El sector del espárrago es capaz de dar pleno empleo en los pueblos de la Vega y el Poniente granadino durante los meses de campaña. Cuestión distinta es que la gente quiera trabajar en el espárrago. La falta de mano de obra, un problema generalizado ... en el campo, la sufren los almacenes y la sufren los empresarios agrícolas como Inma Llamas y José Gámiz, matrimonio que gestiona una explotación en la zona de los Calardos, en Húetor Vega, inmersa en estos día en la campaña del verdeo del espárrago y la calabaza.
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«Pagamos por encima de convenio pero, sobre todo, hacemos malabares para garantizar ocho horas diarias de jornada a los trabajadores y empleo todo el año», explica la agricultura. Su política es combinar distintos cultivos como el olivar ecológico, la alcachofa o el espárrago verde para dar empleo durante todo el año.
«Es nuestra política porque creemos que es de justicia dar estabilidad pero aún así nos vemos y nos deseamos para encontrar gente», explica Inmaculada, que lleva la explotación con la ayuda de sus dos hijas.
En esta familia de agricultores todos son universitarios. El padre hizo Económicas, Inmaculada hizo Derecho, la hija mayor estudió Magisterio de Audición y Lenguaje y la pequeña, Lucía, de 25 años, Trabajo Social. «Empecé ayudando a mis padres porque no encontraban gente para sacar adelante la explotación y aquí me he quedado», cuenta feliz la joven, que lo mismo recoge calabazas, que conduce un remolque cargado con cinco mil kilos de espárragos. «Con la falta de mano de obra que hay tenemos que saber hacer de todo», afirma la joven. El trabajo es muy duro, «pero todos los trabajos tienen lo suyo», coinciden madre e hija.
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Hay momentos en los que llegan a pasarlo mal. «La campaña de la patata fue agobiante, iba a reventar por no dejarlas en el campo. Hay que darle una solución a esta situación porque es absurdo que haya inmigrantes que quieren y no pueden trabar y que nosotras no podamos recoger los cultivos», inciden. Solventar el déficit de profesionales en el campo y modernizar el riego son los retos de futuro. «Tenemos un potencial enorme y podríamos sacar mucho más rendimiento a estas tierras, pero la mayoría de los agricultores son mayores y no tienen relevo, saben que van a tener que vender y ya no se quieren complicar con inversiones de riego», suspira Lucía.
«El año pasado se quedó espárrago sin recoger al final de la campaña y se disparó el precio y esto se va a repetir. O ponemos soluciones o los productos del campo van a ser inasumibles para las familias», sentencia.
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