Dunas, caños y marismas en las orillas del Atlántico
Rincones al descubierto ·
Flecha del Rompido y el río Piedras son ecosistemas dunares, pinares litorales, lagunas y esteros que crean en la costa de Huelva un territorio donde la naturaleza conserva sus esencias, el río Piedras desemboca en el océano y crea una estilizada 'barra' de tierra, la única de España que, cada año, gana espacio al mar
En la década de los 70 del pasado siglo fue uno de los destinos favoritos de las familias que desde Huelva buscaban un lugar tranquilo, junto al mar, para pasar la jornada del domingo. Con la nevera y las tumbonas ocupaban los pinares situados a ... un paso de la playa y dejaban que los chavales viviesen aventuras de descubridores en los bosques litorales y de piratas entre las arenas de la bajamar. Medio siglo después, la playa del Caño de la Culata, se mantiene entre las preferencias de onubenses y turistas mientras conserva sus paisajes casi inalterados por el paso del tiempo. Le llaman 'Caño' porque posee un cauce alimentado por el agua de múltiples arroyos que se acerca al mar, mientras aporta agua dulce a las dunas sustentadas por pinos piñoneros y, de la 'Culata' por un recodo en el cauce antes de llegar a la playa. No es una ensenada abierta al océano Atlántico, sus orillas son las de un gran estuario donde desemboca uno de los ríos más caudalosos y, frente a ella, una gran barra de tierra de dunas que se adentra en el océano Atlántico, conocida como Flecha del Rompido, un espacio natural, protegido en una parte de su extensión, que se considera como el único fenómeno geológico costero de España que crece y gana terreno al mar (43 metros por año).
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Entre el territorio continental y la Flecha del Rompido, llamada así porque se encuentra junto a la antigua localidad pesquera conocida como El Rompido, convertida en la actualidad en el centro desde el que se expanden pequeñas urbanizaciones y, en su litoral, cuatro puertos deportivos. Pero a pesar de la expansión urbanística y turística, los parajes comprendidos en el entorno de la desembocadura del río Piedras, se consideran como únicos y de altísimo valor ecológico y objetivo prioritario para quienes disfrutan del turismo de naturaleza.
Lo que debes saber
¿Cómo llegar?
Caño de la Culata: Desde Huelva por la carretera de Punta Umbría y hacia El Portil.
Flecha del Rompido: Se llega en barco desde el Caño de la Culata o desde el puerto del Rompido.
Marismas del Piedras: Desde el extremo oeste del Rompido.
No te pierdas...
En barco a la Flecha: Cruzar desde la orilla continental hasta la barra de tierra o realizar paseos guiados por la desembocadura del río Piedras.
Mariscos: Los chiringuitos tradicionales del poblado del antiguo Rompido.
Accedemos desde la capital onubense por la carretera de Punta Umbría, una vía jalonada de pinares y marismas que discurre junto al Parque Natural Marismas del Odiel. La visión del mar, al otro lado de una anchísima banda litoral de arenas blancas muestra que estamos ante paisajes singulares, donde la existencia de dunas móviles y mareas que pueden hacer crecer la línea de mar más de 200 metros, han reducido considerablemente el avance de las urbanizaciones turísticas y, protegido sus parajes y ecosistemas. La carretera discurre al este hacia Punta Umbría y, al oeste, se interna en las tierras de Lepe y Cartaya. Entre los pinares aparece una profunda extensión de agua que refleja un cielo azul con nubes blancas, es la laguna del Portil, un paraje natural protegido, tradicionalmente visitado por ornitólogos de toda Andalucía. Un mirador, junto a la carretera, permite contempla la mayor parte de este espacio. Desde ahí parte un sendero que se interna hacia el interior y en las zonas más ocultas de la laguna.
El Portil ha crecido de forma sostenible en las últimas décadas, la antigua urbanización de pequeñas casas entre los pinares tiene ahora su réplica en el Nuevo Portil, una zona con campos de golf pero que ha respetado el territorio de dunas consolidadas del interior y la línea litoral. De inmediato, un gran aparcamiento ocupa la explanada entre pinos que señalaba a los domingueros onubenses que habían llegado al Caño de la Culata. No se ve el mar hasta que caminamos entre los pinos hacia el cauce del caño. La imagen es impactante, aguas de tonalidades verdes y anaranjadas, casi estancadas, mueren en la línea de dunas próxima a la playa. Al otro lado el mar y la punta de la Flecha del Rompido. Un pequeño puente de madera salva el cauce y nos permite recorrer un pequeño sendero botánico, en el que observar algunas de las especies más interesantes de los ecosistemas de dunas litorales.
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Al final del sendero, un mirador nos muestra la plenitud de la barra de tierra que se adentra en el mar y el paso de los barcos que desde los puertos del Rompido buscan las aguas abiertas del Atlántico. El Rompido mantiene su estructura y sabor marinero en la primera línea playera. En la bajamar deja ver las arenas depositadas por el río Piedras, con una gran riqueza de especies de moluscos y crustáceos: navajas, ostras, gambas y langostinos. Desde el extremo oeste de las antiguas casas parten los senderos que se internan en las marismas del Piedras. En la otra orilla, Islantilla e Isla Cristina, muy cerca ya del Guadiana y Portugal. Recorrer las marismas es conocer el origen de la tierra y los ecosistemas marinos del suroeste.
No es posible cruzar el río Piedras. Para hacerlo hay que seguir hasta Cartaya y buscar la carretera de Lepe. Desde el puerto deportivo de su anejo, El Terrón, parte una pequeña carretera que llega hasta la orilla marítima del inicio de la Flecha. Un paseo de tres kilómetros de caminar sobre la arena de la bajamar (difícil con marea alta) nos lleva a la punta de la Flecha. Una playa catalogada como nudista que te permite contemplar el atlántico y el continente desde tierras recién emergidas , en el interior del mar.
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Navegar a las dunas de la Flecha
La única forma de disfrutar de las imágenes de la Flecha del Rompido, de una jornada con la mayor proximidad posible al océano o de atardeceres de fantasía es andando desde El Terrón de Lepe, o disfrutando de un corto viaje en barco desde la misma playa, bajo el mirador de la Flecha. Un pequeño ferry que nos hace descubrir los movimientos de las corrientes entre la boca de la barra y el envite del mar que intenta entrar en el estuario. Es el ferry tradicional, el que utilizan los habituales de este espacio para pasar la jornada en la Flecha. Ya en nuestro destino, en la orilla interior de la Flecha, es posible caminar a la orilla atlántica por varias pasarelas de madera que salvan las dunas hasta la playa.
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