
Parafraseando a Leonard Cohen, que es algo que ya hicieron mejor Enrique Morente y Lagartija Nick, primero tomamos Granada. Lo cantó en 1988, una década antes de que la llegada del AVE a la ciudad fuese siquiera un proyecto de las administraciones. Ahora, a tres semanas largas de que los granadinos puedan por primera vez viajar en alta velocidad a Madrid y Barcelona desde la estación de Andaluces, el tren está listo para tomar Granada. Luego, siguiendo el plan estratégico del cantautor canadiense, habrá que tomar Berlín. Desde el próximo 26 de junio, será posible hacerlo sobre vías, viajando a más de 200 kilómetros por hora.
Publicidad
El aislamiento ferroviario de la capital granadina ha durado cuatro años y un par de meses de prórroga. El final de la situación, que han celebrado por igual (con alguna excepción) autoridades, agentes sociales y empresarios de la provincia, supone la conexión directa con las dos ciudades más importantes de España. La puerta al extranjero se abre en Barcelona, adonde los granadinos podrán llegar a través del tramo de vía férrea en el que se alcanza mayor velocidad de todo el país. Une las dos capitales pasando por Zaragoza; la velocidad punta en servicio alcanza los 320 kilómetros por hora. En toda la Unión Europea sólo hay otros cuatro tramos, todos ellos en Francia, donde los trenes vayan tan rápido.
La metrópoli catalana, como el armario en el que cabía toda Narnia, es la pasarela tras la que se encuentra Europa. Apostado en un vagón de un tren de alta velocidad, el aventurado granadino puede emular a los grandes autores de la literatura de viajes, un género marcado por la irrupción de los sistemas ferroviarios, y recorrer buena parte del viejo continente; al menos, si está dispuesto a que la alta velocidad no lo sea tanto. Si la prisa obliga es al menos posible llegar hasta Berlín a cerca de 300 kilómetros por hora. Para quienes estén dispuestos a disfrutar un paisaje menos borroso por el efecto de la velocidad o se entreguen a lo que venga forzados por el miedo a los aviones, las vías de hierro se despliegan sobre el mapa de Europa como las raíces de un sinuoso y anciano árbol de civilización.
Para llegar a la capital alemana, el granadino, subido al AVE tal vez todavía frotándose los ojos, sin terminar de creerlo, deja atrás la estación de Sants, en Barcelona, y avanza a casi 300 kilómetros por hora hasta llegar a Perpiñán. Allí, como ocurre con el ferrocarril a su paso por el túnel de San Francisco, en Loja, hay que echar el freno. Los trenes no pueden superar los 200 por hora hasta llegar a Burdeos, en dirección oeste, o Lyon, si se sigue hacia el norte. La marcha gana ritmo y llegar a París en alta velocidad es sólo cuestión de un poco de paciencia. En concreto, tres horas de paciencia si viaja desde Burdeos, y una menos desde Lyon. La línea que une esta ciudad con París, inaugurada en 1981, fue la primera de la historia en la alta velocidad.
El primer bastión ya está tomado, pero no hay tiempo que perder. El granadino sigue avanzando hacia el norte, con Bélgica en el horizonte, desandando a más de 270 kilómetros por hora el camino que hicieron los soldados de Hitler para tomar la capital francesa. Al llegar a Bruselas, otra encrucijada, esta vez con tres posibles destinos. Hacia el este, a través de los 50 kilómetros del Eurotúnel bajo el canal de la Mancha, Londres. Siguiendo hacia el norte, los Países Bajos; sin bajarse de la alta velocidad, el pasajero puede alcanzar Rotterdam, la ciudad que alberga el puerto más grande de Europa, y Amsterdam.
Publicidad
Hacia el este, hay que dejar atrás Lieja, la última estación de alta velocidad en suelo belga, y adentrarse en territorio alemán a través de Colonia. Sea dando un rodeo y aprovechando para visitar Frankfurt y Leipzig, o acortando camino por el norte, cruzando Dortmund y Hannover, tomar Berlín, como pidieron Leonard Cohen y Morente, está al alcance de la mano casi tres mil kilómetros de hierro después. Hacerlo en alta velocidad es una licencia poética (o mecánica).
Las vías que soportan los trenes más rápidos de Europa acaban en la capital germana. Hasta el momento, salvo por el tramo que une Perpiñán con Montpellier y Toulouse y la línea entre Dortmund y Hannover, la velocidad máxima se ha situado entre los 240 y los 320 kilómetros por hora. Eso se acabó. Sólo queda un trazado en todo el continente donde las máquinas alcancen esta cota: el que conecta San Petersburgo con Moscú. Pero eso, como decía Pepe Begines refiriéndose a Japón, está muy lejos.
Publicidad
Más sobre el ave de granada
Granada queda a partir del día 26 en la lista de lo que Renfe llama 'Ciudades AVE' (aunque aún no figura como tal en su web oficial) y conectada a una veintena de países europeos a través de las vías de alta velocidad. Tendrá que ser la imaginación del viajero quien decida el destino. Al norte de la arteria continental, Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia. Desde allí es posible, más o menos, cruzar hacia Rusia. La historia tiene gracia. Para hacerlo, hay que pasar desde Lulea, en Suecia, u Oulu, en Finlandia; pero la línea de tren que une ambas ciudades no se encuentra en la actualidad operativa y hay que hacer el trayecto en autobús. Una odisea que le resultará familiar a cualquier granadino. Una vez en Oulu, es posible volver a subir a un tren de alta velocidad y bajar, a través de Helsinki, hacia San Petersburgo y Moscú. Si el viajero decide quedarse, ya habrá logrado más que cualquier ejército moderno.
Pero el periplo no tiene por qué acabar aquí. Hacia el este, hay líneas de alta velocidad que llegan a Ekaterimburgo y Tiumén, en Rusia; en dirección sur, hasta Estambul, la capital turca, y Konya; también Atenas y Catania, mirando siempre al Mediterráneo. Luego, tal vez la nostalgia se vuelva una carga demasiado pesada y el granadino quiera volver a ver la Alhambra. Cuestión de desandar el camino. Eso sí, más le valdrá frenar a tiempo. A partir del 26 de junio, Granada formará parte del laberinto de vía férrea que recorre Europa como un sistema nervioso o el fantasma del que hablaron Marx y Engels. Ir a Sebastopol en tren de alta velocidad será posible desde entonces. A Sevilla, no.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.