El triste cierre de una pastelería granadina por la subida de luz y la materia prima: «Lo he intentado todo»

El anuncio del cierre, que el empresario quiso realizar personalmente a través de sus redes sociales, ha sido un mazazo para sus clientes habituales y para los vecinos que valoraban la oferta de calidad que aportaba a la localidad, abanderada por sus exquisitas tartas personalizadas.

Diego abrió Dulce Tentación en 2021 en un local de alquiler en Íllora y sin apenas tiempo para consolidar el negocio se ha visto golpeado por la crisis que está sufriendo especialmente el sector de la panadería y pastelería. En la provincia, según las asociaciones que agrupan al sector, es el primer cierre pero son muchos más negocios los que están ya contra las cuerdas.

Según los últimos datos de IPC del INE, la harina es un 37,6% más cara que el año pasado, la leche ha subido un 30,9%, los huevos un 27,1%, la mantequilla un 37,5%, el azúcar un 50,5%... a los que hay que sumarle los costes de la factura eléctrica, que han llegado a doblarse e incluso a triplicarse dependiendo de los contratos y el tipo de energía que utiliza cada negocio. «Estaba pagando mil pavos de luz, es insoportable», explica el hasta ahora autónomo ilurquense.

Tenía diecisiete años cuando comenzó a trabajar de friegaplatos en los hoteles de Mallorca y encontró su pasión en las cocinas, donde gracias a su esfuerzo y trabajo fue escalando puestos. «Me quedaba trabajando sin que me pagaran para aprender. En 2010 me saqué el curso de jefe de cocina a distancia con una nota de un 9,7», recuerda orgulloso.

Abrir un restaurante en su pueblo natal era su sueño, pero empezó por la pastelería, para la que tiene un talento especial, porque requería menos inversión. «Abrimos con mucha ilusión y todos los ahorros puestos aquí, con la esperanza de que nos diera para vivir y entusiasmados por darle algo diferente que no tenía el pueblo. He apostado siempre por la calidad de la materia prima pero eso implica más costes. Yo no soy caro si me comparas con alguien que haga lo mismo, pero en precio con el que da otra calidad no puedo competir», resume con algo de tristeza.

El pasado año las ventas empezaron bien, el negocio creció con las mesas dulces «pero todo lo que iba ganando lo iba reinvirtiendo en maquinaria y mejoras».

«A partir del verano fue cayendo, pensábamos que era el calor pero la situación no remonta y los impuestos y los costes de producción son insoportables», apunta Diego, que ha cerrado el negocio y ahora ve su futuro «buscando trabajo en algún sitio y teniendo más tiempo para mis niños». «En el futuro, si se me olvida esta pena puede que lo vuelva a intentar, pero no se si me atreveré», esgrime, con el consuelo de que lo ha intentado todo.

«Inventé unos dulces, los dieguitos... a ver si tenían tirón, me puse a hacer sushi... pero no le ves luz. Un día lo vendes y al otro lo tienes que tirar y has perdido el beneficio del día anterior», relata triste pero reconfortado de alguna manera por la ola de solidaridad y apoyo que ha recibido desde que anunció el cierre.

Tras el anuncio del cierre le llovieron los encargos de roscones de Reyes, más de ochenta hechos con cariño y calidad, que ha sido la seña de identidad de negocio. «Lo he intentado y lo he dado todo hasta el último día», asegura.