Chema Ruiz eSPAÑA
GRANADA
Jueves, 24 de febrero 2022, 12:23
Cuando María del Mar Casado decidió abrir un segundo restaurante, el Atalaya II, no podía imaginar lo que se le venía encima. Era enero de 2020 cuando levantó la persiana de este nuevo local, ubicado en la calle Doctor Azpitarte, apenas dos meses antes de ... que la pandemia pusiera la vida patas arriba. «Eso fue lo que nos trajo de cabeza», afirma la regente del negocio. El Atalaya 'original', inaugurado en septiembre de 2013, seguía funcionando a pocos metros, en la Avenida del Doctor Olóriz, pero hoy es un establecimiento en alquiler. «Nos iba muy bien, pero con esto de la covid no se sostiene tener los dos», asevera.
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Fue el pasado 24 de diciembre cuando Casado bajó la persiana del Atalaya por última vez. «Estos dos últimos años manteniendo los dos restaurantes han sido muy estresantes. Los gastos te comen y me he quedado con uno», expresa, no del todo insatisfecha tras el traslado al segundo negocio. «La gente ya conocía el nuevo y, al final, al estar el otro cerrado, viene a este», matiza, acerca de un local que, a su juicio, «está mejor ubicado». No obstante, reconoce que le apena la clausura. «Lo he cerrado con todo el dolor de mi corazón, porque funcionaba».
Fue poco el tiempo de servicio compartido por los dos restaurantes, aunque demasiado largo el lapso durante el que María del Mar Casado hizo frente a la manutención de sendos negocios. «El nuevo estuvo abierto poco más de un mes antes de que nos cerraran. Luego, estos dos años, hemos tenido abierto solo uno, porque, con las restricciones, no era rentable que abrir ambos, pero hemos estado asumiendo los gastos de los dos durante todo este tiempo», detalla. Fue alternando la apertura de uno y otro, en ocasiones solamente con servicio a domicilio, por lo que «los periodos en los que han estado abiertos los dos han sido muy cortos». «Al momento, venían nuevas restricciones y otra vez había que despedir a la gente, enviar al ERTE… Horrible. Al final, una lo siente y dice 'voy a cortar por lo sano'».
Lo hizo y dejó al entorno de la Plaza de Toros sin un negocio que, pese a que apenas tenía ocho años, ya había echado raíces. De hecho, los vecinos de la zona transmitieron a Casado su cariño tras el cierre. «¡Vienen hasta a verme aquí arriba y a decirme que me echan de menos!», señala con alegría. «Al estar tan cerca, para ellos no es que haya cerrado, sino que me he mudado. Viene gente del barrio, de los hospitales, de los juzgados…», precisa.
El hueco vacío en la Avenida del Doctor Olóriz, en un coqueto local incrustado en la hendidura que divide un bloque de pisos, se expone ahora en la red para encontrar quien le vuelva a dar vida. «Creo que lo alquilarán y darán sangre nueva al barrio, que viene muy bien», supone María del Mar Casado. El barrio, en cualquier caso, no pierde la sonrisa, sino que se acostumbra al nuevo trayecto que le lleva hasta el Atalaya II.
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