Ignacio y Ana, dos de los controladores aéreos de Granada, esperando la llegada de Papá Noel en el fanal de la torre. PEPE MARÍN

Así es la torre de control de Granada donde aterrizará Papá Noel

Navidad ·

El Aeropuerto Federico García-Lorca cuenta con un equipo de diez controladores que garantizan la máxima seguridad de la operación aérea durante los 365 días del año

Jorge Pastor

Granada

Sábado, 24 de diciembre 2022, 00:53

En España se contabilizan unos 3.200 vuelos diarios. De todos ellos, en torno a treinta tienen Granada como origen o destino. Son las doce del mediodía. Ana, uno de los diez controladores destinados en el Aeropuerto Federico García Lorca –once a partir del 1 ... de enero–, mueve las fichas azules y amarillas con las que gestiona las siete operaciones de despegue y aterrizaje que se producirán en la próxima hora:un Vueling proveniente de Barcelona, un helicóptero de la Base Aérea de Armilla y otro de la Guardia Civil, tres avionetas de alumnos en prácticas de diferentes academias y un Airbus 400, uno de los aparatos más grandes del Ejército del Aire, haciendo maniobras. Máxima concentración. Profesionales con la solvencia de Ana son los artífices de que el avión sea el medio de transporte más seguro en España –y en todo el mundo–.

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Bajada de pasajeros vista desde el exterior de la torre de control. PEPE MARÍN

En la torre de control del aeródromo granadino 'no existe' la Navidad. Está abierta todo el año porque las instalaciones de Chauchina están abiertas todo el año. El primer controlador entra en el fanal a las seis de la madrugada y el último cierra pasadas las once y media de la noche, a no ser que haya alguna prolongación a petición de alguna compañía. También en Nochebuena, Nochevieja,Reyes Magos y demás fiestas de guardar –y de no guardar–. Siempre están ahí. En turnos de doce horas. En jornadas de cinco días con tres de descanso. «Trabajar en fechas tan señaladas no supone ningún sacrificio para nosotros; lo sabíamos cuando nos metíamos en esto», explica Ignacio Madejón, jefe de la Torre de Control del Aeropuerto Federico GarcíaLorca Granada-Jaén. «Sí es cierto que, al igual que sucede con otras muchas profesiones, nuestros horarios son difíciles para conciliar, pero esto también lo sabíamos cuando decidimos dedicarnos a esto», comenta entre risas Madejón, que suma diecinueve años de carrera en estos pagos alhambreños. «Me dieron Granada y aquí me quedé;no hay mejor ciudad para vivir».

Fichas amarillas y azules para gestionar los aterrizajes y los despegues. PEPE MARÍN

Casi todo lo que sucede dentro de la 'pecera' está programado. 'Casi' porque también hay circunstancias sobrevenidas que obligan a ser «rápidos y resolutivos». Para ello, manejan un instrumental que, básicamente, proporciona toda la información necesaria para que los pilotos se aproximen o se alejen del Federico García Lorca con totales garantías, y que las delicadas maniobras para tomar tierra y echar a volar se realicen con la máxima seguridad.

Paneles de control. PEPE MARÍN

Todo se controla desde ahí arriba. El sistema de luces de la pista que, por cierto, se revisa todas las mañanas y todas las tardes. El ráster, que proporciona una señal de rádar no homologada, pero que sí es muy útil para vigilancia. La consola de comunicaciones, donde hay dos tipos de líneas: las 'calientes', un hilo directo con Armilla, Málaga y Sevilla, y las 'dedicadas', que conectan al controlador con todas las dependencias aeroportuarias. Desde los halconeros a los señaleros, pasando por bomberos y demás operarios de esta pequeña ciudad que se llama Aeropuerto de Granada. La última pantalla aporta todos los datos meteorológicos con una cadencia de media hora. Variables como la presión atmosférica, la velocidad del viento, la temperatura o la visibilidad son fundamentales para deducir, por ejemplo, cuál de las dos pistas debe de emplearse –realmente hay solo una plataforma, pero que se habilita en una dirección o en la contraria–.

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Ana controlando desde el fanal de la torre. PEPE MARÍN

Y es que para ser controlador aéreo hace falta aptitud y actitud. Aptitud porque el acceso a la profesión, para el que se requiere tan solo el Bachillerato y un buen nivel de inglés, se realiza después de un exigente periodo formativo que, desde que se cambió la legislación en 2010, requiere un desembolso de entre 60.000 y 70.000 euros en alguno de los centros de capacitación acreditados. Los exámenes también son muy duros. Tanto que el susodicho está preparado para abordar cualquier tipo de situación sin necesidad de una experiencia previa, «aunque los años sí te facultan para verlas venir», apostilla Madejón. Y actitud porque, ante cualquier contingencia, «lo importante es mantener la calma, tener la cabeza fría y dar las indicaciones que sean oportunas para que todo fluya como tiene que fluir».

Perfecto estado de salud

Pero también hay un tercer factor igual de importante que los dos anteriores. Deben estar siempre en perfecto estado de salud. Todos los años se someten a un exhaustivo reconocimiento médico donde les realizan pruebas de vista, oído y corazón. Tampoco se les admite tener altos los niveles de colesterol, transaminasas o azúcar. «Nada que pueda propiciar que suframos algún tipo de trastorno cuando estemos en plena faena».

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Avión en el que viajó la reina Letizia el pasado día 19. PEPE MARÍN

Y es que la torre de control de Granada solo cuenta con un puesto, aunque hay un segundo preparado por si se produce algún fallo. Los protocolos contemplan todo tipo de contingencias. Siempre hay un plan be. Contingencias como que se produzca una alarma por trasplante a las tres o las cuatro de la madrugada y, en menos de veinticuatro horas, el 'controlador localizado' esté activado para que la aeronave sanitaria opere en el Aeropuerto Federico García Lorca sin ningún tipo de riesgo. «En estos casos el sistema funciona bien, y lo normal es manejar tiempos suficientes para que este tipo de dispositivos se realicen sin ningún problema».

Instrumentos de control. PEPE MARÍN

En la torre de control del Aeropuerto de Granada, que fue construida en 1972, hay siempre dos personas. El controlador, solo, en la cabina superior, y un técnico de mantenimiento, también solo, en una sala inferior. Este solventa cualquier fallo tecnológico, aunque también realiza labores preventivas para que los equipos funcionen siempre de una forma óptima. En estas dependencias solo puede entrar personal autorizado que, previamente, se tiene que someter a todos los controles que tienen que pasar los pasajeros. No hemos de olvidar que estamos ante una infraestructura considerada como crítica y, en consecuencia, se halla totalmente blindada ante terceros. Los visitantes deben disponer de pases especiales, como ocurrió con el redactor y el fotógrafo que firman este reportaje.

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Los controladores abordan la Navidad con espíritu de entrega y servicio y con la ilusión de que esta noche facilitarán la llegada de un viajero muy especial que viene del Polo Norte, viste de rojo y reparte juguetes a todos los niños de Granada.

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