Dolor en Norte. Un bebé de unos once meses falleció en la mañana del lunes a raíz de un incendio en la séptima planta de una vivienda en la calle Henríquez de Jorquera. En total, ocho personas fueron rescatadas de varios pisos por los bomberos. ... Además, seis de ellos requirieron asistencia sanitaria por inhalación de humo.
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Pilar García-Trevijano
Pilar García-Trevijano
El servicio de Emergencias 112 recibió el primer aviso a las 11.45 horas. Una familia pedía a gritos auxilio desde el último piso del bloque número 23, mientras algunos vecinos grababan la secuencia con sus teléfonos móviles desde el edificio de enfrente. Hasta la vía, se desplazaron Bomberos, Policía Nacional, Policía Local y los equipos sanitarios.
Los efectivos de extinción desplegaron la totalidad de sus medios. Dos vehículos autotanque y otros dos de altura, uno de ellos procedentes del parque Sur de la ciudad. Al llegar a la zona, algunos vecinos alertaban a los Bomberos de que en el lugar afectado por las llamas había varios menores de edad atrapados, pero al entrar en la vivienda donde se originó el incendio solo encontraron dos adultos, refugiados en una habitación.
Uno de los bomberos se quedó con ellos confinados en el cuarto. En el exterior, sus compañeros trataban de sofocar las llamas con un tendido de interior. El profesional que se encerró con los inquilinos, un hombre y una mujer, y un compañero sufrieron quemaduras, algunas leves y otras de segundo grado, en la espalda, hombros y parte del brazo, por las que tuvieron que recibir asistencia sanitaria. Pese a todo, se encuentran en buen estado.
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Los otros seis rescatados procedían del piso superior, y fueron liberados con una escalera mecánica. El fuego se originó en el salón de la vivienda por causas que se desconocen. Sin embargo, Bomberos de Granada señaló que el piso alcanzó temperaturas «virulentas» y «extremas». En poco tiempo, se formó una pantalla térmica en el domicilio.
«Nos hemos encontrado un incendio muy desarrollado. No podemos determinar aún las causas, pero sí que es muy violento, que hay mucha carga térmica en la vivienda», explicó el jefe de Bomberos de Granada, Gustavo Molina. La intensidad del incendio se puede deber a diferentes factores como la ventilación y la cantidad de combustible, de enseres, que había. Por ahora, no se han podido inspeccionar todos los pisos del bloque porque están «cerradas herméticamente» y algunos inquilinos se negaron a que entraran las autoridades.
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La Policía Nacional investiga las causas de la muerte del pequeño. Según informó en una comunicado, agentes adscritos al grupo de homicidios de la brigada provincial de la Policía Judicial de Granada se han hecho cargo del caso e investigan «el fallecimiento accidental» del menor de once meses de edad.
El pequeño habría ingresado en Hospital Materno Infantil Virgen de Las Nieves. A la llegada de los agentes, ya había sido trasladado al centro. Familiares y conocidos del infante acudieron a las instalaciones, al igual que una patrulla de la Policía Nacional.
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Los vecinos comentaron a los agentes que la familia trató de sacar al menor de la vivienda por el balcón, pero aún se desconocen las causas de la muerte.
En Henríquez de Jorquera la confusión inundaba el barrio. En pijama, desalojados y residentes, contemplaban el despliegue de medios. «Estábamos durmiendo y empezamos a escuchar gritos. Rápido levanté a mis hermanos y mis amigas, que estaban hoy en casa. No se veía nada más que negro y solo escuchaba a mi padre gritar», relataba a IDEAL una joven, que residía en el último piso del bloque. El hombre fue una de las personas que tuvieron que ser atendidas por inhalación de humo, aunque afortunadamente gozaba de un buen estado de salud.
«¿Cuándo podemos volver? Necesitamos subir a por dinero», preguntaba una familia a los agentes apostados en la puerta. La Policía Judicial entraba y salía del bloque. Poco después de la una de la tarde llegó también una furgoneta de Endesa. Los operarios, con la cara tapada y escoltados, estuvieron pocos minutos en el edificio.
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Algunos grupos controlaban la calle. Pocos vecinos se atrevían a hablar en una zona que ha hecho un pacto con el silencio y no le gusta la visita de los extraños. En la panadería, en los bajos del edificio, cuyo local tiene ya 40 años de historia, las propietarias narran que salieron de inmediato tras escuchar los gritos. «Todo ha sido muy rápido», sentenciaban.
En el primer piso, un joven vigilaba el baile de agentes, bomberos y cámaras de televisión. En una videollamada, mostraba a alguien lo que ocurría. Las ventanas tenían ojos. «No grabéis aquí», espetaban unas niñas a este periódico.
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A pesar de las malas noticias que llegaban, el barrio mantuvo la calma y el sosiego. «Es una barbaridad lo que ha pasado. Esa pobre familia se ha quedado desgraciada. La muerte de un hijo es algo que no hay que vivirlo», concluía un grupo de hombres que contemplaban el correr las horas sobre la acera.
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