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A finales de septiembre, antes del pico de contagios del pasado puente del Pilar, había 6.580 granadinos guardando cuarentena en casa. Por entonces, se sabía que 1.599 eran los casos positivos por coronavirus activos y que 4.981 eran los contactos estrechos en ... seguimiento. Ahora, las cifras se han desbordado y se han multiplicado por cinco.
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Según los datos de Salud a los que ha tenido acceso IDEAL, actualmente hay unos 30.000 granadinos confinados en sus casas. Esta cifra se calcula partiendo de los 7.000 casos que se han diagnosticado en los últimos diez días en la provincia y sumándoles sus contactos estrechos. Fuentes de Salud Pública indicaron que ahora mismo lo que se hace con los casos positivos que son sintomáticos es realizarle un «seguimiento activo», con una o varias llamadas a lo largo del periodo de aislamiento que son diez días. «Una vez que la persona deja de tener síntomas se considera, que tres días después, se le puede dar el alta y no se requiere hacer ninguna prueba porque se entiende que es un periodo suficiente para que esta persona deje de ser infectante», indicaron estas fuentes de Salud que señalaron que existe un protocolo diferente para los que presentan un cuadro grave y requieren ingreso hospitalario.
Las experiencias de confinamiento van por barrios o por centros de salud. Con cientos de positivos nuevos cada día, conseguir la cita para la prueba PCR se hace, a veces, complicado.
La esposa de Jorge González empezó a tener síntomas el 7 de noviembre y no conseguía que su ambulatorio le hiciese la prueba. «'Salud responde' no respondía», recuerda este granadino que entiende la saturación y que explica que su mujer tuvo que tirar de un amigo enfermero de otro centro de salud para que le realizasen la prueba. «A los tres o cuatro días nos llamaron para hacerlos el test a mi hijo y a mí por ser núcleo estrecho. Ambos dimos negativo», dice. El confinamiento de esta familia –la madre ya ha dado negativo y tiene anticuerpos– hubiese terminado ya a no ser porque ahora el niño ahora tiene fiebre. «Hemos llamado al pediatra a ver qué nos dice... yo ya estoy deseando volver a trabajar», comenta este Policía Local de Granada, que pese a vivir en Dílar con espacio al aire libre, este encierro doble ya se le está haciendo largo.
María Frasquet, profesora de Bachillerato, también está confinada en casa con su hija de cinco años –está en cuarentena toda la clase porque un compañero dio positivo– a la que ayer realizaron la PCR y que está a la espera de resultados. Como no usa mascarilla, también se ha confinado con su hijo de dos y con su otra hija, de siete años, porque se ha puesto mala.
«Yo no le echo la culpa al sistema, pero sí a los que hacen las cosas mal, como los que se bajan la mascarilla incluso en sus puestos de trabajo de cara al público», apunta refiriéndose a un episodio en un supermercado. Profesora del colegio concertado Inmaculada Niña, agradece a su empresa la posibilidad de poder dar clases on line desde casa –aunque con los niños de fondo– ya que tienen establecido un sistema sincrónico.
La experiencia de Manuel es algo negativa ya que, después de dar él y su hija positivos, su mujer intentó que le hiciesen la PCR y fue una auténtica odisea. «No quería acudir al centro de salud porque estaba confinada por si estaba contagiada, ni enviar a ningún vecino que bastantes favores nos hacen ya con la compra y por eso decidí llamar por teléfono. Era imposible hasta que un día estuve media hora marcando sin parar y al fin respondieron. Les expliqué que tenía síntomas y logré la cita», cuenta la esposa de Manuel que consiguió finalmente hacerse la prueba y que ya se planteaba realizársela por lo privado, medio por el cual le ha repetido el test a su niña para que pueda volver al colegio.
«Me ha sido muy difícil contactar con Salud Responde, donde me remitían a que pidiese cita con mi médico de cabecera donde no me la daban hasta una fecha en la que hubiese terminado la cuarentena. Les dijimos que no habíamos entrado en contacto nada más que con la gente del trabajo y con mascarilla, llevábamos dos semanas semiconfinados así que no se pusieron más en contacto para preguntarnos por nadie», cuenta esta granadina que sigue confinada.
La familia de Víctor ya está saliendo del bache y sigue en cuarentena en casa. «El virus es muy raro y tiene una patología variada. Estuve tres días mal, luego se me pasó y a los tres días me puse casi peor», señala este granadino que ha estado preocupado por su mujer que le atacó al lumbago y casi no podía moverse hasta que le pincharon. También lo ha sufrido casi de forma paralela su vecina, Marisol, y sus hijos, uno de ellos asintomático y ella y su hija con síntomas como las fuertes cefaleas que perduran un mes después del comienzo.
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