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Uzuni y Bryan guiaron al Granada a la tierra prometida, al lugar que jamás debió abandonar. Lo hizo el equipo honrando uno de los versos ... de su antiguo himno, ese que suena a veces al final de los partidos: «Campeón, campeón, el Granada es por bravura y corazón». Los rojiblancos abandonan así la Segunda división coronados como reyes, el expediente impoluto en Los Cármenes y las lágrimas enjugadas. El círculo se cerró donde empezó el llanto. El nuevo ciclo empieza ahora. Solo valió llorar por la euforia.
La historia es caprichosa. Hay un universo paralelo en el que Uzuni patea aquel penalti con el Espanyol que consumó el descenso a Segunda. Nadie sabe lo que habría pasado si, como pretendió al agarrar el balón como si fuera un peluche, le hubieran autorizado a lanzarlo. No tenía el albanés el cartel de ahora. Era un fichaje invernal que venía a ocupar el lugar de Machís, pero la sombra del venezolano era muy alargada, aunque el que siguió hasta el final de curso fuera una versión alienada del sudamericano. Uzuni bajó al infierno del que huyeron el propio Machís y otros tantos, no todos igual de llorados. Se resignó al principio, aceptó el reto después y se propuso grabar su nombre en la historia del club. Ya lo está para la posteridad. También el de Jorge Molina, querido como pocos pese a aquel lance, que con sus goles también ha contribuido a este momento sublime, coreado su nombre en el tramo final como un titán más.
Granada
André Ferreira; Ricard Sánchez, Miguel Rubio, Ignasi Miquel, Carlos Neva; Pol Lozano, Sergio Ruiz (Victor Díaz, m. 65), Óscar Melendo (Bodiger, m. 66); Bryan Zaragoza (José Callejón, m. 66), Antonio Puertas (Petrovic, m. 76) y Uzuni (Weissman, m. 88).
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Leganés
Dani Jiménez; Miramón (Lalo, m. 81), Omeruo, Sergio González, Franquesa; Neyou, Cissé, Undabarrena (Parzyszek, m. 81); Fede Vico (Gaku, m. 64), Karrikaburu (Nyom, m. 81) y Qasmi (Josema, m. 34).
GOLES: 1-0, m. 42: Uzuni; 2-0, m. 58: Bryan Zaragoza.
ÁRBITRO: Cordero Vega (comité cántabro). Sin amonestados en el bando local; y amarillas a los visitantes Karrikaburu (m. 47) y Omeruo (m. 77).
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 42 de LaLiga SmartBank, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes ante 18.222 espectadores.
El cielo cayó sobre las cabezas de todo seguidor rojiblanco en los prolegómenos, como una advertencia divina de que todavía no estaba todo hecho, que había que pasar por el cataclismo para alcanzar la orilla de la felicidad. La lluvia cesó justo cuando saltaron los equipos. Lo hicieron con premura, de más, cuando la jornada final siempre se inicia con puntualidad suiza. Tuvieron que pelotear entre los charcos que se formaron. Los Cármenes, convertido en una piscina olímpica en esos minutos.
Salió Sergio Ruiz, acostumbrado a las tormentas en su Cantabria natal, zafándose de varios contrincantes para que Puertas profundizara en una acción que resolvió de manera individual ante el portero, pero con un ajuste escaso. Era un proceso de adaptación acuática de todos en la que solo faltaban los trajes de buzo. Fueron momentos para complicarse poco, despejar largo y regatear lo justo, nunca en zonas críticas. Seguía andando sobre las aguas Sergio Ruiz, que está acabando el curso desquitándose de meses sin confianza, aunque no fuera fácil conectar con los demás en la ciénaga
En el Leganés, Karrikaburu exhibió pronto las credenciales que le pusieron cerca de los rojiblancos en invierno. Encontró un espacio por el que encarar a Rubio, recortar como un anfibio y chutar de lado ante Ferreira, soberbio el luso. Concretaba ganas de marcar.
La charca seguía sin drenar y Rubio tuvo que imponerse a Cissé con una estirada a ras de césped. Andaban los pepineros más sueltos de la cuenta, tocando mejor, sin la creciente ansiedad rojiblanca. Se mitigó con un centro de Bryan, en la izquierda, que Ignasi peinó en exceso. El extremo malagueño varió su orilla, Melendo se escoró hacia la diestra y Puertas se alineó en el frente con Uzuni desde entonces. Se entienden.
La hierba empapada provocaba secuencias de ataque a la inglesa de unos y otros, sin cierre, atropelladas, con un gol anulado a Karrikaburu por fuera de juego, una ocasión marrada por Uzuni al lanzarse atolondrado a un servicio aéreo de Melendo y un contragolpe de manual entre Uzuni y Bryan ante el que Puertas también hizo palanca.
El Granada iba inclinando el campo hacia Dani Jiménez y pasada la media hora la circulación ya se hizo más homogénea cuando la tierra absorbió parte del elemento líquido. En estas, Qasmi se lesionó y saltó un defensa por él, Josema. Franquesa se adelantó y Cissé se marchó a la vanguardia.
Todo se atemperaba y pasó lo que tenía que pasar, que Uzuni lució Pichichi. Nació todo en él, en una desmarque de ruptura propiciada por su secuaz Puertas. Retrasó para Melendo, que usó el compás. Sergio Ruiz, invadiendo el área, puso la frente para meter el ingrediente en la olla. Puertas intentó una chilena al aire, pero iba a ser una albanesa a la red.
Tiempo de descanso feliz, del que los rojiblancos regresaron aplicados, aunque Uzuni dejó escapar un temprano doblete en una mano a mano tan suyo, en los que meditar demasiado consume su instinto y acaba errando.
El control del Granada, absoluto, se consolidó cuando en un alarde del principito de Los Cármenes. Pol vio a Puertas y su espuela orientó la pelota hacia el genio de la Palmilla, que quebró a su par y sacó el puntero láser. Del interior de su bota a lijar la escuadra, rebotar y a la red, como una granada.
Paco López sacó a sus centuriones el banquillo, Víctor Díaz y Callejón, con Bodiger de zapador. Ovación para Sergio Ruiz, Melendo y Bryan, también más tarde para Puertas. Callejón estrelló una falta al larguero en un cuarto que quedó para las anécdotas, con el ingreso de Nyom en el adversario y una despedida de palmas para Uzuni, el artillero de este conjunto ascensor.
Ya daba igual lo que pasara más allá del Zaidín. El resultado pesaba como una losa en todos aquellos rivales directos que esperaban un inoportuno patinazo justo en la última jornada. Una quimera en un estadio que no ha visto a su equipo desfallecer y que vuelve a ser de la máxima categoría. Y que dure mucho. La fiesta y la estancia con los mejores. «Noble equipo de Granada campeón, ¡caaaaaampeóooooon!».
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