'De la mano', capítulo 3: «Le toca aprender»

Es la hora del asombro. Antonio llegó al Hospital de Asepeyo en Coslada, Madrid, para 'conocer' a su mano biónica. Un momento que esperaba desde hacía mucho, mucho tiempo. ¿Quién no hubiera entrado a toda prisa, apretando el paso, como si fuera la mañana de Reyes en el salón de casa? «Un momento -advirtió Antonio a médicos y trabajadores del centro-, que la última vez que vine os prometí que iba a traer una cosa y mi palabra va por delante». Entonces, con mirada cómplice, sacó de una bolsa de cartón tres cajas repletas de dulces. «Son unos pasteles artesanales y riquísimos que hacen unos amigos de Granada, venga, probadlos». Y era una orden.

La primera en recibir a Antonio fue Mónica González Nuño que, por aquel entonces, era la responsable de la Unidad de Prótesis y Órtesis del Hospital Asepeyo. Ahora trabaja en la Unidad de Amputados de La Paz. «¡Qué alegría verte, Antonio!», saludó la doctora. Al poco llegó Iván Germán, técnico en España y Portugal de Össur, la empresa que hace las manos biónicas. Antonio habla de Germán con absoluta admiración y cariño: «He pasado muchas horas con él, preparando esto -dijo el granadino-. Él tiene una pierna biónica también. Y una historia tremenda».

Lo cierto es que aquí, en el Hospital de Asepeyo, mires donde mires hay una historia. Sus pasillos están llenos de personas que, como Antonio, saben lo que es perder. «Este es un sitio importante», recalcaba Antonio, una y otra vez, antes de entrar. «Es asombroso lo que se puede conseguir con ciencia y tecnología», insistía. Sin duda, sabía que era su turno, que ahora le tocaba a él.

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