Agustín Martín vive en Japón desde hace ocho años. IDEAL

«Llevo casi tres años sin poder salir de Japón para ver a mi familia en Granada»

Agustín Martín, nacido en Maracena y residente en Kioto, no puede viajar a España porque la cuarentena a su regreso rebasaría sus días de vacaciones

Chema Ruiz España

GRANADA

Sábado, 5 de febrero 2022, 19:51

«Estoy muy cansado», reconoce Agustín Martín (Maracena, 1986), residente en Japón desde hace ocho años, con un castellano algo oxidado después de tanto tiempo lejos de Granada. «En junio, hará tres años de la última vez que fui a España. Desde que empezó el ... coronavirus, aquí ha habido cuarentena si salimos del país. Por el doctorado que estoy haciendo -relacionado con la nutrición y la bioquímica- y el trabajo que tengo -es investigador en un laboratorio de biología molecular-, mis días de vacaciones son siete. Si salgo, se me van todos en el confinamiento posterior», resume el granadino. Es uno de los ciudadanos extranjeros afectados por las estrictas restricciones implementadas en el país nipón, donde la aparición de Ómicron supuso un nuevo cierre fronterizo que preocupa a cientos de miles de personas.

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«Antes eran 14 días de cuarentena y luego lo bajaron a 10, pero no sé si los volvieron a subir con la variante Ómicron», señala Martín. Cualquiera de los dos casos hace imposible que él vuelva a España para visitar a su familia. Se marchó de Granada hace once años para hacer prácticas en Inglaterra tras estudiar los grados de Nutrición y Dietética y de Tecnología de los Alimentos. Allí, encontró trabajo, pero una beca para estudiar un máster y su doctorado en Japón le hicieron volver a coger el avión para asentarse en el otro lado del mundo. «Cuando llegué a Japón, vivía en Tokushima, que es un poco recóndito. Estuve dos años y medio mientras hice el máster. Luego, me vine a Kioto, que es la antigua capital de Japón», precisa.

Allí vive la pandemia de forma distinta. «Las restricciones no han sido como las de España o Europa. No pueden poner toque de queda o confinamiento en Japón por la Constitución», detalla. «La sociedad japonesa es muy diferente. Pidieron a la gente que, por favor, se quedara en casa y casi todo el mundo lo hizo. Aparte, ya se llevaba mascarilla antes del corona. Siguen las normas muy al dedillo», describe. Tras la implementación de algunos paquetes de medidas comunes a todo el país, ahora las aplican las prefecturas -una suerte de comunidades autónomas-. «Como han subido muchísimo los casos, en la mayoría de las prefecturas cierran los bares, los restaurantes y los negocios en los que se pueda reunir la gente a las 20.00 horas. Tienen un aforo máximo, no puede haber grupos de más de cuatro personas. La mayoría de las otras restricciones son por parte de entidades privadas», enumera.

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Todo ello porque los recuentos diarios de nuevos contagios en el país se acercan a los 70.000 positivos por día. «Japón ha estado bastante bien en estos dos años. El número de casos era siempre muchísimo más bajo que en muchos otros países, principalmente porque creo que la gente, al principio, respetaba las normas muchísimo más. Fue increíble ver que en Kioto, donde trabajé un tiempo como guía turístico antes de la pandemia, no hubiera nadie en la calle durante meses y meses, cuando es una ciudad en la que no se pude andar por la calle porque la cantidad de turistas es obscena», indica, para después señalar que «la gente ya sale un poco más». «En diciembre teníamos menos de 50 casos en todo el país por día y ahora tenemos 70.000. Ha subido un montón. No sé si llegaremos pronto a los 100.000», expone.

En la población japonesa, de cuya totalidad están vacunados el 80% de los ciudadanos, la rutina no ha variado en exceso. «Personalmente, mi día a día ha sido relativamente normal desde que comenzó la pandemia», señala Martín sobre su propia experiencia, para, más adelante, indicar que sucede algo similar con sus conocidos. «Lo único es que la gente no se reúne, sale mucho menos. Antes, quedábamos los amigos; ahora, ya no quiere reunirse tanta gente. Hay muchísimas personas trabajando desde casa. Eso también ha cambiado, que en Japón era muy raro que te dejaran trabajar desde casa. Ahora, hay muchísima gente que lo hace. A lo mejor, van a la oficina una vez a la semana o así. Además, todas las tiendas tienen los plásticos puestos para prevenir. Ya me he acostumbrado, apunta.

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Ganas de pisar Granada

Tal vez por ello, la frustración en Japón no se traslada por lo general a sus gobernantes, sino a los propios japoneses. «Tienen un sentimiento más negativo a los conciudadanos que hacia el Gobierno, pero, por ejemplo, con el tema de los aviones hubo un gran desacuerdo. Ahora, hay gente que se queja de lo contrario, de que se han dejado las facultades de actuar a las prefecturas y el Gobierno no está haciendo casi nada», analiza. Él si se admite fatigado. «Yo no soy muy de echar mucho de menos a la familia. Iba a España todos los años y para mí eso era suficiente, pero la verdad es que ya tengo muchas ganas de ir», exterioriza, tras lo que subraya que «la pandemia ha afectado, pero también el hecho de terminar el doctorado».

«Han sido dos años bastante intensos mentalmente y no poder ir a España me ha afectado mucho, y lo noto. Al principio, me sentía afortunado de estar en Japón porque no tuve que quedarme en casa, sino que salía todos los días a la calle y no tuve esa carga mental de estar encerrado, pero ahora estoy deseando ir», abunda. No se plantea regresar de forma definitiva. Primero, por la situación en la que se encuentran quienes trabajan en investigación en España; segundo, porque su pareja, a quien conoció en Japón, tendría difícil encontrar un trabajo al no hablar castellano.

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Su deseo es ir entre la última semana de abril y la primera de mayo, en lo que allí se conoce como la Golden Week, aunque no puede planificarlo por la inestabilidad de la tesitura. Su familia aguarda, con picos de preocupación cada vez que ve una noticia sobre la situación en el país nipón. «Cada vez que Japón sale en las noticias, se preocupan. Mis primas me estuvieron visitando hace unos años y, entonces, siempre les preguntan si es donde vive Agustín. Cuando suben los casos y sale en las noticias de España, lo ven y me dicen 'ten cuidado, no salgas a la calle, que no pilles 'el bicho''. Se preocupan un poco», relata.

«Ellos saben que quiero ir a visitar España y no puedo. Llevo casi tres años sin poder visitarles. Se preguntan cuándo podré hacerlo y me echan de menos. Hacemos videollamada, me ven que estoy bien. Es la primera vez que estamos todos preocupados porque ya conocemos a gente que ha pillado el coronavirus», afirma. «Yo mismo estoy un poco asustado. Dicen que es una variante menos agresiva, pero no quiero pillarlo. Intento siempre decir que todo va bien, que no hay mucho de qué preocuparse», expresa.

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