Carmencita Calavera, junto a uno de sus maniquíes en el taller de costura de su casa. RAMÓN L. PÉREZ

La Cara B

Carmencita de Granada, coser y cantar

Rostro, voz y nombre de la banda granadina, Carmencita Calavera creció cantando por la Piquer y cosiendo con su abuela. Le encantan las cosas «horteras y maravillosas», sueña con poner música a la próxima de Tarantino y asegura que «una vez scout, scout para siempre»

Jueves, 27 de abril 2023, 00:02

El traqueteo de la máquina de coser cala hasta los huesos. Con las uñas clavadas sobre la tela, el rítmico silbido de la aguja transporta a Carmencita a la siesta de la infancia, en la casa de la abuela. Ella, pequeña y menuda como un ... alfiler, aprovecha el sueño de los demás para colarse en aquel armario infinito y rebuscar entre las perchas los vestidos más coloridos, faranduleros y rimbombantes. Cuando papá despertaba, los domingos, jugaban a la radio con el tocadiscos y siempre terminaban poniendo su canción favorita, 'La Torre de la Vela', de 091. La máquina se frena, se hace el silencio y Carmencita, sonriente, resopla: «Coser y cantar, todo es empezar».

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Carmen Caballero López (Granada, 1987) se llama Carmen como todas las demás. «Mi bisabuela era la mamá Carmen. Mi abuela era Carmen. Mi madre era Carmen. Y yo, como era Carmen, me decían Carmencita». Luego está lo de las calaveras, que es una pasión genuina. «Me encantan, me parecen estéticamente muy chulas. Todos tenemos una calavera y nunca la vamos a ver. ¿Cómo será la mía?», se pregunta. En su casa hay calaveras por todas partes, de todos los tamaños y colores, pero quizás la más especial sea Valentina, un cráneo auténtico que atesora en una urna de cristal. «Como me la regalaron en San Valentín, la llamo Valentina. Yo le hablo, le digo cosas y si compro un cupón se lo pongo debajo, como si fuera una santa», ríe divertida.

Ella es Carmencita Calavera, rostro, voz y nombre de una de las bandas musicales más carismáticas de Granada. Y su Cara B es un hilo largo y fuerte que empieza en el hogar. «Mi padre toca la guitarra desde que tengo uso de razón. De pequeña, le dije que me enseñara y de oído sacaba canciones. La primera fue 'Hurricane', de Bob Dylan». Y, aunque con la abuela jugaba a que era Concha Piquer y cantaba 'Tatuaje' a todas horas, lo cierto es que lo de ser cantante fue culpa de los scouts.

Pasó en uno de los campamentos scout, cuando todavía era lobata. Ella quería tocar la batería, que era algo que le llamaba la atención desde siempre, por su tío, que tenía una en casa de la abuela. «Pero se ve que no se me daba bien y me pusieron a cantar». Los scout son parte fundamental de la vida de Carmencita, de hecho, tres de los miembros de la banda son scouts. «Es un movimiento educativo maravilloso, muy guay. La mayoría de mis amigos cercanos son de los scout, yo soy del grupo Genil. Ya no vamos a la reuniones, pero una vez scout, scout para siempre. Eso es así».

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Carmencita, en su taller. R. L. PÉREZ

Si la música es su ventrículo izquierdo, la costura es el derecho. «Mi abuela siempre me tenía que arreglar la ropa, porque era muy delgadita. Cuando llegaron los pantalones de pitillo, ella no le metía lo que yo quería, así que le pedí que me enseñara», sonríe, echando la vista atrás. Carmencita se licenció en Educación Social, con un Máster en Mediación de Conflictos. «Pero aquello no me llenaba. Entonces pensé: si a mí lo que me gusta es coser, ¿por qué no? Y me hice el FP de Confección y el de Patronaje». Ahora tiene un taller en casa, donde realiza camisas y vestidos por encargo con su propia marca, rodeada por su colección de botas y zapatos. «Para los conciertos siempre llevo mis botas Martens, no me atrevo a salir con tacones. Pero algún día los usaré», ríe.

«Entonces pensé: si a mí lo que me gusta es coser, ¿por qué no?»

En el salón hay una vitrina «hortera y maravillosa». «Me encanta todo lo folclórico», dice, conforme saca un bote de colonia que es un traje de sevillana. Detrás hay una loseta del bar Soria, gitanillas, santos... pero también calaveras de colores y figuras mejicanas. «Más que coleccionista soy acumuladora. Me regalan muchas cosas. O me las encuentro abandonadas, como ese botellín antiguo de Alhambra. Me gusta que me cuenten historias, sentarme con las viejas del pueblo y escuchar. Esto tiene mucho de esas historias».

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Parte de la colección de botas y zapatos de Carmencita. R. L. P.

De esas historias salió 'Moderna de pueblo', una de las primeras canciones de Carmencita Calavera. ¿Y saben dónde pegaría muy bien un tema de la banda granadina? En una peli de Tarantino. «Me flipa Tarantino –dice–. Es mi director favorito. Estoy deseando ver la última». Junto a la tele está la manta de Sherpa, su perra. «Sí, se escribe así, pero aquí la llamamos Cherpa», apunta, remarcando la 'che'. Frente a la cama de Cherpa, un mueble repleto de vinilos donde cabe casi todo: Rosalía, los Beatles, Concha Piquer, los Strokes, Metallica, Lagartija Nick, Eskorzo, Hora Zulú... «La verdad es que en esta casa escuchamos muchos grupos de Granada».

Y como sus dos grandes pasiones, la música y la costura, son también su profesión, su pasatiempo preferido, afirma, son sus amigos. «Me gusta estar en la calle con ellos. En bares, tomando cañas. ¡Ir a conciertos! Prácticamente todas las semanas vamos a uno y si es de gente que no conozco, mejor».

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Sentada en el sofá, el cráneo de Carmencita se vuelve translúcido cuando acaricia su guitarra. «Le falta una cuerda -avisa-, pero seguro que puedo tocar algo». Entonces canta 'Calavera' y la música suena maravillosa. Quizás, después de todo, no falte ninguna cuerda y en ese hueco, entre acordes y agujas, corra el hilo invisible al que se enganchó de pequeña, en el armario de la abuela. Porque ella es la niña que bailaba 'La Torre de la Vela' y se atrevió a coser y a cantar, sin miedo a empezar una vez más.

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