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«Está bueno lo que sirven». Han sido las palabras más repetidas este martes 17 de septiembre, primer día de apertura de puertasde los comedores de la Universidad de Granada (UGR) en el curso 2024-2025. Esto es lo que han respondido mayoritariamente los estudiantes a los se ha preguntado mientras hacían cola para entrar a comer en la sede del campus de Fuentenueva. Guardando el turno y sin protestar. Les merece la pena estar un «ratillo» porque la comida es «económica, está buena y equilibrada». Lo decían «de verdad». Eso de que este servicio es la joya de la corona de la institución universitaria granadina no es una expresión más. Lo avalan sus universitarios cada curso y cada momento. Todos los testimonios recogidos entre los estudiantes por este periódico defienden que no existe en Granada otro lugar «tan barato» y «con esa calidad para comer».
Elena Cuenca es de Algeciras. Está en su quinto año del grado en Física. Es usuaria de los comedores de lunes a sábado cada curso. Este martes compró treinta tiques. Para ella y para su hermana. Lo abonó con la tarjeta del banco, que este año es el único modo de pago. «Me parece bien», valora esta joven. Hay que llevar algún documento que les identifique como universitarios.
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Andrea G. Parra
La cola salía hasta Severo Ochoa a la una y treinta y cinco (después continuó). Abren a la una y cierran a las tres y media. Era el primer día y tenían que comprar los tiques. La cola no se debe a que este año hayan cambiado el método de pago, ya que en las primeras jornadas de cursos anteriores también había cola, según contaban. «Aunque algo menos», añadían.
En la ventanilla de pago, Nicolás le hacía un bizum a Irene. Son compañeros de clase y los dos están en tercero de Matemáticas. Nicolás se había olvidado ayer la tarjeta bancaria. Unos minutos antes, Jordi Bonache, estudiante de segundo de Biología que no tiene tarjeta bancaria y ayer se llevó la de su padre, apuntaba que no había problema en el nuevo método de pago. Los universitarios se buscaron sus atajos. Bizum o darle el dinero, los 3,5 euros que cuesta el menú, al compañero que tuviera tarjeta.
Había muchos que compraban varios tiques para no tener que hacer la cola en los próximos días. «La que es para entrar mostrando el tique y la identificación de universitario suele ser más rápida», relataba Alba Martínez, que es de Almería y está en segundo de Biología. El curso pasado comió muchos días en el comedor de la UGR.
Alba comparte piso con otros estudiantes. Para ella es más cómodo y económico ir al comedor de la UGR. Tiene clases por la tarde. Pagar con la tarjeta del banco le resuelve incluso algún problema. Porque no suele llevar dinero en metálico y el curso pasado tenía que sacar en el cajero del comedor, que no es de su banco, y le cobraban comisión.
Lo de repetir les gusta a la mayoría de los comensales. Eddie Docarmo ha estudiado el grado en Física. En cinco años. Cuatro de ellos ha comido en la UGR. Es de Rota y este año tiene un contrato como investigador y hará el máster también. Lo que más valora es la calidad y el precio.
Tres euros y medio es más barato que comprar cualquier comida y prepararla. En eso coincidían. Si compran carne o pescado es más caro solo la pieza o dos piezas que compren, que el menú entero de la UGR. Además, les ven más ventajas, no tener que cocinar, no tener que ir a hacer la compra, no calentarse la cabeza pensando qué comen y no tener que recoger y limpiar la cocina.
Docarmo este curso tendrá que pagar cinco euros al ser investigador, según contaba, pero también le parece económico. Más que cocinar y comprar la comida. El cambio de sistema que ha suscitado alguna crítica y la UGR hizo un comunicado, para este joven hubiera sido preferible que se mantuvieran las dos opciones, tarjeta y metálico.
Los comensales están preparados y las sedes de los comedores también: Fuentenueva, Aynadamar, PTS y Cartuja. Ayer algún profesor se mezclaba en la cola con el estudiantado, Comieron arroz a la cubana, filete de cerdo a la parrilla, ensalada y de postre una pera. En el segundo menú estaba la opción de cambiar el cerdo por un rollito de primavera. En algo que todos coincidían que hay días, cada curso, que dependiendo de la comida va más gente. ¿Cuándo van más? «Cuando hay pizza», señalaban. Lo cierto, es que cada jornada la UGR sirve, en un servicio único en la universidad española, cientos de menús a su comunidad.
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