Prostitución en Granada
«No sabes quién va a aparecer ni sus intenciones»Prostitución en Granada
«No sabes quién va a aparecer ni sus intenciones»Casandra se gana la vida ejerciendo la prostitución y es, como la mayoría de ellas, una nómada: va donde está el trabajo. Se instaló el pasado mes de enero a Granada, donde la actividad estaba garantizada por la gran cantidad de personas que abarrotan la ... ciudad en invierno. Con la llegada del verano, la capital se vacía y el movimiento se traslada a la costa, por lo que se ha mudado a Torremolinos. En la habitación de un piso compartido recibe, en su mayoría, a clientes extranjeros: «Hablan en inglés, son guiris, como se dice aquí, pero no sé de dónde vienen. Eso no se pregunta», admite la joven, natural de Colombia. En Granada solía atender, sobre todo, a españoles.
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Laura Velasco
Casandra -nombre ficticio elegido por ella- se considera afortunada por trabajar para sí misma. «Soy autónoma y todo lo que gano es para mí, no le debo nada a nadie. Las que vienen ayudadas por terceros lo tienen más complicado, ya que luego les piden dinero por haberles pagado el viaje», detalla. Todos los clientes llegan desde un mismo lugar, Internet, donde cuelga anuncios con fotografías y pequeños textos para convencerles de que deben elegirla. En este sentido, critica a las que se están «cargando el negocio» por subir imágenes demasiado retocadas o, directamente, falsas. «Cuando el cliente llega se siente engañado y nos perjudica al resto», asevera.
Nunca ha tenido problemas con los clientes, han sido «respetuosos» hasta ahora. Sin embargo, no la abandona la sensación de «inseguridad» cada vez que uno de ellos llama a la puerta. «No sabes quién va a aparecer ni sus intenciones, la incertidumbre es constante. Sé de chicas a las que les han pasado cosas, como robarles o algo peor. Estamos siempre alerta», apostilla. En cuanto a las ganancias, son irregulares, pero este verano en Torremolinos está siendo productivo. «Hay días que tienes varios mensajes y otros que no te hablan ni para saludarte, es relativo», asegura Casandra, que prefiere no desvelar su salario medio para que otras trabajadoras «no se comparen».
Encontrar alojamiento no es tarea fácil. Siempre piden nómina y aval y ella no tiene ninguna de las dos. La solución pasa por alquilar habitaciones sueltas, que paga por semanas, y esperar que hagan la vista gorda.
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En su caso, el dinero es su única motivación para dedicarse a esto. Es hija única y le envía dinero a su madre, que sigue en Colombia. En España se siente sola, no tiene amigos. Ya tiene permiso para trabajar legalmente, pero no dejaría la prostitución si no es para mejorar sus condiciones laborales. «Solo cambiaría si encuentro un empleo con buen sueldo y horarios, no quiero un jefe que me explote. Yo soy mi jefa y manejo mi vida», concluye.
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