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Cinco años de instrucción. Cinco horas de juicio. Tres acusados que niegan haber prevaricado o tratado de influir en los funcionarios municipales en su beneficio. Una única acusación, la popular ejercida por el empresario Ramón Arenas. Un juez, el que condenó a Juana Rivas, con ... fama de ser implacable, Manuel Piñar. Y una sentencia por dictar después de que la fiscalía y el Ayuntamiento de la ciudad hayan pedido que sea absolutoria y de que la propia acusación haya rebajado su petición de cárcel de 4 años y medio a un año y medio.
Esta sería la sinopsis de la intensa jornada que se vivió este jueves en el complejo judicial de la Caleta con motivo del primer juicio del caso Nazarí. En el banquillo de los acusados de la sala Antonio Angulo, situada en la parte central de la Caleta, se sentaron el exalcalde de la ciudad José Torres Hurtado, la exedil de Urbanismo Isabel Nieto y el ex director general de Licencias del Ayuntamiento de Granada Emilio Martín Herrera.
Los dos primeros lograron esquivar a la nube de periodistas que les aguardaban a primera hora de la mañana entrando por otra puerta al edificio, pero no evitaron que su imagen fuera captada al salir de los juzgados minutos después de las 15.00 horas.
En esta pieza de la Nazarí, el magistrado habrá de determinar si el exregidor y sus compañeros de banquillo prevaricaron tanto en los trámites para obtener la licencia de primera ocupación del edificio del número 8 de la calle Obispo Hurtado, como a la hora de legalizar la altura de los techos y algunos aspectos exteriores de la fachada. En ese bloque tienen pisos Nieto y el ex primer edil, así como familiares.
Los interrogatorios fueron cortos y los precedió, aparte de la ronda de cuestiones previas, una suerte de repaso del juez al escrito de acusación con preguntas comunes dirigidas a los tres acusados. Los tres negaron categóricamente haber cometido ilicitud alguna.
Torres Hurtado y Nieto dejaron claro que no intervinieron en los dos expedientes administrativos en los que Ramón Arenas sitúa las presunta irregularidades. También rechazaron haber presionado o tratado de influir en los técnicos y funcionarios del área de Urbanismo para que se emitieran, con una celeridad inusual, informes que les permitiesen obtener la licencia para ocupar el inmueble ante la posibilidad de no ganar las elecciones en mayo de 2015.
JOsé Torres Hurtado
Exalcalde de Granada
«En ningún momento he influido en mis compañeros», recalcó por su parte el ex primer edil, a la vez que ha dejó claro que no firmó ni decidió «nada» en ninguno de los expedientes relativos a su bloque. Este, especificó, fue levantado por su hermano Antonio en unos terrenos que pertenecían a una comunidad religiosa (la Congregación Siervas del Evangelio). En el edificio, según explicó, se compró una vivienda el 31 de diciembre de 2012, pero él no firmó «ninguna licencia», garantizó, al tiempo que subrayó que «siempre» tuvo, durante sus años en el sillón de la Alcaldía de la Plaza del Carmen, sus competencias en Urbanismo delegadas.
En esa misma fecha, según detalló Isabel Nieto, adquirió ella su piso. La exconcejala fue rotunda a la hora de negar participación alguna en los expedientes que le afectaban como promotora y propietaria de su vivienda. Aseguró que no trató de influir en ninguno de los funcionarios para legalizar las infracciones apreciadas en la construcción y sostuvo que no firmó ninguna de las resoluciones tildadas de prevaricadoras.
Por su parte, Emilio Martín Herrera dejó claro que solo informó para «iniciar el expediente sancionador» porque las alturas de los techos y los elementos volados de este inmueble no respetaban lo establecido en el PGOU. Al mismo tiempo negó haber recibido sugerencia alguna de Torres Hurtado para actuar de un modo u otro. Rechazó además de plano que hubiera habido «ninguna» connivencia entre el alcalde y los funcionarios de su área para esta operación urbanística. Él, aclaró, se limitó a firmar «como director» de su departamento las notificaciones oportunas, pero nada en esta operación urbanística que tuviera carácter intelectual o decisorio.
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En cuanto a la rebaja introducida por el abogado de Ramón Arenas, Jorge Fernández, se debió a la eliminación del delito de prevaricación urbanística que inicialmente les atribuía y por el que pedía tres años de prisión y diez de inhabilitación.
Al retirar este cargo, se quedaría solo el de prevaricación común, por el que pedía 12 años de inhabilitación en su escrito provisional, y el de tráfico de influencias, por el que reclamaba un año y medio de cárcel y 8 de inhabilitación. Así las cosas, la pena finalmente solicitada sería de un año y medio de prisión y 20 de inhabilitación.
La acusación popular planteó, no obstante, una alternativa al delito de tráfico de influencias, para que, en caso de no ser considerado acreditado, se castigue por un delito de negociaciones y actividades prohibidas a funcionario público. Por este ilícito solicitó un año de prisión, tres de inhabilitación y multa de 3.600 euros. Lo planteó, según aclaró el abogado, por considerar que tanto el exregidor como Nieto actuaron «utilizando al hermano» del primero para aprovecharse de «ventajas económicas y patrimoniales» en aquella promoción y, supuestamente, ocultando que desde diciembre de 2011 ya eran miembros de la comunidad.
El letrado puso el acento en que «no se pueden realizar cambios de competencias cuando se está en funciones» en un Ayuntamiento. Y es que en su escrito sostenía que firmó la resolución de la licencia de primera ocupación otra concejala en lugar de Juan Antonio Mérida, que era el competente. En cualquier caso, admitió, tras escuchar a procesados, testigos y peritos, que no existió prevaricación urbanística.
Ernesto osuna
Defensa de Isabel Nieto
Las defensas, ejercidas por los penalistas Pablo Luna y Ernesto Osuna, fueron especialmente duras en sus informes finales. Tildaron de «una auténtica vergüenza» que hubiese llegado a juicio un asunto como este. Recordaron que ya se había resuelto en la vía administrativa y que se saldó al final con una multa de 900 euros a la comunidad de propietarios.
Ambos juristas censuraron el ataque «al honor» de sus clientes que ha supuesto un caso que va adelgazando por momentos (ya se han archivado tres de las ocho causas y en esta solo ha acusado Arenas) y criticaron las vigilancias que hizo la UDEF para plasmar en su informe cómo entraban y salían sus clientes de un edificio donde viven, fotos incluidas. Esas pesquisas policiales, a juicio de Osuna, fueron más propias «de seguimientos a ETA o al narcotráfico» que a dos políticos locales. Este letrado pidió además la condena en costas de Arenas por «temeridad» y «mala fe» procesal, al haber continuado con el proceso pese a saber que no había delito alguno.
Ninguno de los tres acusados, que están inmersos en otros de los expedientes del caso Nazarí que siguen en instrucción en el juzgado de la magistrada María Ángeles Jiménez, hizo uso de su derecho a pronunciar la última palabra en el juicio. La vista contó con menos público del que se esperaba, pero sí acaparó la atención de numerosos periodistas.
A los informadores, a primera hora, antes de acceder a la sala, Ramón Arenas, con semblante serio, se limitó a recordar que pedía tanto penas de prisión como de inhabilitación. «Espero que se haga justicia, simplemente», espetó.
Ninguno de los funcionarios y técnicos del Ayuntamiento de Granada propuestos tanto por la acusación popular como por las defensas admitió haber recibido algún tipo de presión de los acusados para emitir informes en un sentido favorable a sus intereses.
«Jamás he recibido presión. Nunca», dijo por ejemplo L. G-T., letrado del Consistorio. Este jurista garantizó expresamente al juez no haber tenido jamás noticia de que alguno de los tres acusados hubiera presionado en los expedientes relativos al edificio de Obispo Hurtado investigado.
«¿Ha visto alguna anormalidad en este asunto?», insistió el juez Manuel Piñar durante la testifical de este abogado. «A mí no me consta. No me consta ninguna monstruosidad en lo que he visto», respondió taxativo. Él, explicó, emitió en su día, a instancias del coordinador general del área, un informe relacionado con la aplicación de la normativa a la hora de legalizar aspectos con los que se haya infringido la legalidad urbanística. «Pero no referido a este expediente», aclaró.
Otro de los testigos fue el actual secretario general del Ayuntamiento, que lo fue también en su momento de la Gerencia. El expediente del bloque de la controversia, según apuntó, lo ha visto después, sin haber observado «ninguna ilegalidad».
Otra testigo, M. M. L., miembro de la comisión del Plan Centro en la que Isabel Nieto, a juicio de la acusación, debió abstenerse, aclaró que la concejala asistía efectivamente a las reuniones, si bien «solo presidía y no votaba». La exconcejala, según desveló esta técnica, acudía a las comisiones pero solía dedicarse a firmar «sus papeles y decretos».
M. M. L. reconoció al magistrado que «no vio nada de clamorosa ilegalidad» y le aseguró que nadie trató de influir en sus informes. Ella fue quien emitió la propuesta de resolución de la licencia de primera ocupación y la propuesta de incoación para el expediente sancionador.
También desfiló por la sala Antonio Angulo María Paz Spínola, la ex directora general de Urbanismo, a la que también implica la UDEFen las presuntas irregularidades de otras operación incluidas en el caso Nazarí. Tras su intervención, que fue en la misma línea del resto, la fiscal, que no formuló preguntas durante la sesión, hizo hincapié en su condición de investigada en otras piezas de esta causa penal.
J. A. R. inauguró la relación de testimonios propuestos por la acusación popular. Se trata de un funcionario jubilado del Consistorio que solo conocía el bloque de Torres Hurtado de pasar frente a él. Ante ello, fue despedido pronto por su señoría.
El funcionario Manuel N., uno de los testigos de cargo supuestamente claves en el caso, explicó que cuando acudió a declarar en comisaría habló a la Policía Judicial de un expediente «con cierta similitud» al de Obispo en lo concerniente a las alturas de los techos. Dicho expediente era el de los pisos construidos en el antiguo Estadio Los Cármenes, en el que para corregir el problema emitió un informe en el que abogó por usar un instrumento de planeamiento urbanístico distinto (un Plan Especial) al que finalmente se usó (un estudio de detalle) para modificar el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU).
También depuso en el acto, entre otros técnicos, el arquitecto que emitió tres informes previos a la aprobación de la licencia de primera ocupación (la acusación cree que se emitieron con demasiada celeridad para garantizar la aprobación ante las celebración de elecciones en mayo de 2015). El técnico asintió al juez tras ser preguntado sobre si informó «libre y al margen de presiones».
En cuanto a los peritos, ratificaron sus informes los técnicos de la Junta de Andalucía, al igual que dos investigadores policiales de la UDEF, uno de los cuales se refirió a un correo de la exconcejala dirigido al excoordinador de Urbanismo en el que instaba «a la aprobación de la licencia».
Ahora habrá que esperar a ver la repercusión de lo manifestado por unos y otros en el fallo que dicte el titular de Penal 1.
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