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F. MARTÍNEZ PEREA
Sábado, 22 de junio 2019, 02:17
Lamento no acordarme de quién lo dijo, porque, tal vez sin pretenderlo, hizo una perfecta definición del toreo de ayer, de hoy, de mañana y quiera Dios que de tiempos venideros, que tal y como está el patio vaya usted a saber lo que dura ... la criatura. El personaje en cuestión afirmó que hay quien sueña el toreo, quien sencillamente lo hace y algunos, muy pocos, lo inventan. A semejante afirmación, que compendia muchas cosas de las que suelen ser habituales en las plazas de toros, se le podría añadir que también hay quien lo borda cuando la inspiración brota de las entrañas y se hace terrenal en un lance de capa o en un muletazo y algunos que lo mancillan cuando pintan bastos y el toreo deja de ser arte para convertirse en artificio. Lo difícil, en cualquier caso, es saber quién es quién cuando, como ayer, los artistas asumen distintos roles y llegan a desconcertar con prestaciones contradictorias. Porque Morante, el siempre genial Morante, capaz de lo mejor y de lo peor -y para ejemplo lo sucedido ayer- pero siempre diferente y único, sueña muchas ve ces el toreo, lo borda y hasta lo inventa. ¿Y qué decir de Julián López 'El Juli'? ¿O de David Fandila 'El Fandi'? También ellos pueden hacer del toreo sueño, inventar cosas y ayudar a que prevalezcan valores eternos en arte tan complejo como la raza, la sabiduría, la maestría o el orgullo. Y pueden, además, convertir el espectáculo en algo apoteósico, siempre, claro, que el otro actor estelar de la Fiesta, o el más protagonista, el toro sepa rendir culto a la bravura, algo que, visto lo visto en las dos corridas que llevamos del serial, empieza a ser una quimera.
Pese a todo, importante fue el triunfo de Julián López, sublimes los chispazos de torería de Morante de la Puebla con el que abrió plaza y de muy alto voltaje, en lo emocional, la comunión público-Fandi, un idilio que dura ya más de veinte años y que solo es perceptible en toda su dimensión cuando se vive en la Monumental de Frascuelo, el escenario de sus más importantes gestas y su particular feudo. Un escenario en el que ayer planeó, como acicate para dos de las tres figuras actuantes, la sombra de José Tomás, el torero que ha soñado el toreo, que ha hecho el toreo, que ha bordado el toreo y que también ha inventado muchas cosas en el toreo, entre ellas una forma nueva de vender el producto que no tiene parangón. Ninguno de ellos iba a competir en el ruedo con el de Galapagar, pero sí con su propio ego. El mero hecho de saber que un día después iba a estar quien solo aparece muy de tarde en tarde sobraba y bastaba para que toreros como 'El Juli' o 'El Fandi' pusieran toda la carne del orgullo en el asador de los triunfos. Las figuras lo suelen hacer siempre -por eso son figuras-, pero algunas tardes son especiales y la de ayer era una de ellas.
Monumental de Frascuelo Segundo festejo de abono de la feria del Corpus 2019. Lleno de «no hay billetes» en tarde ya veraniega pero de agradable temperatura.
Ganado Tres toros de García Jiménez (primero, segundo y sexto), dos de Olga Jiménez (tercero y cuarto) y uno de Peña de Francia (quinto), de desigual presentación y bajos de raza en conjunto. Flojo pero con clase el primero, con transmisión y motor el tercero y manejable, aunque nada fácil, el sexto. Pesaron por orden de lidia, según el cartel anunciador, 461, 548, 536, 532, 543 y 506 kilos , respectivamente.
Toreros José Antonio 'Morante de la Puebla ' (canela y azabache), ovación y gran bronca, con gritos de «¡fuera, fuera»! Julián López 'El Juli' (nazareno y oro), oreja y oreja. David Fandila 'El Fandi' (coral y oro), dos orejas y oreja con fuerte petición de la segunda. 'El Juli' y 'El Fandi' salieron a hombros por la Puerta Grande a los sones de 'Granada', de Agustín Lara, pieza magníficamente interpretada por la banda por segundo día como epílogo de la corrida.
A 'Morante de la Puebla', que responde a un perfil de torero poco dado a impulsos que no sean los que emanan de su propio arte -solo rivaliza con él mismo, para bien o para mal- el fenómeno José Tomás no debió alterar para nada ni su actitud ni su compromiso. La Monumental de Frascuelo, donde ha cuajado faenas memorables, le sobra y le basta para inspirarse. O, como en esta ocasión, para sentirse en unos cuantos lances a la verónica, en diez o doce muletazos y en un par de detalles. Oro puro todo, pero insuficiente para satisfacer las expectativas de sus incondicionales, que siempre esperan que el genio coquetee con las musas y de rienda suelta a todo su enorme caudal de sentimiento. Las dos tandas de derechazos al que abrió plaza fueron de los que amortizan una entrada por su naturalidad, despaciosidad y belleza. El toro, de una nobleza excepcional, pero muy flojito, tenía esos pases y Morante se los sacó, algo que muchos supieron valorar. La ovación obligó al sevillano a saludar desde el tercio.
Con el cuarto, un toro deslucido, Morante no se dio coba. Vio pronto que las opciones de lucirse eran prácticamente inexistentes y tiró por la calle de en medio. El público esperaba algo más y la bronca fue monumental, con gritos de «¡fuera, fuera!». Morante es así y a estas alturas de la película nadie lo va a cambiar.
Julián López El Juli, que sí responde al perfil más común de los toreros que no dejan nada a la improvisación y que confían más en su sabiduría y técnica que en cualquier agente externo vinculado a la mística, sí salió dispuesto a luchar con todo y contra todos. Y como está en un momento de madurez que le permite enfrentarse a todo tipo de toros, sus dos faenas fueron modélicas por su planteamiento y ejecución. Su primer oponente tenía poca raza y menos clase y el quinto no le dio facilidades, pero a los dos fue capaz de cortarle una oreja. Lo que le faltó a sus dos toros lo puso él, consiguiendo, además, momentos de lucimiernto con capote y muleta. La dos estocadas con las que rubricó sus trasteos fueron imperiales, sobre todo la última, de las que se llaman de libro.
Sigue siendo el rey
David Fandila 'El Fandi', que tiene cada año la difícil papeleta en su tierra y ante su público de retar su pasado -cuarenta y siete salidas a hombros en cincuenta corridas de toros tenía hasta ayer, un récord difícil de igualar, pero que sigue en aumento -sumó una más- salió a revientacalderas. Con las ganas de siempre, con la raza de siempre y con su repertorio de siempre, pero mejorado, con más poso. Fandila en 'Fandi', sin complejos y dispuesto a demostrar que, además de un excepcional rehiletero, es un extraordinario capotero, un muletero que también se siente y se gusta en el toreo fundamental y un magnífico estoqueador. ¡Casi nada¡ Un Fandila que se puso de rodillas para recetarle varias largas cambiadas a su primero, pero que a renglón seguido lanceó a la verónica con cadencia y gusto, con media de rodillas enorme, que galleó por chicuelinas al paso al llevar a su oponente a la jurisdicción del picador y quitó por saltilleras antes de tomar los palos para regalar un tercio imponente, con tres pares ejecutados de dentro a fuera. Y con el público enfervorizado, o enfandilado, una faena con muy pocas concesiones a la galería y muy de verdad, primero de hinojos y después, recobrada la verticalidad, con series de exquisito pulso y temple, toreando con suavidad y muy despacio en una de las mejores versiones que se le recuerdan. Recurrió muy al final a los molinetes de rodillas y a los desplantes y terminó con una fenomenal estocada que le puso en sus manos las dos orejas de su bravo oponente, el mejor del encierro.
Todo lo realizado con el tercero lo repitió 'El Fandi' con el que cerró plaza, un toro menos claro, más informal en sus embestidas, pero al que también toreó magníficamente con el capote en el recibo y en un vistoso quite por rogerinas. Tomó los palos, colocó dos pares espectaculares y quiso regalar un tercero al quiebro citando de rodillas. El toro no respondió al quiebro, empaló al granadino, hizo por él en cuando lo tuvo a su merced y lo zarandeó. Se temió una cornada seria, pero 'El Fandi', algo aturdido, volvió a la cara del toro, colocó un par al violín, paró al toro apoyándose en su testuz y convirtió la plaza en un clamor. Todo lo que siguió, que fue mucho y muy intenso, tuvo acentos épicos. Pases cambiados por la espalda, series con las dos manos de trazo largo, adornos, desplantes y, como remate, una nueva y gran estocada. Tercera oreja y algo incuestionable: En Granada sigue siendo el rey. David sigue en el trono de 'El Fandi' .
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