«La mujer ha trabajado siempre, pero siempre en la sombra. Yo no»
8 Miradas de Mujer: Experiencia ·
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8 Miradas de Mujer: Experiencia ·
María Angustias Contreras Molina, 69 años, presidenta de Industrias Kolmerelena de miguel
Sábado, 7 de marzo 2020, 11:50
María Angustias supo del empoderamiento femenino antes de que alguien tuiteara por primera vez esta palabra. Muchas décadas antes. La aprendió de aquella mujer infatigable, joven viuda con tres hijos, que vendió su casa en Montejícar y marchó a la capital para montar un hostal de 12 habitaciones en la última planta del Banco Popular, en Puerta Real. Empezar todo de cero. Y de luto. Josefa, su madre. «Ella conseguía cosas que no lograban otras mujeres. Cuando había algún problema, iba con ella, la acompañaba. Aprendí así que como mujer podía hacer lo que quisiera». María Angustias y sus hermanos ayudaban con el negocio, limpiaban, hacían las camas, mientras las habitaciones se llenaban de estudiantes y hombres que pasaban por la ciudad y su madre echaba horas en la cocina. «Era una mujer que luchaba contra viento y marea. La respetaba todo el mundo».
Aunque no lo diga abiertamente, la presidenta de Industrias Kolmer forjó su carácter en el ejemplo de una madre luchadora, superviviente de una época. «La mujer ha trabajado siempre, pero siempre en la sombra, pero yo no. He tenido la suerte de hacerlo a la luz del día». Su carrera de empresaria, 69 años, al frente de una fábrica de pinturas referente en Granada, es «atípica», recalca, y no encaja con la de muchas mujeres de su generación.
«Se casaban y se dedicaban al hogar, porque parecía que de otro modo le quitaban valor al hombre. A ellos los ponían verdes si la mujer trabajaba. Tuve la suerte de encontrarme con Joaquín, él no era así. Nunca me dijo que me quedara en casa, al revés. Íbamos a negociar las compras juntos».
Lo conoció en un guateque. Faltaba un chico y las normas del momento obligaban a que en la fiesta hubiera el mismo número de hombres que de mujeres. Su hermano Paco lo invitó. No le cayó bien, pero se hicieron inseparables. Hasta hoy.
María Angustias iba para enfermera. «Lo dejé porque me topé con personal que no respetaba a las mujeres». Con 18 años, en unas prácticas en un hospital, vivió un incidente que la marcó de por vida. «Un bebé se me estaba asfixiando. El médico no venía, lo llevé a su despacho. Le dije: El bebé se me muere. Me contestó que él me diría cuándo se iba a morir. Falleció en mis brazos, en el pasillo. Volví a entrar en el despacho. ¿Puede decirme si se ha muerto ya?, le pregunté. Me contestó: 'Tienes que aguantar eso y mucho más'. Ese mismo día, colgó su bata y dio una portazo a su vocación. «Yo hice enfermería para salvar vidas, no para eso».
Después vino estudiar secretariado, lo que se llevaba entonces, y contabilidad. Y se cruzó Joaquín, que compró a sus hermanos la empresa familiar de pinturas y la convenció para entrar en ella con 19 años. «Mi marido tenía una visión de la igualdad diferente a la media». Él llevaba la parte industrial, ella los números. Fue la primera mujer en Granada en abrir una cuenta de empresa. Compartían despacho y ambos tenían firma. A veces, había quien prefería negociar con él: «Lo que tengas que hablar, háblalo con María Angustias».
Así escrito suena fácil, pero ella responde rotunda. «Lo que tenemos nos lo hemos ganado. No vengo de una familia acomodada. A ninguno de mis hermanos nos vino nada hecho».
Se fue de la fábrica al hospital, a parir a su primer hijo. Tenía 23. Luego llegaron otros dos y el fallecimiento del mayor con ocho años por un problema de corazón. «La mayor parte de las mujeres de mi generación se amoldaron. Quedarse en casa, cuidar a los niños... Yo también tenía a los míos. Nunca he ejercido de 'señora de'. Me decían, pero si no tienes por qué trabajar. Yo les contestaba: 'pero es que yo quiero hacerlo'»
Hace tres años, fue a la manifestación del 8M. No quiso estar en cabeza. Explica con la claridad que le caracteriza que no comulgaba con todas las ideas. De inmediato, apostilla. «Pero con la principal, sí: con la igualdad».
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