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MJ Arrebola
Jueves, 14 de marzo 2024, 00:08
El Albaicín es uno de los grandes atractivos turísticos de la ciudad. A diario pasean por sus calles miles de personas que disfrutan de un ... ambiente distinto, alejado del ritmo ajetreado de la ciudad. Por este motivo son muchas las personas que quieren alojarse en esta lugar lleno de viviendas turísticas. Según los albaicineros de toda la vida, hay quienes llegan «en son de paz» y quienes hacen del barrio un lugar complicado para los vecinos que llevan viviendo allí desde siempre.
Algunos residentes de la zona comentan que hay viviendas que se alquilan en su mayoría para despedidas de soltero. Una vecina cuenta que la casa colindante ha sido alquilada durante 5 años exclusivamente para «este tipo de fiestas». Además, explica que es un hecho que «no tiene remedio». Los propietarios avisan a sus inquilinos de que no abran la puerta a nadie, y «cuando llega la policía no pueden hacer nada».
Según cuenta Rodrigo, vecino del barrio, estas vivivendas turísticas lo único que hacen es «quitarle la oportunidad a las personas que quieren vivir en el barrio; no hay alquileres para larga temporada». También hay quien piensa que los visitantes alojados en estos inmuebles «le dan vida al barrio».
Conchi y Esther, dos albaicineras, añaden que nunca han tenido problemas con los turistas que se alojan en la zona, pero se quejan de que les quiten los aparcamientos y no cumplan con la señalización: «Ven la puerta del aparcamiento particular abierta y aparacan el coche quitándole el sitio a los usuarios».
Los comercios del barrio también se han pronunciado sobre el asunto. Es el caso de la droguería y perfumería 'La Estrella', donde su propietario, Jose, comenta que las ventas con los turistas «no se ven incrementadas, al contrario». «Con los alquileres Airbnb hay menos gente que compra; los turistas desayunan en sus viviendas y se van a visitar la ciudad».
Son pocos los albaicineros más puros que quedan en la zona. 'La Casa Pasteles Albayzín', en pleno corazón del barrio y fundada en 1928, es uno de esos comercios de los de toda la vida. Su propietaria, María José, cuenta que aunque haya muchos turistas «el barrio ya no es lo que era, está perdiendo su esencia».
Sergio es propietario de un kiosko y coincide con los demás comercios en que allí la gente que consume en los comercios son los vecinos del barrio de siempre, no los turistas. «Las personas que vienen a pasar unos días traen toda la comida de fuera y no se gastan nada en los pequeños establecimientos de la zona», añade.
El Albaicín se enfrenta a miles de turistas que en muchas ocasiones no dan la mejor imagen del barrio. Algunos vecinos, que llevan sufriendo estas molestias años, están «cansados» de las fiestas que montan los inquilinos en estas casas. Pero la situación, aseguran, «no parece que vaya a cambiar».
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