–Presidió el primer Consejo Social de la ciudad y avanzó un plan estratégico. ¿Ese plan quedó en nada?
–Se quedó en la estantería. Alguien me preguntó «¿esto sirve para algo?». Depende de lo que quieras hacer para la ciudad, le contesté.
–Parece que así ha sido. Los consejos aparecen en el contexto de la Ley de Grandes Ciudades, precisamente, para que se diseñe una ciudad a largo plazo y no una distinta cada cuatro años. El error es que se hacen depender de un concejal y pasan a ser un instrumento del poder local. Queremos que los alcaldes sean ingenieros, arquitectos y de todo. Y tienen que aprender que deben rodearse de especialistas. El mundo político ha ido evolucionando hacia unos niveles muy bajos. Una ciudad es como una empresa, con sus recursos económicos y con el objetivo diferente, como es que la gente viva mejor. Gestionar no es algo espontáneo. Tampoco han aprendido que para gestionar deben escuchar a la gente que sabe, a los expertos. Cuando la discusión sobre el cierre del anillo, le pregunté al alcalde por qué tenía que tomar él la decisión cuando los urbanistas que nos ayudaban decían que no era aconsejable entrar por debajo de la Alhambra.
Pensadores ante el futuro de Granada | Gregorio Jiménez
–Pero los programas electorales viven de esas promesas grandilocuentes. Ahora peleamos por ser Capital Europea de la Cultura en 2031.
–¿Y qué pasa si no sale? Habremos perdido diez años. Una estrategia significa definir pilares, muy identificados, que deben generar proyectos, que pueden ser verticales o transversales, y que a su vez den lugar a modelos de comunicación a nivel nacional o internacional y que estén orientados a un concepto: la ciudad del saber, del turismo... Un solo proyecto, una sola calle, no valen para desarrollar una ciudad. Nos hace falta aceptar que el alcalde puede ser el director de orquesta, pero no puede tocar todos los instrumentos. Se hacen cosas que luego no se utilizan, no sirven. Faltan personas que accedan a la política con un concepto de gestión que, en estos momentos, el político, generalmente, no tiene. La sociedad civil ha desconectado de las ciudades, hemos dejado que el político decida y nosotros hemos hecho tertulias. La sociedad civil tiene que dar un paso hacia adelante. Tenemos que involucrarnos mucho más.
–Trabajó un plan estratégico, Antonio Campos hizo otro. Casi 20 años después nada se ha ejecutado. Y si hiciéramos otro aparecerían los mismos conceptos.
–Los pilares no cambian. Granada, en mi época, no tenía la potencia tecnológica que tiene ahora. Pero la Universidad, la cultura o el patrimonio ya estaban ahí y siguen estando. No hay que inventar nada. El turismo básico fomenta puestos de trabajo básicos. Los propietarios, en un porcentaje alto, son multinacionales. El turismo es muy importante para Granada, pero por qué no lo segmentamos y hacemos un turismo de valor. Un plan estratégico es media cuartilla, pero hay que hacerlo.
–Granada es reivindicativa a ratos. Las joyas a las que siempre confiamos el futuro, qué pueden dar de sí. ¿Están bien explotadas?
–No somos una ciudad reivindicativa. Como no soy de Granada capital, soy de Baza, lo puedo decir. Un vecino de Granada es alguien que se levanta, compra el IDEAL, mira la Sierra, la Alhambra y dice 'qué más quiero'. Ese es el gran problema. Es una ciudad embelesada en su historia, sus capacidades, una ciudad que no ha tenido que luchar por nada, porque cuando se levanta tiene tres millones de visitantes sin moverse de la cama. Observemos una ciudad como Almería, que ha necesitado levantar las piedras para buscar una gota de agua. La Alhambra es un valor extraordinario, pero ¿hay circuitos culturales en Granada? Tenemos parte de nuestra riqueza patrimonial cerrada. El Hospital Real no puede estar cerrado los fines de semana. Hay una nueva generación empresarial o de personas inquietas que tengo la esperanza de que se muevan para darle valor a lo que hay.
–¿No le tentaron nunca para entrar en política?
–Alguna vez. Pero tenía claro que no era mi mundo (ríe). No me gusta ser público. Mi mundo ha sido trabajar, abrir caminos, formar equipos. He sido discreto porque mi trabajo me demandaba veinte horas al día. El mundo empresarial es apasionante y el mundo empresarial ha sido mi pasión. Los partidos, en este momento, te dictan 'sus evangelios' y de ahí no te salgas. Las personas con cierto criterio quieren pensar con libertad. Han conseguido una clase política muy débil, demasiado dogmática y sin capacidad de autocrítica, alejada de la sociedad.
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