Semana Santa en Granada
Cuatro años de espera para debutar con la Lanzada: «Nos dicen 'gafes'»Semana Santa en Granada
Cuatro años de espera para debutar con la Lanzada: «Nos dicen 'gafes'»Suena el despertador, pero Andrea ya lleva un buen rato con los ojos como platos. Incluso se ha despertado en varias ocasiones durante la noche. Tiene por delante una de esas jornadas que valen por el resto del año. Como un resorte se levanta en ... cuanto percibe la alarma. Se dirige hacia la ventana, sube la persiana con brío y mira al cielo. Es Martes Santo, el día que lleva esperando como agua de mayo para poder procesionar por primera vez con su Lanzada por las calles del Zaidín. Tras la decepción del último año, por fin ha llegado el momento de redimirse.
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Tenía 19 años cuando la lluvia le chafó su debut como costalera del paso de la Virgen de la Caridad. «Fue una decepción. Llevaba en la hermandad desde que era adolescente y por fin podía salir en procesión al ser mayor de edad. Era un día muy especial, ya que regresaba la Semana Santa tras la pandemia. Igualé correctamente, realicé mis ensayos... pero no pudo ser. Al final, te quedas con una sensación de impotencia que dura hasta el año siguiente», revela la propia Andrea Villanueva a IDEAL. Después de dos años consecutivos de coronavirus, Andrea y otros muchos de sus compañeros de la cofradía de la Lanzada se quedaron sin debutar el Martes Santo. Algunos de ellos aguardan su estreno desde antes de la 'nueva normalidad'. Justo cuando lo impidió toda una epidemia mundial.
La sede de la hermandad es un trajín continuo a lo largo de las semanas previas al Martes Santo. Entre preparativos y ensayos de última hora se dan cita Alberto, Inma, Andrea (tocaya de la anterior), Ángela y Álvaro. Costaleras y capataces, todos ellos entraron a formar parte de la Lanzada de cara a la Semana Santa de 2020. A causa de la pandemia y de la lluvia del año pasado, encadenan cuatro años posponiendo su ilusión para salir en procesión con la Virgen de la Caridad. Una mala fortuna que les ha hecho ganarse el mote de 'gafes' entre el resto de hermanos. «Nos lo tomamos con humor. No podemos encajarlo de otro modo, pero es una situación muy frustrante», confiesa Ángela Regalado, que se enamoró de la Lanzada gracias a su abuela. «Fue la última imagen que vio antes de fallecer. Desde entonces sentí que tenía que unirme a ellas y salir como costalera de la Virgen».
Junto con Ángela, sus compañeras de la cuadrilla se ayudan mutuamente a fajarse. A continuación, se sitúan bajo la parihuela y se aferran con decisión a los hierros. La Semana Santa se aproxima y el mero hecho de imaginarse levantando la imagen sobre su costal por el Zaidín es suficiente para emocionarse. «La lluvia siempre la tienes en mente, pero el coronavirus era impensable. Fue un palo muy duro que queremos dejar atrás de una vez este año», explica Inma Rodríguez. A su lado en el paso se encuentra Andrea Vargas, cuyo fervor por la Virgen de la Caridad puede hasta con los problemas de rodilla que arrastra desde hace años.
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«He estado en otras hermandades, pero la Lanzada tiene un significado especial para mí. Mi abuela murió justamente el pasado Martes Santo, por lo que no pude reunirme con mis compañeras. Este año quiero saldar esa deuda. También en recuerdo de mi abuela. Así que me pondré rodillera o lo que haga falta para salir y aguantar el recorrido. Es un orgullo», detalla. Los encargados de guiar sus pasos esta Semana Santa serán Álvaro y Alberto. Ambos pertenecen al equipo de capataces de la Lanzada, que los ha visto crecer cada Martes Santo. «Me bautizaron e hice la comunión en la parroquia de la Lanzada, en la calle Fernando de los Ríos. Desde entonces siempre he estado ligado a ella», cuenta Álvaro Fernández.
«De niño siempre me traían a ver la procesión y decidí convertirme en miembro de la cofradía en 2020. Luego llegó lo que todos sabemos, pero la ilusión está intacta. Este año nos toca», afirma convencido el capataz, que viene desde La Zubia para asistir a su Lanzada. Más próxima se halla la vivienda de Alberto Guerrero, vecino del barrio de toda la vida. También esperando a estrenarse como contraguía este año, es el único de los 'gafes' al que la suerte le sonrió alguna vez. «Lo recuerdo perfectamente. En 1999 pude procesionar con la Lanzada. Tocaba el tambor en la banda y desfilé por el Zaidín. El año pasado me quedé con la miel en los labios para debutar como capataz, pero este año lo tenemos todo preparado. Soñamos con un sol radiante y poder disfrutar», concluye. Ahora sí, si el cielo quiere, lanzados hacia el Martes Santo.
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