En el nuevo vestíbulo de atención al viajero, estrenado ayer por el personal, los mostradores tradicionales conviven con las máquinas de venta de billetes. ALFREDO AGUILAR

El relevo en Andaluces: del jubilado a los recién llegados

La estación y su personal recuperan la normalidad cuatro años después, a medio camino entre la terminal histórica y las dependencias recién estrenadas

Javier Morales

Granada

Miércoles, 26 de junio 2019, 01:38

Andaluces era una fiesta con cientos de invitados en lista y otros tantos visitantes espontáneos, vecinos que estiraban el cuello y alargaban el brazo para ver y fotografiar el AVE. Pero en las taquillas hubo cola por momentos. Allí, en los mostradores, aún se podía medir la rutina relativa de una estación que dijo adiós a la normalidad hace más de cuatro años, cuando los autobuses Granada-Antequera se acomodaron a su entrada y aparecieron los andamios y obreros. Tras el ordenador, Rafael Reinoso repitió la fórmula de cortesía que los trabajadores de la estación tienen apuntada en una placa junto a la pantalla –como si no estuviera más que memorizada–:«Buenos días, ¿en qué le puedo ayudar?».

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Suma 43 años en Renfe y está a unos meses de la jubilación. Será en Navidad. «Quería un billete de Granada a Zaragoza, el viernes, y la vuelta el domingo –contestó la futura viajera–, ¿pero es directo en AVE?». «Un 'Padrenuestro' a 'la Pilar' y te vuelves, ¿no?», respondió Rafael Reinoso, con el desparpajo de toda una vida entre trenes y viajeros.

Es 'factor', una categoría dentro de la empresa que indica que el trabajador «vale para todo». Él ha facturado, recibido mercancías, paquetería, vende pasajes... es un hombre comodín que ha pasado por Barcelona, Bilbao o Zaragoza «con la maleta a cuestas». «Para el domingo ya no hay billetes en algunos trenes», prosiguió.

Concluida la venta, recordó la inauguración del AVE a Sevilla al 92 y bromeó con esa sensación que han tenido en los últimos años algunos de los trabajadores de mayor edad: «Pensaba que me jubilaría sin ver el AVE en Granada». Cree que los granadinos «ganarán mucho», con un nivel de turismo más alto: «No se nos van a ir». Aotras provincias, se sobreentiende. Eso sí –lanzó una advertencia–,«la estación se va a quedar muy pequeña».

Para algunos empleados –que pidieron omitir sus nombres– ayer no había «nada en positivo» por lo que festejar, con una estación que es «un simple apeadero, la más pequeña de los AVEs de toda España, y un tren que pasa a 30 por hora por Loja». «Granada no se merece eso, es una auténtica vergüenza», añadían. Había quien recordaba las conexiones perdidas con el Levante, precisando «en diciembre de 1984». Otros advertían de que la terminal está por acabar:locales comerciales, cafetería, todo un vestíbulo que provisionalmente habían ocupado la sala de espera y las taquillas...

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Para otros, el de ayer fue un día «normal», sin más.

No lo olvidarán Alejandro y David. A diferencia de lo que ocurre con Rafael, en lo laboral ellos circulan con toda la 'vía' por delante. Tienen 26 y 18 años y ayer llegaron desde Córdoba y Madrid para incorporarse a la plantilla en el servicio de atención al cliente. Sus rostros –ayer mezcla de alegría y nervios– empezarán a ser familiares entre los viajeros habituales, pues entre sus tareas está la de pasar el 'check-in'. «Estamos contentos, teníamos muchas ganas de que Granada tuviera un tren en condiciones, de que mejoren los tiempos con Madrid y Andalucía», explicaron.

Chaqueta naranja

Su nuevo espacio de trabajo estaba aún cerrado al público, pero anticipaban que hoy miércoles, desde primera hora, será ya un hervidero. Por allí estará Gaspar Benítez, ataviado con una chaqueta naranja que pretende llamar la atención de los viajeros con movilidad reducida que necesiten su asistencia. Es empleado de Atendo. Empezó en 2008 y ya es «de los más viejos» de la estación, que ayer expresaban «emoción» tras años trabajando «de forma no muy normal». Hoy ya no habrá pasillo de cinta a las puertas de la estación, el que marcaba el camino hacia los autobuses que conectaban con Antequera.

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Ayer, el controlador de la empresa de los autocares contó pasajeros por última vez. Eso quiere decir que dentro habrá más trasiego, «pero es un cambio a mejor», sonreía Gaspar. «La gente tiene muchas ganas de AVE, hay trenes que van llenos para los próximos días, los compañeros están nerviosos esperando que todo salga bien» concluyó.

Nueva imagen

En su 'oficina' todo es nuevo, menos los arcos de ladrillo de la antigua estructura, que atesoran sus 174 años de historia. El suelo es un espejo, las máquinas de venta de billetes dan imagen futurista;huele a recién desprecintado. Allí, Cristina, con una trayectoria de once años, mostraba sus ganas de estrenar el espacio; David se ajustaba la corbata verde pistacho en su primer día de trabajo; Paco, que empezó en el 79, recordaba el ferrocarril«desde casi el vapor» hasta el moderno AVE. El vestíbulo que ayer se inauguró queda a medio camino entre la moderna terminal de cristales azules y las viejas dependencias de Andaluces.

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No es sólo una cuestión de espacios:ayer la estación vivió un relevo generacional, un paso de lo viejo a lo nuevo paralelo a la irrupción del AVE. Fue un día de celebración –y reivindicaciones– desde el próximo jubilado hasta los recién llegados.

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