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Ángel Arias, con su lista de canciones en el casette de la cara B. PEPE MARÍN

La Cara B de Granada

El de en medio de los Arias

Fue miembro de Lagartija Nick, maneja siete lenguajes de programación y, ahora mismo, su instrumento musical fundamental es un procesador de textos de hace 30 años. «Tecleo haikus de código y pasan cosas»

Jueves, 30 de marzo 2023

Ángel nació con un superpoder, la invisibilidad. «Si eres hermano mediano ya sabes de lo que te hablo», dice entre risas. Por las ranuras de la persiana se cuelan tres rayos de luz albaicinera que chocan con una preciosa guitarra negra en la que se lee TNT. «Es la guitarra de Jesús. No la he tocado, está como él la dejó». Un poco más allá, entre el sofá y la mesa, hay un sintetizador Prophecy que Ángel levanta como la espada de Arturo. «Esto supuso un punto de inflexión en mi vida. En 1999 era mánager de Lagartija Nick, pero también tocaba en el grupo, con mi hermano Antonio. Yo hacía efectos con este sintetizador y un ordenador de tubo catódico. La liábamos parda, pero la gente no lo apreciaba. Por eso lo dejé».

Ángel Arias (Granada, «pero pon de la Chana», 1964) es un artista complejo y polivalente que nació entre dos soles. «Jesús era el súper inteligente, brillantísimo. Y Antonio, el bonico, rubillo con los ojos verdes. A mí me tocó ser el de en medio, por lo que me tuve que reivindicar haciendo el chalao», bromea. Pero lo cierto es que de los tres, el primero que tocó una guitarra fue él. «Mis hermanos se enamoraron de la música y se casaron con ella. Yo me lío con ella de vez en cuando porque tengo otras inquietudes». En 2015, cuando falleció Jesús, una vecina del barrio se acercó a Ángel y Antonio y les contó que, de pequeños, se encontró con los tres en el portal y les preguntó qué hacían. Jesús le respondió que estaban jugando al circo porque de mayores iban a ser artistas. «¿Ves? –sigue Ángel– No hubo elección. Jesús lo tenía claro y él era un facilitador de cosas. Él hizo que pasara».

Ángel Arias, rodeado de sus instrumentos. PEPE MARÍN

Después de aquella última racha con Lagartija Nick, Ángel se dedicó en cuerpo y alma a aprender una de sus pasiones: lenguajes de programación. De hecho, hace poco participó en un congreso europeo de ciberseguridad. «Me pidieron una sesión de lo que hago ahora: live coding. Verás, mi instrumento musical fundamental es un editor de texto de hace 30 años. Lo tengo conectado a generador de sonido y, mientras yo tecleo haikus de código, van pasando cosas. Los lenguajes de programación son los más versátiles que ha inventado el ser humano. Las posibilidades artísticas y expresivas son ilimitadas».

El Arias mediano maneja siete lenguajes de programación, es un experto navegante de la Dark Web y un fiel seguidor de uno de los granadinos más revolucionarios de la historia de la humanidad: José Val del Omar. «¡El tipo que inventó el zoom es granadino! Creo que es un personaje fascinante, ¡el proto hacker! Muchas veces me pregunto qué hubiera hecho hoy en día con las posibilidades que hay». Conforme habla, Ángel repasa su biblioteca particular, repleta de libros de Granada, música y del propio Val del Omar, pero también sobre metaverso, código, criptomonedas, diseño, marketing y, sobre todo, por supuesto, programación.

Imagen principal - El de en medio de los Arias
Imagen secundaria 1 - El de en medio de los Arias
Imagen secundaria 2 - El de en medio de los Arias

«Tengo más de veinte ordenadores», dice Arias. «Y todo empezó con Apple Computer, a principios de los 90». Por aquellos años, su madre le ofreció unos ahorros para comprarse un coche de segunda mano. «¿Y si en vez de eso me compro un ordenador? Yo era realizador de cine, hice el videoclip de 'Nuevo Harlem', de Lagartija. Pero ir al estudio a montar era un pastizal. Entonces me gasté casi un millón de pesetas, una barbaridad en la época, en un Mac y una placa para conectarme a Internet». En 1992, se pueden imaginar el Internet que había: casi nada. «Yo viví en primera persona el surgimiento de la web», subraya con una mano apoyada en un viejo ordenador de tubo. En frente hay una hilera de discos entre los que destaca uno: 'Omega'.

«Todo el mundo dice que estuvo en 'Omega', pero yo estuve de verdad», ríe, con el vinilo entre las manos. «El día del concierto en el Teatro Albéniz, cuando acabó, Enrique Morente me preguntó en el camerino qué tal. Le dije que la mitad del público nos quería matar y la otra mitad aplaudía con locura. Eso es bueno, me dijo, hemos triunfado. Si no molestas a alguien es que no lo estás haciendo bien».

Para entender qué papel tenía Ángel Arias en 'Omega' hay que rebobinar unos años, al momento en que era bailarín. «Hacía danza contemporánea y se me daba muy bien. Tanto, que me aceptaron en la academia de Nueva York. Al final no me fui porque no me dieron una beca, así que dejé el baile y monté una compañía discográfica». Gettho Vox se convirtió en un sello emblemático especializado en traer música «de importación», principalmente de Londres. De Ghetto Vox saltó a ser mánager de Lagartija Nick, en los años en que se desarrolló 'Omega'. «Las sesiones de grabación en Armilla son mías».

Angel Arias, con su sintetizador. PEPE MARÍN

Después de 'Omega', Antonio y Ángel tuvieron «desavenencias intensas». «Abandoné el grupo y me dediqué a programar y a ser padre, que era mi prioridad». Sobre la mesa hay seis ordenadores, tres placas y otros cacharros de nombres impronunciables. Ángel se sienta frente a la pantalla y teclea un reguero de letras verdes, como en 'Matrix', que provocan una inesperada ola musical. Y así, concentrado, abre el casete que da nombre a esta sección y comienza a escribir la lista de temas que componen su cara B. Él, que quizás entienda mejor que nadie lo que eso significa. «Yo soy el mediano de los Arias», dice sonriente mientras escribe en el papel la palabra «invisible».

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