La vuelta al cole, un día de amor y odio

Aún no habían cruzado la puerta de la entrada y los más pequeños ya estaban jugando al pilla pilla en el Paseo de los Basilios. «¡Que estamos en la misma clase!», se escuchó por ahí. Un niño de unos seis años celebraba la noticia mientras abrazaba fuerte a su amigo del alma, al que probablemente no habrá visto en todo el verano. La emoción por estar juntos de nuevo no podía ser más real. Había llegado el momento, había llegado la vuelta al cole.

Esta mañana, en el Colegio Escolapios de Granada, ubicado en la ribera del Genil, la música cada vez sonaba más alto. Los niños avanzaban juntos y revueltos, buscando a sus amigos, pero también a sus profesores, sus referentes. Y ahí estaban, esperándoles. Se habían disfrazado para recibir el inicio del nuevo curso y, desde unas escaleras, cantaban «el sitio con el que sueño desde que empecé a crecer, este es mi lugar».

'Mi lugar' es, precisamente, el lema de este centro para el nuevo curso 2023-2024. Porque ese es el objetivo de los Escolapios, que «este sea el lugar de todos, el lugar en el que todos estaremos bien y felices». Felices, desde luego, estaban los de Primaria, contando en pequeñas pizarras cómo les habían ido las vacaciones y qué iban a echar de menos de sus casas.

La vuelta al cole en Granada, en imágenesVer 36 fotos

Para hacer la vuelta más llevadera, sombreros de lentejuelas, narices de payaso y guirnaldas de todos los colores han hecho de esta mañana una gran fiesta, en la que tampoco han faltado los vecinos de Barrio Sésamo Epi, Blas y Coco, que han dado la bienvenida a los peques. «En Escolapios intentamos siempre que la vuelta al cole sea esto, una celebración, una fiesta. Algunos niños llegan muy emocionados y otros más tristes, por eso los profesores cantamos y bailamos, para que se les haga más ameno», ha explicado a este periódico el director del centro, Lino Ferrer.

Poco después, Ferrer ha anunciado que había llegado el momento de despedirse de papá y mamá y un largo «oooh» ha retumbado en la entrada del colegio. Con algo de pena, pero con mucha ilusión, se han despedido los hijos de Cristina, Francisco y Sofía, de 7 y 9 años, que hoy empezaban segundo y cuarto de Primaria. «La verdad es que los niños estaban súper emocionados con la vuelta al cole. Anoche casi no pudieron ni dormir», ha asegurado la madre. Parece ser que Francisco y Sofía «tenían muchas ganas de ver a sus amiguitos y también a su seño, que es la misma del curso pasado».

Mientras tanto, otra mujer dejaba a dos de sus hijos en la puerta de los Escolapios y salía del centro con otros dos agarrados de la mano. Ellos son alumnos del colegio vecino, el Sagrado Corazón. Arturo, con tan solo seis años, se quejaba porque no quería ir al cole. «Quiero quedarme en casa para jugar en la piscina, ver la tele y desordenar», ha sentenciado el niño.

Su hermano Carlos, de cinco años, tampoco quería volver a clase. ¡Menudo berrinche tenía! Parece que el cambio de colegio y tener que llevar babero no le hacía demasiada gracia, así que se ha sentado en el suelo, abrazando sus piernas y con la cabeza gacha. «¡No quiero, no quiero!», repetía sin cesar. Para su desgracia, evitar la vuelta al cole es misión imposible.

Que se lo digan si no a los chiquitines de Infantil que hoy han pisado el colegio por primera vez. «¡Bienvenidos!», exclamaban los profesores de Escolapios, que seguían cantando 'Mi lugar'. Aunque algunos corrían y jugaban a las puertas de clase, la gran mayoría se agarraban a sus padres con los ojos abiertos de par en par, expectantes. Lo que todavía no saben es que el curso que viene ello también vivirán la vuelta al cole.