El gen Granada
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La candidatura para ser Capital Cultural Europea de 2031 es una oportunidad para romper el fatalismo y el sentimiento de agravio que arrastra esta provincia. Pasar de la autocrítica a la autoestimaSecciones
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La candidatura para ser Capital Cultural Europea de 2031 es una oportunidad para romper el fatalismo y el sentimiento de agravio que arrastra esta provincia. Pasar de la autocrítica a la autoestimaLa frase la anoté la semana pasada en un encuentro en el Centro Lorca y corresponde al presidente de la Academia de Cine, Fernando Méndez-Leite: «Aquí [en Granada] tenéis una visión muy autocrítica de vuestra propia situación. Hay que transmitir optimismo». Me sorprendió la ... clarividencia con que se expresaba, con una socarronería desabrida en el punto justo para no resultar impertinente. «Soy muy malo para hablar en abstracto y de lo concreto no puedo decir nada», arrancó su intervención. Este aforismo es una disección de la sociedad actual; atrapada en la abstracción del relato, que subsiste de las burdas metáforas.
Quizás la malafollá sea eso. Una autocrítica inclemente donde resbala el optimismo. Una actitud que deriva en la complacencia y el conformismo. Como si el granadino viviera cómodo en el agravio y necesitara otra provincia con la que compararse para salir perdiendo y atribuir el lastre a las decisiones políticas o a una especie de fatalismo. Pensar que existe un gen específico; o que acaso la vida se afrontara de otra manera según el aire que se respira. El presidente de la Bolsa de Madrid, el paisano David Jiménez-Blanco, lo resume con la contundencia que le permite su trayectoria profesional: «Granada no es una ciudad que fomente la toma de riesgo».
Tampoco hay que fustigarse. Ni es una excentricidad del granadino. Esto se explicaba ya en la teoría de la maldición de los recursos o en la paradoja de la abundancia. Lugares agraciados, con dechados y recursos naturales o patrimoniales, tienden sin embargo a un menor desarrollo económico.
De lo abstracto lo aterrizó en lo concreto el director territorial de Caixabank en Andalucía, Juan Ignacio Zafra. Anoto su comentario en el cuaderno y como han pasado más de siete días doy por prescrito el off the record: «!Hay una dificultad enorme para avanzar. Siempre lo he pensado, a veces nos gusta mirar cerca, ver cómo sacamos conclusiones de otras ciudades que triunfan. Málaga no habría sido nada sin Picasso y Picasso se fue con diez años de Málaga. Nosotros tenemos a Lorca, reconocido internacionalmente. Hay cosas en Granada que tienen que ser eje de crecimiento».
Estamos en el momento oportuno para hacerlo; pasar del 'Granada duele' al 'Granada puede'.
CONTRA LOS ANTECEDENTES
La capitalidad cultural es el proyecto aspiracional para conseguirlo. Algo por lo que pelear, una iniciativa que conecte con la sociedad y que nos mueva –desde el consenso– hacia un mismo objetivo. Digo más: aunque no se consiga la efeméride.
Antes de entrar en los meses clave ya hay especulaciones y pronósticos derrotistas. Algunos apuntan a Las Palmas de Gran Canaria como principal rival, por la relación que se podría trenzar en la candidatura entre inmigración y cultura.
Es cierto que en Granada estamos espantados de fiascos y fracasos. En la libreta del reportero está el trágala del Milenio que Manuel Chaves anunció el 26 de octubre de 2007. Una cita que llamada a rescatar a la provincia del páramo en el que se encontraba; que serviría –así se dijo– para culminar las infraestructuras pendientes, y que tenía como emblema un 'central park' de 500 hectáreas en la Vega. Se llegó a plantear hasta la celebración de los XVIII Juegos del Mediterráneo en 2017. Al final, bajo el pretexto del Milenio se colgaron eventos tan variopintos como una master class sobre ron, la obra '¡Ay amor!' en la temporada de zarzuela en Madrid o un partido de fútbol entre el Granada y el Udinese el 25 de mayo de 2011.
Más reciente es la discreta conmemoración del centenario del Festival de Cante Jondo en 2022. Hubo programación especial en los Festivales de Música y Danza, cierto. Pero, ¿qué habrían hecho otras provincias –de las que llamamos 'cercanas'– de haber contado con unos referentes históricos y culturales tan potentes como aquel encuentro organizado por Lorca y Falla?
«Que seamos autocríticos es bueno. Tenemos que conocer nuestros defectos y ser valientes para abordarlos», apunta la exrectora Pilar Aranda. Y la candidatura para la capitalidad cultural de 2031 es la oportunidad para cambiar ese gen granadino que no tiene justificación científica. Ha sido un constructo para cercenar nuestras propias aspiraciones.
NI PEORES NI MEJORES
Mañana se presentará el primer informe de esa candidatura. Y lo importante es el camino. Que el reto sirva para dejar un legado en la ciudad y la provincia con independencia del resultado. La capital trabaja ya en varios proyectos culturales de referencia que trascenderán en breve. La posibilidad de dos grandes museos nuevos en el Centro de la ciudad. Negociaciones para albergar una exposición permanente de uno de los pintores más destacados del siglo XX.
Me quedo con las reflexiones serenas de David Jiménez-Blanco para afrontar este reto. «No somos peores que nadie. Pero tampoco somos mejores que nadie. No debemos creernos especiales. Es bueno ser especial; es malísimo creérselo».
La conclusión en el último renglón de la hoja de la libreta de este último domingo de septiembre: la capitalidad cultural es, sobre todo, el pretexto para cambiar la autocrítica por la autoestima.
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