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Jueves, 21 de noviembre 2019, 12:08
Siete hombres cargan con una máquina Wintersteiger. Tratan de meterla en una tienda de alquiler y venta de material de esquí. Han ingeniado una suerte de carrito de madera 'home made' con el que están salvando las rampas de un establecimiento en cuyo interior se ven cajas de herramientas y productos de limpieza. Al lado, un pintor da color a la fachada de un bar. Suena una sierra de calar. Y también música de baile desde una pizzería en la que su dueño, pese al frío, ha salido a fumarse un cigarro fuera. A la vista tiene la plaza de Pradollano, la zona cero de la estación de esquí de Sierra Nevada. El sábado se inaugura temporada, y es por esto por lo que la actividad ha vuelto a este lugar situado a más de 2.000 metros de altura.
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Simone lleva un gorro calado, una braga al cuello y de su taza de café sube la típica columna de vaho. «Nosotros alquilamos material y damos clases», cuenta un poco tímida. No se esperaba preguntas indiscretas a solo cuatro días de empezar la temporada. «Está todo manga por hombro», dice mirando su tienda, en la que se pueden ver estanterías llenas de botas de montaña. Están alineadas como los esquíes y las tablas de snow. Está contenta con la nieve que ve, aunque en su modo de vida eso importa poco. Esto es Sierra Nevada, y todo depende del clima. «Siempre estamos mirando el cielo», explican Sara y Samir, al otro extremo de la calle.
Están casi a pie de pista. En el restaurante Pepe Bollos. «Uno puede caer de los esquíes a una de las mesas», bromea él, que es encargado de este bar especializado en paellas. Andan con la mopa y moviendo sillas.
Más tranquilo está Juan Luis Hernández, de Monitor Tecno. Es el jefe, o más bien lo es su mujer, que como se ha ido a no sé dónde, atiende él a las visitas mientras un montón de gente está alistando su tienda de moda y material deportivo. Llevan desde septiembre haciendo reformas en un local que enseña orgulloso. Como lleva 40 años en la sierra sospecha que la temporada será buena. «Ya hay una buena base de nieve, solo hay que esperar a que se mantenga por el bien de un deporte al que hay que mirarlo con optimismo», señala.
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A la vez que dos enamorados se hacen un selfi delante de una montaña de nieve, otra pareja, esta de currantes, limpia con pala y cepillo la entrada del Rincón de María. «¡Es fuerte esto. Para una vez que trabajáis y os hacen una foto!», bromea un tercer compañero. Todos ríen.
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«Hay ganas de sierra», dice un trabajador de Cetursa desde unas oficinas en las que ya suena el teléfono o empieza el ir y venir nervioso que anuncia el inicio de la temporada. Por las ventanas se ven las alfombras blancas; unas pistas que, bien peinadas, ya esperan su cita con los visitantes.
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