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Hace un año que los agricultores granadinos se lanzaban a la desesperada y de forma caótica a cortar autovías, deteniendo brazos en alto a camiones ... en marcha en la A-92, a la altura de Albolote o enfrentándose a los antidisturbios que lanzaron pelotas de goma y gases lacrimógenos en Huétor Tájar. Granada vivió con intensidad unas revueltas que se iniciaron en Francia y contagiaron a toda Europa para sacar la tarjeta roja a un sistema que tiende a lo que llaman la 'uberización' del campo: que los pequeños y medianos productores dejen sus tierras por falta de rentabilidad para que pasen a manos de grandes empresas.
La rebelión miraba a Bruselas y plantaba cara a unas políticas europeas agrarias enfocadas a la sostenibilidad que contribuyen a reducir la producción y a las que los agricultores acusan de hacerles cada vez más pobres. Las revueltas del campo en los primeros días de febrero de 2024 –sin autorizaciones y sin respaldo de las organizaciones agrarias– se saldaron en la provincia con 197 expedientes abiertos a agricultores, de los que 107 acabaron en multa, según informa la Subdelegación del Gobierno en Granada. La mayoría fueron de 500 euros de importe, pero también llovieron las sanciones de 800 y 1.500 euros.
De los 107 agricultores multados, 73 agricultores optaron por no batallar y pagar y el resto sigue de recursos y pleitos. Por lo demás, un año después de las revueltas, el campo no sale de pobre. Tanto los agricultores que lideraron aquellas protestas como las organizaciones agrarias consultadas por IDEAL coinciden en que, a día de hoy, el campo se encuentra en el mismo punto e incluso peor.
107 sanciones
Las protestas se saldaron con 197 expedientes de sanción a agricultores de los que 107 acabaron en multa (73 se pagaron a precio reducido), según la Subdelegación del Gobierno.
1.500 euros
Las sanciones mayoritarias en las revueltas del campo de Granada en febrero de 2024 fueron de 500, 800 y 1.500 euros.
Las protestas finalizaron con la firma, por parte del Gobierno de una tabla con 45 medidas, que solo respaldaron las organizaciones UPA y Unión de Uniones y que han venido a suavizar algunas de las exigencias burocráticas, como mejora más significativa. La entrada en vigor del cuaderno del campo digital, por ejemplo, se pospuso hasta enero de 2026 en el caso de las explotaciones que utilicen fitosanitarios (prácticamente todas). «Estamos igual o peor, los problemas siguen siendo los mismos», resume el secretario de Asaja, Manuel del Pino, que recuerda que su organización no firmó ningún acuerdo y que han mantenido las movilizaciones. La última, el pasado mes de diciembre en Madrid contra los efectos negativos del tratado de Mercosur.
Manuel del Pino
Asaja
Del Pino, explica que de la tabla reivindicativa lo único destacable es alguna flexibilización de las exigencias normativas para la PAC que, a su juicio, no dejan de ser migajas. «Son cosas muy pequeñas, por ejemplo si antes te pedían cuatro metros de corredor verde ahora igual son dos... pero queda mucha burocracia por aligerar », advierte. Tampoco hay avances significativos ni en temas comerciales, ni en laborales o de fiscalidad.
Nicolás Chica
Unión de Pequeños Agricultores
En materia de precios, las lluvias que elevaron la producción calmaron los ánimos en el olivar, pero la cotización en esta campaña está cayendo a niveles que empiezan ya a ser preocupantes. «Salvamos algunos sectores, el ganadero o las hortalizas que han tenido buena campaña pero el cereal es una miseria... Los costes de producción han aumentado de forma general y la pérdida de rentabilidad se ha agudizado. Que no nos cuente milongas el ministro de que gracias a las medidas firmadas ha mejorado la situación, es mentira», concluye Del Pino, que advierte que Asaja seguirá movilizándose este año.
Gustavo Ródenas
Cooperativas Agroalimentarias Granada
El director de la Federación de Cooperativas Agroalimentarias de Granada, Gustavo Ródenas, coincide en que la flexibilización de burocracia es «tan light» que ni se nota. «Las normas de desarrollo de la PAC y las ayudas son igual de complejas o más», advierte. En opinión de Rodenas, los problemas de fondo siguen ahí . «El principal, del que llevamos años advirtiendo, es el cambio de modelo de la agricultura familiar a otro en el que han irrumpido los fondos de inversión que están transformando centenares de hectáreas. La estructura familiar se está resintiendo y son necesarias medidas a gran escala para garantizar la rentabilidad de estas explotaciones que son claves para que Europa sea autosuficiente en alimentación», analiza Ródenas.
Coincide plenamente con su reflexión Nicolás Chica, de UPA. «El problema de fondo es el cambio de modelo que se está acelerando con la irrupción de los grandes grupos. Los costes suben de forma vertigiosa y el pequeño es cada vez más dependiente de las ayudas. Nada les beneficia, la fiscalidad, la reducción de jornada, la falta de mano de obra... Cada vez hay más presión e incertidumbre. Las explotaciones pequeñas están condenadas a perder rentabilidad y esto es muy preocupante», concluye.
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