Las aves aventureras El coraje del cisne blanco, mucho más salvaje de lo que imaginas
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Su belleza y elegancia les dan cierto aire de fragilidad, pero estas aves son fuertes y valientes. Su fiereza para defender a los suyos, su esfuerzo en las largas migraciones y su osadía para adentrarse en parajes inhóspitos los convierten en apasionantes animales salvajes. Y no han de ser negros para tener carácter...
Martes, 31 de Octubre 2023, 14:00h
Tiempo de lectura: 6 min
Concentrado en su primer baño, no era consciente de que la muerte lo rondaba. Apenas tenía unos días de vida, pero ya se desenvolvía en aquella tundra empantanada donde el agua somera le permitía flotar y hacer pie sin dificultad. El aprendizaje en el agua enfocaba toda su atención; estaba aprendiendo a utilizar el pico, a flotar, a dominar la ligera corriente con sus patas palmeadas… Estaba aprendiendo a ser un cisne.
Cincuenta metros a su espalda, una mancha parda acortaba distancia en rápidas y sigilosas carreras. Un zorro ártico se acercaba al pollo de cisne con intenciones evidentes. Las crías de las diferentes aves migratorias le permitirían recuperar la grasa perdida durante los duros meses del invierno. Y el pequeño cisne era una presa tan fácil…
Al migrar, llegan a recorrer 1300 kilómetros, y hay pilotos que los han visto a más de 8000 metros de altura
Cuando el célebre Linneo, padre de la taxonomía que clasifica en nuestros días los reinos vegetal y animal, los describió por primera vez en 1758, les dio el nombre científico de Cygnus cygnus. Desde entonces los cisnes cantores son la especie arquetipo entre los cisnes, la única entre las siete especies que lleva el nombre y apellido de todo el grupo (Cygnus).
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El zorro siguió su avance con el vientre rozando la superficie musgosa del suelo. Cuarenta metros, carrera; treinta, carrera; diez, carrera. Por fin lo tenía a tiro. Con los músculos en tensión, el zorro calibró su salto. Entonces, un silbido feroz rompió la tensión del lance. El sonido cambió a un trompeteo atronador. El zorro y el pequeño cisne se giraron a la vez. El pollo se tranquilizó al instante al ver a su madre con sus preciosas alas abiertas.
Para el zorro, sin embargo, la visión tuvo otra lectura. Con sus dos metros y medio de envergadura, mamá cisne resultaba un contrincante imponente. A pesar de su agilidad, el zorro recibió el golpe en los cuartos traseros antes de poder huir. Fue un golpe preciso con el hueso del ala, un golpe de fuerza y eficacia terribles. El zorro cayó rodando con la tibia derecha fracturada. Con una pata rota, las posibilidades de sobrevivir a los rigores de la tundra eran muy escasas. Si se recuperaba, jamás volvería a acechar a los cisnes.
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Aunque su aspecto idílico pueda dar una imagen de fragilidad, los cisnes cantores son unas aves fuertes, valientes y con carácter. Sus más de 12 kilos de peso los convierten en los más pesados entre las siete especies de cisnes que pueblan nuestro planeta y su envergadura solo la superan sus primos cercanos, los cisnes trompeteros del norte de América. Capaces de recorrer la distancia entre Islandia e Irlanda en sus vuelos migratorios, los grupos de cisnes aprovechan las formaciones de vuelo para consumir menos energía. El que ocupa el puesto de líder, el vértice de la 'V' de la formación, es el que más sufre el desgaste, por lo que su puesto se va relevando a lo largo del trayecto. Las imágenes de este reportaje han ganado un premio World Press Photo este año.
Pese a su peso, en sus migraciones anuales realizan viajes prodigiosos, más largos y más altos que los de cualquier otro cisne. Los 1300 kilómetros entre Islandia e Irlanda, que algunos cubren dos veces al año, se han convertido en el récord de distancia entre todos los cisnes del planeta; en cuanto a la altura, se sabe de pilotos que los han visto volar por encima de los 8000 metros.
Aristóteles y Platón alabaron su belleza y su canto; pero, en realidad, sus graznidos son muy poco melódicos
Y, probablemente, lo merezcan. Son los cisnes con mayor distribución geográfica –están presentes en más de la mitad del planeta, desde Islandia hasta las Aleutianas– y su belleza y elegancia no tienen rival entre sus parientes cercanos. Pero, a pesar de tan brillante palmarés, resulta sorprendente que se los defina como 'cantores', porque sus sonidos se componen de un conjunto de graznidos, silbidos y trompeteos que poco tienen de melódico. Y es que, por alguna razón, el 'canto' de los cisnes ha excitado la imaginación de historiadores y filósofos desde el origen de nuestra cultura.
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Hace 2300 años el célebre filósofo griego Platón sostenía que estas aves eran mudas hasta que, llegada la hora de su muerte y viendo venir el momento de pasar a una vida mejor, emitían un melodioso canto que revelaba su alegría. Su alumno, Aristóteles, iba más allá y escribió que los cisnes eran la reencarnación del alma de los poetas muertos, imitando así al mismo Zeus, que se reencarnó en cisne para conquistar a Leda. Incluso las valquirias nórdicas utilizaban la forma de un cisne para acompañar a las almas de los guerreros hasta el ansiado Valhalla. ¿Qué vieron los antiguos en estos infatigables y bellísimos viajeros?
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La belleza de los cisnes cantores y su extraordinaria destreza en vuelo debieron de captar la admiración de los hombres desde sus orígenes. Cuando a finales de marzo vuelven a sus territorios del norte, construyen los nidos en el suelo y defienden a sus pollos con una fuerza y un valor tales que prácticamente no tienen enemigos. Incluso los lobos, que pueden matarlos en caso de necesidad, se lo piensan dos veces, conocedores de la extraordinaria fuerza con que pueden golpear con el canto de sus alas.
Poco más de 30 días después de una puesta de cuatro a seis huevos, surgen los pollos, que demuestran de inmediato el vigor heredado de los padres. Apenas nacen, ya se mantienen en pie y a los 40 días aproximadamente son capaces de emprender el vuelo. Luego les quedará el verano para practicar y coger las fuerzas que les permitirán realizar el viaje prodigioso hacia sus cuarteles de invierno en la segunda mitad de septiembre.
Pero quizá, entre tanta belleza y tanto prodigio físico, lo que más llamó la atención a aquellos primeros hombres que vieron a los cisnes cantores fue la fuerza con la que se unían las parejas. Porque cuando una de estas extraordinarias aves elige compañero, lo hace de por vida y de forma inquebrantable.
El cisne negro, la leyenda del patito feo
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El cisne negro –una de las siete especies de cisnes– es originario de Australia. El primer europeo que los vio fue Willem de Vlaming, un navegante holandés. Pero los primeros que llegaron a Europa se debieron al interés por los animales de Josefina Bonaparte, la mujer de Napoleón. En 1803, Josefina aclimató un macho y una hembra en los jardines de Malmaison y los puso de moda en las cortes europeas.
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