
Conflicto vecinal en Granada
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Conflicto vecinal en Granada
«Vivir aquí es tener debajo una bomba»El pasado 1 de abril, un vecino de uno de los bajos de un bloque de pisos de la calle Jardines de Maracena, un hombre ... de cuarenta y tantos años que vive solo y al que no se le conoce oficio, comenzó a dar fuertes golpes en el portal. Ante el estruendo, Francisco Javier Mesa, que reside en otro de los bajos del edificio, salió de su casa para recriminarle su comportamiento. La respuesta de aquél, aquejado de problemas mentales, fue exhibirle un cuchillo de grandes dimensiones mientras le decía de forma reiterada «te voy a matar».
Aquel incidente, uno más de un largo rosario, se saldó judicialmente con una multa de 600 euros por un delito leve de amenazas para el denunciado, a quien además se le prohibió comunicarse durante cuatro meses con ese vecino. Pero no sólo eso. La jueza que resolvió el caso acordó que, ante el estado psíquico del denunciado, se remitiera el expediente a la fiscalía civil para que «en su caso, si lo estima pertinente, se proceda a la incoación de un procedimiento de incapacitación».
La lectura de aquel fallo fue como un bálsamo efímero para los residentes del bloque afectados por los comportamientos delirantes de este vecino, pero han pasado ya meses desde aquella resolución y la tensión ha subido de intensidad en el bloque. Ya no aguantan más. Aseguran que vivir allí, en el número 26 de la referida vía de Maracena, se ha convertido en una pesadilla.
Los vecinos denunciantes se quejan de los malos olores que emanan del bajo donde habita esta persona, que es, según precisan, de sus padres, que habitan en otro punto de Maracena. Por la suciedad de la vivienda, las moscas se han instalado en el pasillo del bajo, donde pueden verse losetas con restos de pintura azul. Dentro de la vivienda, afirman, hay basura esparcida, así como paredes y suelos picados adrede... Describen un auténtico infierno.
Tanto Francisco Javier Mesa, como Paco Tébar, su esposa y Roberto Cortés, todos ellos residentes en el inmueble, están desesperados. Afirman que han puesto la situación en conocimiento «de la Guardia Civil, de la Policía Local, del Ayuntamiento...». Pero todo sigue igual. Nadie les da una solución para recuperar la paz y la tranquilidad. «Vivir aquí es tener debajo una bomba«, expresan.
«Yo llegué un día a la cochera y pensé que se había roto una tubería. Pero era mierda de una bajante de la cocina... ¡La había picado!», recuerda Jessica Bolívar indignada. La mujer, aunque vive en otro bloque próximo de la calle, se une, como propietaria de una plaza del garaje del edificio, al grupo de vecinos durante su encuentro con IDEAL. Quiere expresar también su enojo y preocupación: «Aparte, quema la basura dentro; cualquier día salimos volando».
Silvia, la mujer de Paco, la interrumpe: «Yo he tenido que sacar mi coche, llamar a mis primos del País Vasco, y meterlo en otras cocheras». Su marido asiente con una denuncia física en la mano: «Nos están llevando al límite; no nos dan solución por ningún lado».
Lo de la bajante ocurrió el 6 de noviembre y fue la gota que colmó el vaso. La plaza de garaje y el trastero de Paco y Silvia eran un poema: excrementos «a chorros». «Desde ese día, ha habido peleas y malos olores, y ahora que ha entrado la calor no se puede estar. Cuando le entran los brotes psicóticos se pone violento», sostienen.
Los afectados afirman que un día tuvieron que acudir incluso los bomberos. Los Servicios Sociales también han girado visita a su conflictivo vecino, quien, según desvela Paco, los mandó bien lejos. Este diario ha confirmado, a través del Ayuntamiento de Maracena, que los técnicos del área de Servicios Sociales están «trabajando en el caso», tanto con la familia del vecino conflictivo como con él, y que han sido varias las actuaciones que se han llevado a cabo.
«Cada vez que viene la Policía Local emiten un informe para el juzgado, pero ellos no pueden hacer más, pues no pueden entrar sin una orden judicial», agrega Paco, al tiempo que recuerda cuando el vecino conflictivo convivía además con tres perros. «Los tenía maltratados, no les daba de comer, y los animalicos, cuando él se iba, se salían y no dejaban de ladrar». Ya no tiene esos animales.
Roberto Cortés fue presidente de la comunidad de propietarios del número 26 hasta hace un año aproximadamente y tuvo que dejar el cargo porque «la situación era insostenible» en el bloque, donde, revela, habitan otros familiares del vecino conflictivo. «Tiene el síndrome de Diógenes, se mea en el portal, ha arrancado la puerta de su casa, vienen personas toxicómanas a altas horas de la noche...», detalla.
Sin ir más lejos, Silvia, la mujer de Paco, es prima del denunciado y también evoca otro episodio anterior, aunque ella no llegó a formular denuncia. «Un sábado me llamó al piso y, como estaba recién levantada, no miré por la mirilla. Me arrastró y me puso un pincho en el cuello. No lo quise denunciar porque era familia«, indica.
Según se desprende de la documentación a la que ha tenido acceso IDEAL, el denunciado es una persona con trastorno mental. Presenta una patología psiquiátrica: «esquizofrenia paranoide», una enfermedad a la que hay que unir «un posible abuso de alcohol y medicación». Como dicen los vecinos, un cóctel que al final sufren ellos. Por eso hacen público su caso, para que alguien solvente de una vez esta situación que ya les está generando miedo.
«Aquí lo que tenemos es un problemón de convivencia y de salud pública», se despiden. Aseguran que la comunidad ha emprendido acciones legales tanto por los daños de la rotura de la bajante como «para echarlo». La suciedad que genera el denunciado ha provocado, aseveran, que incluso empresas de limpieza hayan «huido».
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