mera casualidad, que todos estos días sí está habiendo.

Entra uno de los clientes de fuera. Le gustaría que hubiera más género, pero lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible.

–¿Cómo lo lleváis?– Es mi primera pregunta, sistemáticamente, en cada una de estas visitas.

–Bueno… haciendo lo que se puede. Con menos producto y con menos ventas, también.

Aun así, Fernando se muestra optimista y confiado. No tiene dudas ni titubeos. No se plantea no abrir. Para él, mantener sus tres pescaderías en funcionamiento es, sobre todo, un servicio público. De ahí que, cada día, les lleve el pescado fresco a esos clientes mayores que no deben salir de casa. Esas abuelillas de las que tanto y tan bien habla.

–La venta ha bajado mucho por el cierre de bares y restaurantes, pero también tenemos menos pedidos de particulares. Lo único es que los clientes que vienen se llevan más género de una tacada, sobre todo, los sábados, que sigue siendo nuestro día más fuerte, y aprovechan para congelar.

Me gustan las pescaderías. Me gusta ver el género, ese pescado fresco tan brillante y lustroso. Por ejemplo, Fernando tiene un hermoso rape diciendo cómeme. Siento la tentación de llevármelo, pero le he encargado tantas cosas por whatsapp que no me iba a caber en el congelador.

—El móvil se ha convertido en una estupenda herramienta. Nos hace ahorrar tiempo y nos facilita la venta a todos. Así se pasa menos tiempo en la calle o haciendo cola. Y como instrumento de pago, la tarjeta, que estos días la usan cerca del 80% de los clientes.

El género que menos llega a la pescadería durante el confinamiento es el marisco, cuyo precio está por los suelos tras el cierre de bares y restaurantes. De ahí que salgan menos barcos a faenar y que, por tanto, haya una menor variedad de producto. Hoy, por ejemplo, solo hay gambas arroceras, por lo que a marisco se refiere.

A pesar de todo, Fernando está tranquilo. El ministro del ramo ha asegurado el suministro de pescado. Es un sector estratégico. Al menos, el más básico y demandado. Durante el confinamiento, lo más vendido por Fernando en sus tres pescaderías son calamares, boquerones, doradas y lubinas.

Un cliente pregunta si hay mejillones. Pero no. Fernando dice que vienen pocos y pequeños. No merecen la pena. Otro pregunta por filetes de aguja, pero ya se han acabado.

—La venta va muy rápida. Abrimos a las 8.30 y para las 12.30 lo hemos liquidado todo. Como decía antes, la venta es más corta y veloz.

El susodicho cliente llama a casa para preguntar a su mujer. Tiene claro que se va a llevar bacalao. Además, añade una dorada limpia, almejas y calamares.

—Limpiamos siempre el pescado, incluso ahora. La gente lo sigue pidiendo. Y recetas, también. A mí me gusta ver a Arguiñano y algunas recetas sí que me atrevo a sugerirles a los clientes de confianza, pero la suerte que tenemos es que el pescado es fácil de cocinar y no tiene demasiada ciencia.