«Un mes sin salir, con lo inquieto que soy, hubiera sido imposible»
Mi aislamiento · Javier de Teresa ·
Está optimista, como médico, de la evolución de la crisis sanitaria y esperanzado, como presidente del Consejo Social de la Ciudad de Granada, en conseguir reinventarnos
ENCARNA XIMÉNEZ DE CISNEROS
Martes, 14 de abril 2020, 01:31
Al margen de las cifras oficiales «cada vez más esperanzadoras», crea sus propias estadísticas con la información que recibe a través de distintos grupos sanitarios y «luego las comparto».
Javier de Teresa sigue muy de cerca la evolución de la situación, mucho más al tener a un médico en activo, su hijo Javier, en casa; por ello, su padre, y su madre, Isabel, adoptan medidas excepcionales, incluidas las distancias, eso sí, «sin que se sienta un apestado», porque lo consideran como «nuestro héroe particular», como tantas personas que se están entregando en estos días.
Preocupación, por un lado, y también tristeza por no poder ver a su hija, a su yerno y a su nieto Álvaro. Pero mantiene el contacto, como con el resto de la familia a través de videollamadas, algo ya tradicional en estas fechas. Habla con ellos y con muchas personas más, «no es lo mismo vernos que escribir mensajes».
Amigo de las tertulias y persona inquieta, como él mismo se define, piensa que si alguien le hubiera dicho que iba a estar recluido en casa durante tanto tiempo –«pensábamos que sin fútbol y sin bares, el mundo se moría»–, hubiera dicho «eso es imposible»; pero «vamos encontrando el equilibrio, día a día».
Nos los cuenta porque, optimista por naturaleza, sabe que el fin está más cerca, y para que las jornadas pasen volando se ha creado su propia rutina, «si no, esto es una locura». Desde hacer la cama a leer, cada hora «intento hacer algo», y se concentra en la idea de que estamos «encontrándonos con nosotros mismos», tanto que cuando saca a su perro –«lo imprescindible»–, se recrea en el silencio, «me llama la atención», sólo roto por el sonido de los pájaros que, como otros animales –«acabo de ver el vídeo de la ardilla por el centro»–, son los que ahora disfrutan de una naturaleza que recupera su espacio, recordándonos que «debemos ser responsables y respetuosos con lo verde».
«No debemos olvidar lo que estamos aprendiendo: a veces lo importante no se hacía porque lo urgente no nos dejaba tiempo», y cree que, en este tiempo de marasmo, hay que pensar «¿qué hago con mi vida?»; solo así, aún dentro del drama, «puede venir una oportunidad».
Y en ello se afana como presidente del Consejo social de la Ciudad de Granada, donde «podemos hacer poco porque no tenemos ni personal ni dotación», pero en el que cuenta con la colaboración de todas las instituciones implicadas para «apoyar a nuestras gentes».
Eso, se consigue dejando las discrepancias políticas, «lo malo ya lo sabemos, ahora es momento de echar una mano, juntos, a todos los niveles».
Cree que fue un error «haber disminuido mucho la cantidad de dinero dedicada a la sanidad y a la investigación», sobre todo con el potencial de empresas que tenemos aquí.
Confiesa que ahora reza más, especialmente «por los fallecidos y por la soledad de los familiares», y su aplauso de las ocho lo dedica, también, «a nosotros mismos» porque «anima y hace sentirnos solidarios», y darnos cuenta «de que nos necesitamos».
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