La Vega de Granada lleva siete días entre terremotos. Los vecinos de localidades como Atarfe, Chauchina y Santa Fe encaran sus jornadas diarias a la espera de que desaparezcan los temblores de tierra. Julia es una de las afectadas. Tiene 22 años estudia para ser maestra de Educación Infantil y esta mañana de viernes pasea sus tres perros.
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Vive en la calle Olivares, una de las más afectadas por los terremotos. Por el enjambre sísmico, que le llaman. «Desde la medianoche del jueves al viernes hasta ahora mismo, las doce del mediodía, hemos sufrido 63 temblores». De repente, la casa se vuelve a mover. Un meneíto suave. «64», cuenta Julia. Sus padres están en casa. En el salón tienen los colchones contra la pared. «Nos hemos venido a dormir al salón. En la parte de arriba de la casa se pasa más susto», explican.
El adosado está lleno de rajas por todas partes. Se cae el yeso y tienen mucho miedo. Están atemorizados. «Mañana viene el perito. A ver qué nos dice. Pero no sabemos qué va a pasar y esta situación es inaguantable», cuenta el padre. Cuando nos vamos de su hogar, Julia, con gran sentido del humor, nos suelta: «No cerréis la puerta al salir, no vaya a ser que tengamos nosotros que salir corriendo por otro terremoto».
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Esta situación la confirma el alcalde de Atarfe, Pedro Martínez Parra. Sucede en estas localidades que el sábado sufrieron desperfectos, pero que el enjambre sísmico ha ido agravando cada una de las situaciones, como el martillo machaca al clavo hasta que al final lo hunde en la madera. «Lo peor fue el terremoto del sábado, pero dado que siguen los temblores, todo va a peor. Acabo de estar con los técnicos de Diputación haciendo un balance y, efectivamente, los daños producidos por los terremotos ha agudizado algunos desperfectos y destrozos ya producidos en el sábado».
En Atarfe la vida quiere volver a la normalidad. En la mañana de hoy, había colas de vecinos ante las sucursales bancarias y los comercios del centro de la localidad. Las terrazas presentaban a numerosos vecinos que desayunaban y el churrero tenía cola para despachar sus calentitos y dulces productos. La escena es cotidianeidad pura, pero es que los sustos van por dentro, como las procesiones.
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Marina Martín Jiménez, alcaldesa de Chauchina, solo espera no tener que volver a salir de ruta en la noche de este viernes. Cada vez que hay un temblor de los gordos, se sube al automóvil con su concejal de Urbanismo y Mantenimiento, Martín Martín, y junto a Araceli, la arquitecta municipal, se van de ruta por la localidad. El objetivo es doble, inspeccionar los posibles daños y tranquiizar a la población.
Lo que relata la alcaldesa, es un eco de lo ya comentado por su homólogo atarfeño: «Chauchina también resultó afectada por el gran terremoto del sábado pasado. A partir de ahí, ha tenido también de forma continua muchos temblores, con lo que la situación se ha agravado». Es como cuando llueve sobre mojadao o, mejor, una glta malaya persistente.
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La tarde-noche del jueves a este viernes la tierra volvió a temblar. La escena entonces se repitió. «La gente volvió a salir a la calle. Algunos se fueron al polígono La Rosa, que está a campo abierto. Nosotros abrimos el parque de los Patos, que está en el centro de Chauchina. Los demás son parques abiertos. El que abrimos tiene una gran explanada. En la zona vive mucha gente. El polideportivo solo se abrió con el terremoto del sábado. Sinceramente, la gente se lo tomó con un poquito más de tranquilidad, pero es que el sábado fue una locura».
Manuel Gil, alcalde de Santa Fe, cuenta por su parte que su localidad se encuentra en estado preventivo. «Realmente, según los técnicos, no hay daños estructurales, pero en algunos casos son aparatosos y hemos preferido tomar las medidas adecuadas». Se refiere por ejemplo a la medida de cortar el tráfico por la calle Real, ya que el Arco de Loja está dañado «y la grieta se ha ampliado».
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De igual forma, añade, «en el arco de Sevilla se percibe alguna grieta más». Y la iglesia de la Encarnación, con los terremotos del martes, quedó afectada. «Está cerrada porque los técnicos de la Curia decidieron que hasta que no se repare no se abra el público, para evitar el peligro».
Para terminar, el alcalde vuelve a hacer, al igual que la alcaldesa de Chauchina y el alcalde de Atarfe, un llamamiento a la tranquilidad.
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