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Sabina Ciruela falleció en febrero por un cáncer de cuello de útero. Tenía 38 años. «La operaron ocho veces en diez meses», recuerda María Ángeles Ochoa, su madre. «La gente del Clínico la cuidó muy bien, hasta el último día. Creamos un vínculo muy bonito». Tras el entierro, la familia colocó flores con tarjetas personalizadas en lugares que fueron importantes para Sabina: «Dejamos flores en la planta del hospital y en la capilla, en la Alhambra, en San Miguel Alto, en la Plaza de las Tomasas, en Plaza Nueva y en el Camino de los Ángeles, en Alhama».
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El 26 de octubre hubiera sido el 39 cumpleaños de Sabina, que era guía turística. Uno de sus colegas, Alberto, organizó una ruta por la Alhambra para pacientes oncológicos, en homenaje a Sabina. «Cuando mi hija estaba en el hospital, la ayudaron mucho los de la asociación Relevos por la Vida. Por eso invitamos a pacientes y familiares, para que salieran de la rutina de la enfermedad». La cita fue un éxito que se repetirá todos los años, por Sabina.
La huella que dejó Sabina, tan querida en Granada, es aún más grande. Ella, historiadora del arte, era miembro del Patronato de Estudios Alhameños. Esta institución reconocerá a Sabina con su Medalla de Honor, el próximo 4 de enero. «Que os quiero mucho. Eso dijo al final mi hija. Fue fuerte. Estamos muy orgullosos de ella. Y siempre la querremos. Mucho».
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