La confianza en los planteamientos, tanto de partida como adoptados durante el transcurso de los encuentros, y la cohesión y solidaridad como equipo, son señas de identidad irrenunciables del Granada de Diego Martínez. Durante la campaña pasada y los partidos de la presente nunca los ... rojiblancos horizontales han renunciado a su capacidad de lucha disciplinada, lo que no empece para que en algunos encuentros no les haya alcanzado con ello para puntuar.
La racha negativa de los últimos cinco encuentros, donde sólo el empate ante el Atlético de Simeone sirvió de analgésico, habían hecho cundir cierta zozobra entre parte de la afición y algunos analistas. Se achacaba que el equipo había bajado en intensidad respecto al de las primeras jornadas triunfales y se había atascado en la creación de oportunidades. Sólo el colchón de los veintiún puntos alcanzados otorgaba cierta tranquilidad, aunque los más agoreros empezaban a anunciar nubarrones si se caía ante el Alavés, un equipo que venía en una racha de mejoría continuada tras sus últimas actuaciones ligueras.
El inicio del encuentro pudo aumentar el argumentario de los que hablaban de crisis consolidada entre los rojiblancos. Una indecisión de Domingos Duarte dejaba nada menos que al goleador Lucas Pérez solo ante Rui Silva. El cancerbero portugués aguantó el tipo y adivinó el amago del delantero del conjunto alavesista para desviar lo justo el balón y evitar la primera diana del partido. Todo quizá hubiera cambiado en el partido de alcanzar su objetivo el internacional deportivista, aunque el Alavés no cejó en su dominio del juego en el primer tercio del encuentro, donde parecía mejor asentado que los locales.
Las lesiones sucesivas de Tomás Pina y de Quini, este último en su intento de culminar la mejor oportunidad del Granada en la primera parte tras un taconazo mágico de Vadillo, cambiaron el rumbo del partido. El Granada empezó a comandarlo y a ello contribuyeron las aportaciones por banda del recién incorporado Neva -un joven cuya confianza en sus posibilidades no tiene límite-, que había saltado para suplir al lesionado Quini.
El equilibrio en el marcador antes del descanso pudo alterarse, no obstante, por una nueva victoria de Lucas Pérez en disputa con Duarte, con un tiro cruzado tras zafarse del defensa portugués que salió cercano al palo izquierdo de la meta de Rui Silva; o por el único fallo del cancerbero portugués, al que se le resbaló el balón en un saque de esquina en la prolongación de la primera parte que, por suerte para los locales, no cayó en pies de un rival.
Nada de lo visto en la primera parte hacía presagiar un segundo periodo positivo para el Granada. El equipo rojiblanco había sabido sufrir en la primera parte aguantando los envites del visitante, y la suerte esta vez había estado de su lado para evitar recibir un gol. La segunda parte iba a ser otra historia. Todo cambió con una gran jugada de equipo iniciada en el centro del campo por una magnífica acción individual de Carlos Fernández, que fue continuada por Herrera, Puertas y Víctor Díaz, el cual otorgó una medida asistencia para que el delantero sevillano culminara en gol con un remate lleno de pundonor. Individualidades brillantes y trenzado juego colectivo en esta acción cambiaron la faz del encuentro.
El Granada desde entonces se convirtió en el dominador claro del encuentro, con dos valladares en el centro del campo: Maxime Gonalons, que estuvo atento siempre cortando por arriba y abajo y otorgó criterio a la salida del balón, completando una segunda mitad encomiable; y Yangel Herrera, que alternó calidad y fuerza y culminó su gran actuación con un tercer gol lleno de habilidad en la elaboración y potencia en la definición final. La pérdida de Pina en el centro del campo alavesista fue una rémora muy pesada para el conjunto vitoriano, que se agravó con dos acciones de Wakaso que acabaron con el temperamental jugador en el vestuario por doble amonestación.
La segunda parte fue un recital coral e individual del Granada, que demostró ser y estar mejor en esta fase del encuentro que el equipo visitante. Volvió la intensidad en la presión a la salida del balón del rival, la solidaridad en el achique de espacios cercenando cualquier posibilidad ofensiva para el Alavés, la lucidez en la creación de jugadas de gol y la eficacia en su resolución. La mejora de las acciones individuales por parte de muchos de los jugadores del Granada llevaron a esta nueva situación, apoyada con un gol tempranero nada más reanudarse el encuentro y un penalti que consolidó la ventaja cuando el Granada ya era único controlador del envite.
Ni el Granada había olvidado sus capacidades y aptitudes -de las que parece consciente y trata de sacar el máximo partido en cada enfrentamiento-, por la racha de malos resultados habida en las cinco jornadas anteriores, ni la segunda parte ante el equipo vasco es un milagro de conversión instantánea hacia una escuadra intratable para sus rivales. Hay que ser conscientes que las circunstancias de cada partido son diferentes, y que detalles como una parada en un uno contra uno que parecía claro para el atacante, adelantarse en el marcador, cometer un penalti y/o sufrir una expulsión, pueden resultar determinantes en el resultado final. Ni el Alavés estuvo tan lejos del Granada perdiendo por un claro tres acero, ni los de Diego Martínez estuvieron tan alejados de puntuar en San Mamés, donde determinadas jugadas declinaron la balanza en favor de los leones, como en la tarde del sábado de puente lo hicieron esta vez a favor de las huestes de Diego Martínez.
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