Los misterios y los casos de terror de la ciudad quedan recogidos en varios recorridos urbanos que incluyen imágenes, psicofonías y más detalles para pasar miedo de verdad en un nuevo punto de vista de la urbe granadina
ÁNGEL MENGÍBAR
Viernes, 29 de octubre 2021
ESPECIAL: La ruta 'Granada Secreta', al descubierto
Granada es el epicentro de múltiples historias para no dormir surgidas de las experiencias vividas (o sentidas) por granadinos marcados por lo paranormal. Los misterios de la ciudad quedan al descubierto gracias a 'Granada Secreta', toda una enciclopedia del terror cuyas rutas asombran a visitantes ... y autóctonos con relatos que quitan el hipo. Manejando el timón se halla César Requesens, escritor y guía encargado de mostrar a IDEAL los entresijos de la Granada más misteriosa y terrorífica.
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Todo comienza en Plaza Nueva, concretamente frente a la Real Chancillería, cuando ya no queda ni un ápice de luz diurna. Bajo una Luna llena de justicia, la primera historia en salir a la palestra es la del Maestro Lorenzo, un verdugo del siglo XIX que ajusticiaba en el campo del Triunfo y cuyo espíritu ha permanecido en el interior de la Audiencia. Su garrote vil, que permanece en la primera planta, acabó con la vida de muchos presos, cuyo recuerdo se conserva a modo de grabaciones que ellos mismos dejaron en las columnas del actual patio.
El juego de sombras que se proyecta sobre la fachada ayuda a conseguir un ambiente ideal para adentrarse en una noche llena de misterio. Es el principio de un recorrido que se disfruta principalmente por la Granada inusual que la acoge. Sus rincones, que durante el día se hallan masificados de turistas, reciben a los intrépidos aventureros prácticamente vacíos, como dispuestos a enseñar sus secretos mejor guardados.
El viaje continúa hasta recalar en un palacio en plena Carrera del Darro. La vida del Señor de Zafra cambió para siempre cuando decidió emparedar a su hija, un castigo muy habitual de aquella época, a causa de un supuesto amorío que mantenía con un sirviente, un ser de una clase social inferior. La magia de la historia reside en los pequeños detalles.
Alzando la vista hacia uno de los balcones, precisamente el único que se halla tapiado, se puede leer una escritura. 'Esperando la del cielo' es el mensaje que el propio Señor de Castril mandó inscribir arrepentido de la terrible muerte que le propinó a su niña. De repente, como si de una presencia extraña se tratase, un cachorro de gato negro cruza la calle despavorido, salta una pequeña valla y se cuela en el interior de la plaza de la iglesia de San Pedro y San Pablo bajo la luz artificial de las farolas.
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Puede que por mera casualidad, pero la acción de tal pequeño animal resulta suficiente para empezar a sentir algún escalofrío y cuestionarse si existe alguna relación más allá de los instintos de un felino asustado. El espíritu de la niña se ha aparecido en varias ocasiones pidiendo clemencia, rogando el final de su cruel castigo, que aún permanece en la Casa de Castril.
Junto a ella se encuentra el Carmen de San Cayetano, otra parada imprescindible enmarcada en el Bajo Albaicín, donde la luz es aún más exigua ante tanta callejuela. Ya sin absolutamente nadie alrededor, el silencio es el único acompañante de la expedición. Allí reside otro espíritu: el del último verdugo de Granada, fallecido hace 50 años.
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En ese número 3 de la calle Zafra, una bonita y blanca residencia, vivió Bernardo Sánchez Vazcuñana, que ajustició a cerca de una veintena de personas. Una cruz católica de hierro corona el edificio y sirve como muestra del fervor religioso del verdugo, que acompañaba durante los rezos al reo antes de llevar a cabo una labor que creía encomendada por Dios. Los inquilinos posteriores del carmen dicen haber sentido su presencia, aquella que parece llamar hacia su interior a través de los siempre abiertos ventanales de madera de la fachada.
La niña de la Casa de Castril
«El emparedamiento era un castigo solicitado en aquellos tiempos por las monjas, que lo veían con buenos ojos para unirse con Dios»
cÉSAR rEQUESENS
Guía de 'Granada Secreta'
El recorrido continúa hacia Reyes Católicos y, aunque podría ser muy oportuno recuperar el aliento con una copa a la luz de las estrellas, los espíritus del antiguo pub Granero no nos permitirían concentrarnos en el tintineo de los hielos. Un edificio pintoresco, con historia y que quiere borrar su pasado paranormal. No han sido escasos los camareros que se han visto obligados a dejar el garito por pura congoja. Ruidos sobrecogedores en el trastero o movimientos extraños de mesas y vasos protagonizan su día a día. Justo debajo de la barra se hallan las tumbas de un viejo monasterio que ocupó la zona, un hecho sobre el que se ha construido la leyenda negra del local.
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Pero el Granero ya no existe. Bajo otro nombre, los dueños tienen el objetivo de acabar con la maldición y, para quitarle hierro, reciben a los visitantes con dos curiosos faroles rojizos que adornan la entrada y guardan una cabeza en su interior. Una especie de amuleto tétrico para ahuyentar las malas sensaciones.
Otra parada es el edificio del Catastro, donde se han vivido episodios extravagantes. Ascensores que bajan y suben, luces que se encienden y apagan... sin ninguna mano que así lo ordene. Desde la cristalera exterior las cabezas de curiosos se amontonan a la espera de que algo desconcertante ocurra, pero el fantasma de un viejo párroco no parece estar de buena gana para satisfacerlos. El juego de luces que los escaparates de enfrente proyectan sobre el cristal'psicodelizan' un edificio también considerado como maldito.
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Turno para caminar entre cipreses, los de San Jerónimo, al son de una canción. La que resuena en el Real Conservatorio Superior de Música debido a una promesa de un antiguo profesor de piano cuando fue despedido. Cuando todo está en calma las notas de su viejo piano hacen sonar su melodía favorita sin que ningún músico marque el compás. La dulzura del que no quería marchar ahora regresa para que el lugar honre su memoria.
Antiguo pub Granero
«No se tapiaron las tumbas de los monjes, así que ahora sus espíritus alteran la normalidad pidiendo descanso eterno»
César Requesens
El último punto se fija tras los Jardines del Triunfo. El actual Rectorado de la Universidad fue antaño un hospital, aunque también se utilizó como hospicio infantil y de enfermos mentales. Sus amplias salas aseveran haber visto sanar a muchísimas personas, pero también morir a muchas otras. Todavía vaga por el Hospital Real un antiguo enfermo que no ha encontrado descanso eterno y que inquieta a los presentes que aseguran haberlo visto.
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Todo ello bajo la mirada de la perenne Luna, que brilla y brilla para alumbrar los misterios que alimentan la cultura popular de Granada, la ciudad de la que se enamoran hasta aquellos a los que ya no les late el corazón.
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