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Pocas personas hay –puede que ninguna viva– que tengan el bagaje de Lucas Alcaraz para trasladar cómo es por dentro y de qué manera ha evolucionado el Granada en las últimas décadas. Como rojiblanco, une siempre el profesionalismo con la pasión, bajo un nuevo rol como director de la Ciudad Deportiva, pero también como representante institucional y ayuda para todo aquel que quiera escuchar su voz. Su fichaje llegó en un momento convulso. Ahora, las cosas se ven mejor.
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–¿A qué dedica un día de trabajo Lucas Alcaraz?
–Para contextualizarlo, habría que ir al inicio. No vengo a sustituir a nadie, este puesto no estaba creado. Había responsabilidades repartidas y otras que estaban en un vacío en el que no se sabía quién las asumía. Cuando llegué, Alfredo (García Amado) me dijo que le diera forma al puesto. Tuve la suerte de que en verano hay menos flujo, sobre todo en los primeros días en los que no había ningún equipo entrenando, y lo primero que hice fue recabar información sobre todo lo que pasa aquí: el control de acceso, cocina –donde ha entrado el Femenino–, organización de partidos, etc. Coordinar todo con la instalación actual es posible pero requiere manejo. Además, el seguimiento de la obra de la segunda fase, que será cuando se produzca una transición importante porque pasaremos de tres equipos a veintitantos.
–Ahí vendrá lo gordo. En principio, a partir de enero.
–Sin duda. Es una ilusión que tenemos todos en el club. Para los que hemos crecido entrenando en cualquier sitio, pensar que en la misma casa un jugador del benjamín B coincidirá entrenando con Uzuni es un éxito a nivel 'adn' y emocional. No cabe duda de que es bueno para la cantera, un paso importante. Tendremos que ser meticulosos porque será un proceso complicado.
–Usted ha visto entrenar al Granada en descampados...
–En aquella época, esto era inimaginable. Nuestro pasado reciente es tan bueno que quienes vivimos aquello lo valoramos más. Hoy en día ya tenemos una buena ciudad deportiva, pero, cuando quede finalizada, será una instalación importante. Hay clubes como Córdoba o Málaga que no la tendrán mejor. Salvo equipos de potencial alto, no veo centros así.
–¿Hay una tercera fase prevista, ya con residencia?
–Yo voy partido a partido. Ahora estamos en la segunda fase, pero el club no quiere quedarse inmóvil ni en ese eje ni en ninguno. Seguramente avanzaremos, pero lo importante es terminar lo previsto antes de final de año.
–¿Hay un 'adn' rojiblanco horizontal?
–Creo que ahora es el momento de que se evidencie. Hace años, cuando entrenaba en Primera y el Granada estaba en Tercera, yo ya decía que era del Granada a nivel nacional. Lo recalqué en la primera entrevista fuerte que tuve, con José Ramón de la Morena, tras ganarle al Atlético de Madrid. Ahora no hace falta rascar mucho para encontrar a muchísima gente que es del equipo, sin ese 'barçamadridismo' que proliferaba. Está vigente la generación de los hijos de los ascensos, del éxito, lo que ha subrayado ese 'adn'. En esta temporada, que se iniciaba tras una decepción deportiva, la gente nos ha dado una lección de fidelidad con la campaña de abonados. Uno de los sueños, que se hará realidad, es unir lo emocional con lo estructural, con el día a día. Ese rojiblanco horizontal, aunque sea a través de una infraestructura, fluirá como un caudal.
–¿Cómo ha visto el club por dentro?
–Tengo una perspectiva singular para analizar porque he estado en seis etapas distintas. Lo que está claro es que ha crecido muchísimo en todos los departamentos. Cierto es que no hay que perder ni la ambición ni la autocrítica. Pensar en qué cosas se hacen bien y mal para mejorar.
–¿Está sistematizada la cantera o las últimas irrupciones son casos aislados, como las de Samu, Bryan, etc?
–Es uno de los grandes retos. Si nos paramos en esos dos casos concretos, hemos tenido la suerte de que salgan jugadores así. Un Bryan no irrumpirá de forma periódica, pero no aquí, tampoco en cualquier sitio, y en el caso de Samu, igual. En el fútbol base se está trabajando bien, pero faltan dos escalones. Uno, aunar todo lo que se está haciendo bien en el mismo lugar, que ayudará a implementar el talento; y otro, unir dos vectores entre Juvenil, Recreativo y Granada, generando jugadores de rendimiento y, de vez en cuando, jugadores de plusvalía, porque está claro que la mayoría de clubes necesita en su cuenta de resultados ventas así.
–¿Puede el club tener capacidad de retención?
–Cada vez se dan menos casos de jugadores que se van, pero pelear con determinadas canteras va a depender más bien de la mentalidad de sus entornos. El Granada tiene que mejorar su producto al máximo, pero también hay que marcar unos parámetros. Al que quiera estar aquí hay que darle las mejores garantías, pero porque el futbolista quiera estar. No se puede pelear con el sueño de que le llame un equipo de gran presupuesto.
–¿De verdad le ha dejado de picar el gusanillo del banquillo?
–Pues... (se lo piensa). Ahora mismo, sentarme en un banquillo no es algo que esté en mis planes. No digo que en un futuro no pueda volver a pasar, pero mi ruta jamás ha sido entrar en el Granada para entrenarlo. Lo que no me deja de picar es el gusanillo del fútbol, pero veo tantos partidos y hablo con tanta gente en la casa y del sector que cualquier vacío lo lleno.
–¿Nadie le ha llamado en estos meses?
–He tenido algo de fuera antes de venir. Desde que me enrolé, ya no he querido escuchar nada.
–¿Pretende que este sea su último trabajo?
–Aparte del rol que tengo, en el que también apoyo institucionalmente y desde mi experiencia y conocimiento, mi única ilusión en el Granada es sumar. He invertido tiempo y dinero en formarme para la última fase de mi carrera. Me he preparado para ello, para trabajar en un club, porque sabía que tarde o temprano lo del banquillo se podía acabar, aunque haya muchos entrenadores mayores que yo.
–Bueno, el Granada tiene un entrenador coetáneo.
–No, es mayor que yo (ríe).
–Mejor me lo pone. En esta época en la que se da mucho esto que se ha venido llamar el edadismo, sorprende que el club apueste por un cincuentón como Escribá.
–Lo de la edad es un cuento y lo puedo analizar desde distintos puntos de vista. Por ejemplo, con 35 años viví un ascenso a Primera y con 36, una final de Copa. Cuando yo estaba en la élite, los entrenadores eran Aragonés, Heynckes, Del Bosque, Irureta, Benítez... todos bastante mayores que yo. Ahora pasan los 50 gente como Marcelino, Bordalás, Pellegrini, Ancelotti, Flick, Valverde... No me atrevería a juzgar a un entrenador por su edad. Siempre suma la experiencia, pero lo importante está en todo lo demás.
–Por la suya, puede dar consejos en todos los niveles.
–No lo hago de forma decisional, porque cada área tiene su responsable, pero en lo consultivo uno siempre está porque el fútbol es algo de mucho intercambio de información. Yo he vivido algunas cosas muchas veces y de vez en cuando se puede producir una conversación sobre ello, pero no con la responsabilidad.
–Le toca también la parcela institucional, vacante desde la jubilación de Macanás.
–Granada es una ciudad de eventos e intentamos repartir la carga. El club y la propiedad entienden que puedo aportar ahí.
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–¿Cómo está siendo su relación con Escribá?
–Muy fluida. Somos de la misma edad prácticamente y hemos coincidido muchísimo. Pienso que somos dos personas dialogantes. Todos, a su alrededor, intentamos que esté cómodo y no le falte nada que aparte el foco de lo importante. Tiene conocimiento y experiencia suficientes para asentarse. Le hemos intentado hacer la vida lo más sencilla posible porque sé lo que es llegar a un club a mitad de temporada.
–¿Pero le consulta algo más?
–Hemos hablado mucho, pero sobre todo al principio. El míster tiene ya 'casa propia'. Cuando llegas, es un bombardeo de situaciones. Dialogamos con naturalidad.
–¿En qué le parece que ha mejorado el equipo?
–El tema de las comparaciones hay que tratarlo con sutileza. Yo también tuve buena relación con Guille (Abascal) y él ha trabajado bien, pero a veces, en fútbol, tocas la tecla y te sale y otras, por circunstancias, no. ¿En qué ha cambiado esto? Bueno, son entrenadores de mentalidades diferentes. Fran (Escribá) le da más importancia a lo posicional y el equilibrio, y el ambiente se ha relajado, pero valoro también lo anterior.
–Me da la impresión de que Escribá y usted ven el fútbol parecido.
–Sí, tenemos una sensibilidad parecida. Todas las opciones en fútbol son válidas, pero es cierto que somos entrenadores de trabajo zonal, del 4-4-2, equipos equilibrados... a partir de ahí, él tiene su personalidad y bagaje. Ojalá nos lleve arriba.
–¿Qué tal con Matteo Tognozzi, que habrá sufrido bastante?
–Todas estas circunstancias no son fáciles para ningún profesional. Nos hemos ido conociendo poco a poco y la relación es cordial. Hablamos mucho de fútbol, con naturalidad y transparencia.
–¿Qué le pareció el último partido?
–Es una sensación subjetiva, pero me parece que fue el del punto cero; se había arreglado el tema de la grada, ganado fuera... Vi una atmósfera de la que no recuerdo otra igual en Granada hace años. Lo que faltaba era la victoria. Si encima llega de forma épica, ha de ser un impulso. Lo fundamental es que permanezca esa comunión con la afición. Si no fue un partido brillante, sí emotivo.
–¿Detecta un punto de madurez como afición y el reseteo?
–Mi percepción, después de dos semanas fuera de casa, es que todo el mundo se ha dado cuenta de que hay que tirar hacia adelante. Hubo pasajes en la segunda parte con errores y no se pitó. Era un modo final, que la gente de Córdoba no podía animar más que nosotros. El fútbol se juega en el verde, está claro, pero no es casualidad que el ambiente sea bueno y ganes en el último segundo. La gente dio el empujón para que el equipo no tuviera ansiedad y madurara el partido.
–Imagino que ya desea que llegue la inauguración de la segunda fase en enero.
–Lo está deseando todo el club. Sabemos lo que se viene encima. La obra tiene que estrenarse y en esto estamos, estudiando horarios, qué cosas pueden faltar... Trato de trasladarme al día en el que esto esté en funcionamiento. Ese día, el Granada será algo más. No la tienen muchos clubes y nos dará un salto cualitativo. Tendremos el jardín para cuidar nuestro 'huerto'.
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