El futuro está fuera de los límites físicos del monumento y los Palacios Nazaríes, que ya tienen las entradas topadas. Hay oportunidades de crecimiento en el campo del conocimiento, la innovación, el patrimonio o la sostenibilidad. Es historia y es márketing
Voy en un taxi camino de la World Travel Market con Pedro Luis Gómez, periodista malagueño que cumple cuarenta ediciones en la feria de turismo y casi ha conseguido que los británicos lo entiendan en español. La noche anterior bebimos vino con cubitos de hielo. ... Para la próxima ocasión logrará que enfríen por anticipado la botella.
Le hablo de la apuesta editorial de este domingo, el paso del quejido negro del #GranadaDuele a la autoestima del blanco del #GranadaPuede, y lo celebra: «Tener agravios comparativos te hunde en la miseria». Le anticipo que hablaremos del futuro de la Alhambra y entonces me cuenta una historia que –si nadie me la desmiente– la daré por cierta. En una antigua iglesia de Oxford Street está el Mercado Mayfair y, dentro, el restaurante Soleado, del asturiano Javier Fernández 'Pachín', un tipo que hace posible que en la City se coman calamares fritos en lugar de 'fish and chips'. En el Hispania, otro de sus establecimientos, es de los pocos sitios donde te sirven una copa que parece un gin tonic y no medio vaso de agua para tomarte la pastilla del colesterol. Y, en el Soleado, está de encargada una granadina, Marta Marín, que ha colgado en las paredes una foto de la Alhambra. Así me lo cuenta Pedro Luis; 'se non è vero, è ben trovato'.
La anécdota tiene una conclusión rápida: la Alhambra es mucho más que un monumento. Es una marca.
Por la noche acudo a la cena que organizan los compañeros del diario SUR en el Club de los Ferreteros; que tiene más madera que hierro. Contradicciones como la de conducir por la derecha. En el 'Ironmongers' hall' coincido con Ignacio Morillas, un abogado granadino que lleva 25 años en la City. Le pregunto por la Alhambra con la pretensión de que me aporte alguna frase que me salve esta Libreta del domingo. Pero me responde que, en Londres, la marca que se ha asentado es la de la Costa del Sol. El compinche Javier Recio piensa que ya se me ha fastidiado el artículo; pero todo lo contrario.
Lejos de ser un agravio, es una oportunidad si se afronta con ambición y sensatez.
MÁS ALLÁ DE LA COLINA ROJA
«Los políticos nos hemos equivocado al considerar la Alhambra solo desde la gestión administrativa», anoto la reflexión del senador Vicente Azpitarte. Junto a David Jiménez Blanco ha impulsado la Fundación Amigos de la Alhambra, cuyo patronato –en el que figuran el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, o la exrectora Pilar Aranda, entre otros– se reunirá por segunda vez este próximo martes. La fundación se presentará en Madrid el 28 de noviembre, con un concierto en el Real Teatro de Retiro para captar 'amigos' de renombre en la capital.
El director del Patronato, Rodrigo Ruiz Jiménez, me enfrentó a la evidencia hace unas semanas cuando hablábamos sobre las posibilidad de promoción: «La Alhambra no necesita vender entradas». Están todos los tickets topados. «Debemos empezar a priorizar la calidad a la cantidad. La sostenibilidad también viene del lujo», añade el jefe de Visita Pública, Gonzalo Mochón. Y sostenibilidad también puede ser sembrar las semillas de la Alhambra en cualquier parte del mundo. Una marca.
En paralelo, hay que abrir nuevas vías. «Es triste saber que mucha gente sueña con visitar la Alhambra y no podrá hacerlo. Hay que llegar hasta ellos. A los niños en situación de pobreza, a los enfermos, a toda persona que no pueda, por las razones que sean, venir. Les llevaremos la Alhambra porque hay tecnología para ello», me anticipa Gonzalo.
Además, la vista no puede reducirse a un recorrido de poco más de un par de horas. Hoy en día, los turistas –y los propios granadinos– quieren vivir una 'experiencia' y contarla. Ya no se acude a los restaurantes a comer, sino a hacer fotos de los platos. El turismo es industria del entretenimiento y los viajeros buscan algo más alrededor de una simple entrada. Nuevos itinerarios, ver la Alhambra de frente desde el Albaicín, la realidad virtual o la inmersión digital... Es márketing.
Los acuerdos a nivel internacional con otros museos, en los que trabaja Rodrigo; extender las visitas al patrimonio desconocido de la Alhambra, incluso, para el propio granadino –como haremos en este #GranadaPuede–; y acercar el monumento a la ciudad, una declaración de intenciones que en algún momento habrá que concretarla en algo.
'THINK TANK'
La Alhambra es también centro de conocimiento. Jerónimo Páez –que me ha anunciado un artículo para cualquier día de estos– insiste en la idea de convertirla en un 'think tank' de pensamiento que sirva de encuentro con el mundo árabe.
Además, puede ser –como lo fue– refugio e inspiración de grandes artistas –Antonio López pinta ahora su paisaje en 360 grados–. Debe erigirse en un referente mundial en restauración y gestión patrimonial. Pero también puede ser una terminal de cruceros en el puerto de Motril, como está proyectado.
Sin olvidar que hay cuestiones pendientes por resolver, como la conexión y el acceso; un asunto aparcado por las polémicas del Atrio, el ascensor o la escalera mecánica.
Para construir una 'marca' potente, que sea motor económico de esta provincia y abra nuevas oportunidades, hay que respetar la tradición y la historia, pero también innovar y ser atrevidos.
Los mismos pasos de siempre no sacan del mismo sitio.
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