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Amparo Sánchez con Maxi, Melaniey Tigre, en la terraza de casa. PEPE MARÍN

La Cara B de Granada

Amparo Sánchez, alma de chamana

Desde lo alto del Albaicín, a Amparo le hacen feliz sus plantas y sus animales. Paladina del resurgir de la Azucarera, ha escrito varias novelas, montó con sus hijos el sello discográfico Mamita Records y colecciona tortugas en miniatura y altares de vírgenes de todo el mundo

Jueves, 18 de mayo 2023, 00:21

En el patio huele al primer café de la mañana. Amparo, con mirada afilada y sonrisa altanera, observa los tomates cherri que plantó hace unas semanas. «Van como un tiro, Yeyo», le dice a su hijo. Luego, con un convincente sorbo a la taza, anuncia sus planes de futuro. «Este verano voy a poner alimentos y los voy a cuidar. Un huertecito, Yeyo». Alma, una preciosa gata negra, se enrosca entre sus piernas y asiente con un maullido cariñoso. Tras el desayuno, sube a la terraza seguida de Maxi, Melanie y Tigre, sus perros. Maxi, mezcla de chow chow y de golden, es un señor de 17 años. Melanie, una chihuahua de 11, es la madre de Tigre, de 7. Arriba, las imponentes vistas de Granada, con tintes albaicineros, inspiran la jornada. «A trabajar, familia».

«Mi vida ya es una rima, desde el nombre», ríe divertida. «Amparo, por mi madre. Mercedes, porque nací un 24 de septiembre y en mi pueblo, Alcalá la Real, se celebra. Sánchez, por mi padre; y Pérez, por mi madre». Amparo Mercedes Sánchez Pérez firma sus trabajos como Amparo Sánchez, aunque el gran público la descubrió en 1997 bajo el paraguas de Amparanoia. «Soy una artista popular, no comercial. Nunca he tenido una campaña de marketing detrás, pero musicalmente he hecho lo que he querido, sin fórmulas repetitivas, haciendo lo que siento».

El año pasado, en la gira por el 25 aniversario de Amparanoia, se cruzó en su camino Artistas del Gremio, una charanga de Zaragoza. «La charanga me lleva al pueblo, a Nueva Orleans, a la música balcánica y a las bandas de viento que conocí en Guajaca México)». El caso es que se gustaron, lanzaron un tema juntos ('Mi genética') y ahora están volcados en un proyecto que verá la luz muy pronto. «El 2 de junio sacamos un tema y a final de año, conciertos». Y eso que el plan era centrarse en sus otras facetas vocacionales, que no son pocas. Amparo señala un cartel que destaca sobre la pared azul en el que se lee «La Mamita».

Amparo Sánchez, en el estudio de su casa. PEPE MARÍN

Mamita Records es el sello discográfico de Amparo Sánchez y, también, un legado de sangre. «Tengo una unión y un vínculo maravilloso con mis dos hijos, Yeyo y Mario, de 37 y 24 años. Los dos se dedican a la música y trabajamos juntos en Mamita Records, en el que está mi obra y la de otros artistas a los que producimos, artistas que tienen un mensaje que contar, algo que echo bastante de menos en la música actual».

Amparo tenía muchas cosas que contar. Sobre la estantería, entre una infinidad de vinilos, hay dos libros latentes: 'La niña y el lobo' y 'Metanoia: guía práctica para la toma de conciencia'. «En el primero comparto mi propia historia con los malos tratos, para que cualquier mujer vea que se puede salir», dice, acariciando la portada de la novela, que tiene su propia banda sonora. «El segundo no tiene nada que ver con la música, es una guía sobre cómo estar mejor con una misma».

Y hay un tercer libro en marcha, sobre la querida Abuela Margarita, artista mexicana a la que produjo el disco 'Corazón de niña'. «Falleció hace dos años y me dejó la tarea de difundir su legado. Quiero transmitir el mensaje más importante que me dio: la muerte no existe». Con las ilustraciones de Pablo Kalaka, Sánchez relata cómo se conocieron, su relación, por qué grabaron un disco y cómo fue aquella mágica despedida.

«No puedo comprender que la izquierda vaya en dos bloques separados a las elecciones, me parece un error tremendo»

Hace unos años, cuando Amparo regresó a Granada, le prepusieron un proyecto que le apasiona: Revivir la Azucarera. «En tantos años fuera, he ido a tantos países y he conocido tantos centros culturales y propuestas alternativas que la idea me pareció una maravilla: convertir la Azucarera en un referente mundial donde exponer, presentar y mostrar obras de manera gratuita, un lugar donde hierva el arte».

La confluencia de Podemos, Izquierda Unida y Los Verdes le propuso coordinar esta plataforma e, incluso, la animaron a presentarse a las elecciones. «Si podía sumar algo, me pareció buena idea. Pero me echó atrás el juego político que no entendía. No puedo comprender que la izquierda vaya en dos bloques separados a las elecciones, me parece un error tremendo cuando comparten el 99,9% de los objetivos. Me di cuenta de que no podía hacer nada».

Un par de días en semana –cuando saca hueco–, Amparo asiste a clases de danza tribal y de movimiento natural, en el mismo barrio del Albaicín. Y siempre que puede, llama al Niño de las Pinturas y al resto de la pandilla para tomar algo por el centro de la ciudad o ir al campo. «Pasear por Granada me emociona tanto, verme aquí con mis amigos me produce una felicidad inmensa», resopla. Sus amigos, precisamente, pasaron años regalándole a Amparo tortugas. «Sí, tortugas en miniatura. Siempre que iba de viaje buscaba puestos de artesanía. Tengo algunas así de chiquititas –en el espacio que dibuja con sus dedos cabe un granito de arroz–».

Su otra colección es de vírgenes. «Tengo altares de vírgenes de todo el mundo. No soy religiosa, soy espiritual. Creo que todas las religiones dicen lo mismo: ámate a ti mismo como al prójimo. Esa es la existencia del ser humano. Y creo que hay imágenes que se veneran porque hacen espejo de ti misma. Me gustan las vírgenes porque son mujeres como yo, porque tienen una historia...».

Amparo, con su Cara B y parte de sus colecciones de vírgenes y tortugas. P. MARÍN
Imagen principal - Amparo, con su Cara B y parte de sus colecciones de vírgenes y tortugas.
Imagen secundaria 1 - Amparo, con su Cara B y parte de sus colecciones de vírgenes y tortugas.
Imagen secundaria 2 - Amparo, con su Cara B y parte de sus colecciones de vírgenes y tortugas.

Amparo entra en el estudio y, rodeada de Maxi, Melanie y Tigre, agarra su guitarra. «Esta soy yo: mis hijos, mis animales y mis plantas, mis amigos. En mi vida todo está unido». Entonces, entre la Cara A y la Cara B, canta desde los adentros: «Soy mañana, soy aurora. Soy la luz, soy la sombra. El presente, el ahora. Alma de cantaora».

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