El origen de Granada: antes de que nada existiera
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GRANADA ARQUEOLÓGICA ·
Una excavación de unas fosas en el campus de la Cartuja sitúa el origen del primeros asentamiento entre 4.000 y 3.000 años antes de Cristoángel rodríguez
Domingo, 15 de diciembre 2019, 00:50
Antes de que nada existiera donde hoy se asienta Granada solo estaban los ríos y las montañas, las colinas que son las últimas estribaciones de la terraza cuaternaria cerniéndose sobre la Vega. Suelos fértiles y una topografía favorable para garantizar la seguridad del asentamiento humano hizo que desde la Prehistoria fuera un lugar preferente para el establecimiento de pequeñas comunidades. El éxito del sitio es evidente pues se ha mantenido ocupado, con mayor o menor intensidad, hasta nuestros días.
La historia de esos siglos solo puede escribirse por medio de la arqueología y en este caso, la fortuna de los hallazgos es importante. Por tanto aún nos movemos en el terreno de hipótesis, poco sólidas en muchos casos, sugerentes siempre, y expuestas a ser modificadas en cualquier momento por la suerte de algún nuevo descubrimiento.
Desde hace tiempo se tenían evidencias de que la primera ocupación del cerro del Albaicín se remontaba a la Prehistoria Reciente, en concreto al Bronce Final. Es decir del siglo IX-VIII a.C. Pero hace unos años, al construir el edificio del Centro de la Mente, el Cerebro y el Comportamiento de la UGR, en el Campus de Cartuja, en las excavaciones que hizo Santiago Moreno aparecieron los restos de una ocupación mucho más antigua compuesta por una serie de fosas que formaban parte de un asentamiento al aire libre, y en una de ellas un enterramiento humano. Este hallazgo permite plantear la hipótesis de un origen mucho más antiguo –entre cuatro mil y tres mil años antes de Cristo–. Lo cierto es que en el casco histórico las primeras evidencias son del Bronce Final que se concentran tanto en el Albaicín como en la zona llana más cercana al cerro.
En aquella época, al aproximarse desde la llanura se vería en la parte más alta un poblado de cabañas de planta circular u ovalada, construidas con un zócalo de piedra sobre el que se elevaba un alzado de adobe, tierra y ramas, dándole un aspecto rojizo u ocre, probablemente mimetizándose con el entorno. En el interior de las cabañas no había compartimentaciones o eran mínimas, a lo sumo un banco también de piedra, siendo lo más destacado la presencia de hogares.
Estas cabañas estaban más o menos agrupadas insinuando una adaptación a la meseta superior y a las curvas de nivel, aunque también podían existir algunas aisladas. El acceso se hacía ascendiendo por los cauces de los ríos, especialmente el Darro, y los barrancos que luego se incorporaron a la trama urbana, como por ejemplo la Cuesta de la Alhacaba o la del Chapiz. La topografía del cerro ya de por sí garantizaba unas mínimas condiciones defensivas que se complementaron unos siglos más tarde con la construcción de murallas. Cerca de las puertas de acceso el camino se hallaba empedrado, lo mismo que el entorno exterior. Era por tanto un asentamiento estable en la parte más alta, entre San Nicolás y San Miguel Bajo, que se relacionaba con otros más pequeños diseminados por la parte llana, algunos ocupados solo estacionalmente.
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De hecho, tanto a finales de la Gran Vía como en el emplazamiento del Convento de Santa Paula han aparecido a distinta profundidad restos de ese periodo. Los más evidentes son los de Santa Paula. En 1993, al hacer las catas previas a la conversión del edificio en hotel, en la zona que precede al altar mayor de la iglesia, Manuel López López y su equipo encontraron los restos de unos fondos de cabaña con suelos de tierra y guijarros compactados en los que había abundante cerámica hecha a mano, restos de fauna y carbones. Era la primera vez que en el casco histórico de Granada se podían excavar unos niveles de ocupación tan antiguos y tan bien conservados.
Por su parte en el Albaicín se han podido excavar dos cabañas completas en el Carril de las Tomasas, observando una evolución muy interesante porque sobre una cabaña ovalada se construyó otra de planta rectangular dividida en dos estancias. El paso de la planta circular a la cuadrangular es muy importante porque es un indicio claro del proceso de transformación de aquellas comunidades prehistóricas, incipientemente organizadas, en otras más jerarquizadas, con mayor desarrollo tecnológico y cultural gracias a la influencia fenicia y griega.
Restos similares excavaron Andrés Adroher y Antonio López en el Callejón del Gallo donde, además, apareció la primera muralla de la ciudad. Construida en mampostería, tenía algo más de un metro de anchura y una longitud de unos treinta metros, con una puerta de acceso de un metro y medio de anchura. Es evidente que en tan solo un siglo aquel asentamiento había evolucionado rápidamente y ya en el siglo VII a.C. estaba adecuadamente amurallado y organizado urbanísticamente intramuros.
Los restos más espectaculares son los de la muralla excavada en el solar que hoy ocupa la mezquita del Albaicín. Tiene entre cinco y siete metros de anchura, protegiendo el borde de la meseta superior, y conservaba hasta cuatro metros de altura. Con un potente zócalo y talud exterior empezó a construirse en el siglo VII a.C. El arqueólogo que dirigió estas excavaciones, Pablo Casado Millán, ha rastreado su continuidad en otros puntos, como en el Carmen de la Muralla. Su construcción supuso un salto cualitativo entre ese primer conjunto de cabañas prehistóricas y la formación de la ciudad de Ilturir o Iliberri ya en época Íbera que fue heredada por los romanos y más tarde por la actual Granada.
Lugar . En varios puntos de Granada han aparecido restos del periodo Bronce Final y protohistóricos. Destacan los restos de muralla en la mezquita del Albaicín y en el callejón del Gallo.
Descripción . La muralla más antigua, en el Callejón del Gallo, descubierta por A. Adroher y A. López, era de mampostería y alzado de tapial. La que excavó Pablo J. Casado Millán entre 1997 y 1998 en el solar de la futura mezquita tenía una anchura. También destacan los restos aparecidos en la restauración de la Puerta de Hernán Román, de la mano de Manuel Pérez Asensio.
Cronología . Neolítico Final o Calcolítico (3000-4000 años a.C.) en Cartuja. En cuanto a las murallas protohistóricas existe cierta discrepancia, pero se fechan ambas entre el siglo VII a.C. y el siglo VI a.C.. Con respecto a los restos de cabaña, entre el VIII-VII a.C. en Carril de las Tomasas, y entre el VII y VI a.C. en otros puntos, como en San Nicolás 2 y 9.
Tipo de protección . Los tramos de muralla tienen la protección genérica de BIC. En otros casos han quedado ocultos debajo de las cimentaciones.
Acceso . Ningún elemento es visible por estar protegidos en el interior de distintos inmuebles.
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