Maradoniano Bryan en un buen empate

En un parpadeo, Bryan ya se había puesto el estadio por montera. Granada sabe hace tiempo que cobija a una estrella y el mundo empieza a percatarse a velocidad de vértigo. En menos de 17 segundos, un relámpago en la noche granadina sin que hubiera una nube. Un acontecimiento con el que se frotaron las manos los calculines estadísticos. El gol más rápido en la historia rojiblanca, también el tanto más veloz en entrar en la portería del Barça. Gonzalo Villar acudió a la presión sobre Gavi, robó y conectó con Lucas Boyé, que no dudó en pasar al espacio por el que corría su compañero de fatigas. Lo demás corrió de su parte. El ritmo y el latigazo.

Ni en sus mejores sueños podía imaginar Paco López un arranque semejante. Apenas había dado tiempo de contemplar su propuesta táctica, asimétrica. Partió de su 4-4-2 genuino pero mutaba en defensa a tres centrales, con Neva incrustado, y Álvaro Carreras atrasado hasta el lateral. Uzuni se inclinó a la derecha y Bryan fue el que, con el paso de los minutos, se orilló en la izquierda por la que tanto le gusta encarar.

El Barça no pareció perturbado y dispuso su circulación armoniosa, pero carente de energía nuclear. Sin solistas de lujo, los azulgranas intentan que la inercia les llevara al oasis, pero el Granada parecía granítico por momentos, con piernas que se multiplicaban para tapar huecos y cabezas que peinaban balones ante André Ferreira, seguro en las pocas intervenciones de ese tramo. Iba apareciendo Joao Félix y había pocas noticias de Ferran. Trataba de echar arrestos Gavi y quería lucirse Fermín, mientras que Lamine Yamal parecía atrapado en la red que sostenían Álvaro y Neva.

Ignasi Miquel se mostraba sólido en una zaga fortificada. En medio de ese dominio, Bryan se puso a 'maradonear'. Gumbau le colocó en el camino para que se midiera a la carrera con Kounde, al que humilló sin paliativos. Primero le ganó la posición. Luego, al llegar al área, le recortó con caño incluido. Cuando el francés trató de recomponerse, en décimas, le fintó para el otro lado para dejarse clavado. Como colofón, un golpeo de exterior ante Ter Stegen que, como en el primero, rozó el esférico sin evitar su caída a la red. Bryan voló extasiado, tantas veces imaginándose en esa tesitura, admirador confeso del Barça desde el niño, enamorado hasta las trancas del club que le ha dado la oportunidad de disfrutar de esta experiencia, el Granada, el escudo de su camiseta besuqueado siempre en cada celebración gloriosa.

El «Bryan, selección» retumbó en las gradas con toda justicia. Luis de la Fuente tomó nota del chaval, por el que ya se le preguntó en su visita a Granada, y lo convocó de manera improvisada tras la lesión de Yéremi Pino, junto a Ansu Fati también.

Al Barça, para colmo de males, se le lesionó Kounde al caerle encima su compañero Cancelo por una zancadilla de Uzuni. Arreaba el Granada al límite para que no se acomodaran los visitantes, que notaran siempre el aliento de los anfitriones. Sin embargo, en el alargue, flaqueó la atención en una colada de Joao Félix que remachó Lamine Yamal para no dejar pasar la oportunidad de pasar también a los anales con el récord de precocidad ante la diana en Liga. Fue un tanto de empujarla, pero así también vale.

Con el 2-1 se sumergió el encuentro en su segunda parte, abonada para los sobresaltos. Caían las fuerzas y se veían errores que en la primera no, pero el equipo batallaba sin cesar. André se creció en un chut de Fermín.

Paco López notó la fatiga en sus tropas y metió un triple cambio con Torrente, Petrovic y Puertas, perfil atlético todos. Nada más retomarse el juego, Boyé se topó con un balón llovido de falta que no ubicó en el arco por poco. Se lo merecía.

Ferran perdonó también en una dejada de Araújo, con los decibelios aumentando por algunas decisiones arbitrales. «Negreira, Negreira», cantó la parroquia local con sorna. Y es que los detalles podían decidir la última mano. Callejón salió por un Boyé más luchador que nunca para que Puertas ocupara el rol de 'nueve'. Lo que fuera por seguir persiguiendo al Barça sin individualidades sonoras, pero más chuts de la cuenta. André aguantaba como podía. Hasta Araújo se agregó al zafarrancho.

La defensa nazarí se sostenía ante los tambores rivales. Ignasi cuajaba un partido espléndido en el corte y la anticipación. Ricard ya se acalambró y regresó Vallejo para concluir de lateral, en un muro numantino que el Barça abordó en una llegada accidentada, con quejas rojiblancas de supuestas faltas en ataque que no parecieron vistas las repeticiones, y que materializó Sergi Roberto.

Con el 2-2, un poste de Bryan, lo que pudo ser su 'hat trick', y una muesca anulada a Joao por fuera de juego de Ferran, milimétrico. Nada iba a pasar ya, aunque la ovación sí se la llevó el conjunto local. Cuánto cuesta sacar algo en Primera y qué poco va a durar en esta, su casa, Bryan Zaragoza como siga así. Cada día de más con esta camiseta es un regalo para la vista.