Escalada de violencia en el fútbol base y modesto de Granada. En este fin de semana se registraron al menos ocho incidentes graves en el campo que mostraron la peor cara de este deporte. Agresiones de los jugadores a los árbitros o al personal de ... las instalaciones, peleas entre aficionados en la grada y bofetadas de familiares al cuerpo técnico son el resumen de una jornada lamentable. Los clubes de la provincia, a la espera de que la delegación granadina de la Real Federación Andaluza de Fútbol se pronuncie, valoran medidas para sancionar a sus jugadores sin saber cómo atajar la problemática generada por el público ante los limitados recursos disponibles. Algunos clubes granadinos consideran necesaria más vigilancia policial y el ente federativo, medidas sancionadoras que recaigan directamente en los que están en las gradas.
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Pilar García-Trevijano
Los incidentes de este fin de semana han afectado todas las categorías del fútbol provincial: benjamines, alevines, cadete, juveniles y sénior. Los hechos obligaron a suspender cuatro partidos y el Comité de Competición de la delegación granadina de la Federación Andaluza de Fútbol se reúne hoy para delimitar las acciones correspondientes.
En benjamines, con jugadores de entre 8 y 9 años, se tuvo que suspender el sábado un encuentro entre el Ciudad de Granada y el UD Íllora seis minutos antes de que acabara por una disputa entre los cuerpos técnicos de ambos equipos, lo que terminó en llantos de los jugadores.
En alevines, el padre de un jugador del CD Ciudad de Granada atacó al entrenador por no sacar a su hijo a jugar en medio del partido que mantuvieron con el Arenas de Armilla. El sábado, un encuentro entre el CF Alhendín y el CD Español Albolote se saldó con la agresión al árbitro por parte de una madre. En cadetes, al finalizar el partido entre el Rayo Eneas y el Recreativo de Cájar, un espectador invadió el campo e insultó al árbitro sin llegar al contacto físico. El encuentro entre la UD Maracena y el Gabia Atlético, perteneciente a la Tercera andaluza juvenil, se suspendió por violencia verbal.
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En el Churriana B - Pinos Puente, de Segunda Andaluza sénior, un gol con controversia desencadenó una batalla campal. En ella se vieron inmersos jugadores, miembros del cuerpo técnico de ambos equipos y aficionados que saltaron desde la grada.
Por último, en la Primera andaluza, en un partido entre el equipo sénior del atlético La Zubia y el Villanueva de Mesía, un jugador agredió a un operario de mantenimiento y más de 50 personas saltaron al campo, lo que obligó a suspender el partido y dar aviso a la Guardia Civil.
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La delegación granadina de la Federación Andaluza de Fútbol señala que investiga todos estos episodios y el Comité de Competición tiene previsto reunirse este martes para imponer las sanciones oportunas. Adelantan que son «conscientes del problema» y «las medidas serán ejemplares».
Recuerdan que hace dos años se revisó el código y se encrudecieron los castigos a los clubes y los jugadores. Además, se creó la figura de responsable de padres en el fútbol base que funciona de enlace con el club e intenta apaciguar los ánimos en la grada.
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La penalización por infligir los valores del deporte contemplan hasta dos años de suspensión si se agrede al árbitro y un año si la agresión es entre jugadores. Las medidas disciplinarias van acompañadas normalmente del cierre de campo, con una pérdida económica de 250 euros, resta de puntos en la competición y una multa económica para el club.
La delegación confiesa que, en algunos aspectos, tiene las «manos atadas». Sancionar a los jugadores o al club son los mecanismos de los que disponen, pero que el castigo recaiga directamente en los que están en las gradas, protagonista de muchas de las agresiones, es más difícil que en el fútbol profesional.
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Las solucione pasan por implementar el reglamente de sanciones al fútbol base. Piden que el Gobierno central, a través de la Comisión Permanente de la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte, y la Junta de Andalucía, en la medidas de sus competencias, presten su colaboración.
Los clubes son entidades privadas con derecho de admisión, pero el control sobre el acceso al campo resulta complicado. La mayoría de partidos se celebran en instalaciones públicas y en algunos altercados es difícil identificar a los agresores. Equipos como el Ciudad de Granada solicitan más vigilancia. A este respecto, la delegación de la RFAF apunta que piden con frecuencia a Subdelegación del Gobierno la presencia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en los partidos que creen que pueden ser conflictivos, pero muchos de los altercados son imprevisibles y además la Guardia Civil no puede controlar todos los encuentros que se llevan a cabo.
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Destacan que solo un 2% de los partidos que celebran registran incidentes. En lo que va de año, se registran 34 incidencias leves relacionadas con conductas antideportivas y seis incidencias graves. Cinco de ellas se saldaron con cierres de campo de fútbol y la sexta supuso la suspensión de dos años a un jugador por agredir a un árbitro. Sin contar con los que se cancelaron este fin de semana, la RFAF tiene constancia de cuatro partidos suspendidos en lo que va de temporada. De acuerdo con la delegación granadina, el año pasado los incidentes contabilizados fueron más. Durante el mismo periodo, se cerraron 18 campos de fútbol. «Hay más visibilizacion y conciencia que antes», apuntan fuentes de la delegación.
Francisco Lozano, director del Ciudad de Granada, solicita más vigilancia en los partidos y condena la escalada de violencia en el fútbol granadino. «Entrenamos a niños, no podemos educar a sus padres. La violencia es un problema que tenemos como sociedad y no exclusivamente de los clubes. Muchos erróneamente canalizan esa rabia a través del deporte». El club, con más de 300 niños, no quiere que sus jugadores, que pertenecen también a zonas deprimidas de la ciudad, sufran estigmatización. «Son buenos jugadores, no tienen culpa de nada y les estamos inculcando todos los buenos valores», dice el hombre con 35 años de experiencia en el fútbol.
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Por su parte, Zoraida Rodríguez, psicóloga especializada en deporte, abunda en que las conductas violentas de los padres afecta a la autoestima de los menores y tiene consecuencias en su desarrollo personal. «Muchos adultos viven a través de sus hijos y consideran sus logros como éxitos personales. Los niños sienten que si fracasan en el campo, fracasan como personas. Es mucha presión y estrés». La especialista urge a conectar con los valores deportivos y pide a los clubes que pongan limites a las familias.
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