
La ‘industria del apocalipsis’, al alza
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La ‘industria del apocalipsis’, al alza
Viernes, 28 de Marzo 2025, 11:11h
Tiempo de lectura: 2 min
Se construyen bajo tierra, pero no paran de crecer. La inestabilidad mundial, sacudida por guerras, desastres, pandemias, batallas comerciales y polaridad social, ha disparado el mercado de los búnkeres subterráneos. Incluso en España, donde nunca había cuajado de forma masiva el miedo al apocalipsis, la demanda ha crecido un 90 por ciento.
Y el negocio promete: en el mundo, la facturación de la industria supera los 25.000 millones de dólares al año, cifra que esperan duplicar en apenas cuatro años. Compañías como Bunker Vip, Bunker Zone o Bunker World, tres de las que se dedican al asunto en nuestro país, viven aumentos exponenciales de ventas.
Y, en Burgos, la empresa ABIBOO Studio diseña los búnkeres de lujo reconocidos como los más seguros del mercado: los DBX. La guerra en Ucrania ha disparado el interés por estas soluciones. Fernando Díaz, CEO de la primera, asegura recibir unas veinte consultas diarias para solicitar presupuestos. «La población se lo está tomando más en serio; la gente cree que hay una amenaza real de que la guerra se extienda», señala.
Lo confirma Guillermo Ortega, dueño de Bunker World, quien subraya que la demanda por sus productos se ha triplicado en los últimos meses. Los famosos y megarricos siguen tirando del negocio —Mark Zuckerberg, Kim Kardashian o Tom Cruise poseen lujosos búnkeres privados—, pero las empresas ya ofrecen opciones más asequibles. Los 20.000 euros del modelo más barato (de la estadounidense Atlas Survival Shelters) siguen al alcance de pocos bolsillos, pero también se construyen megarrefugios colectivos cuyo coste se puede repartir. Bunker Vip, por ejemplo, cuenta con un proyecto que incluye habitaciones que se podrán alquilar por 25 años.
En España tenemos más de 400 búnkeres, un número escaso comparado con los 60.000 de Suecia, los más de 200.000 de Estados Unidos (con 18 refugios nucleares públicos), los 370.000 de Suiza o los más de 700.000 que Albania heredó de la Guerra Fría. Se trata de construcciones fortificadas para soportar fuertes presiones externas. Construidas a un mínimo de tres metros bajo tierra, deben proteger de la radiación y las ondas expansivas, e incluir entre sus características antesalas de descontaminación, sistemas de filtrado de aire, paredes reforzadas, entradas seguras y servicios básicos para una larga subsistencia. Lo suficiente, al menos, para vivir tu propia historia de ciencia ficción apocalíptica. En este caso, real, infelizmente.