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ángel rodríguez
Domingo, 19 de enero 2020, 01:28
Si analizamos los restos epigráficos hallados en Granada, que nos hablan de la importancia de la ciudad de Iliberis, llama la atención el contraste con la parquedad de las evidencias arqueológicas. Pero Florentia Iliberitana no ha pasado a la historia por ser la cuna de algunos personajes notables en la historia de Roma, sino por un hecho trascendental: en los albores del siglo IV d.C., en el año 304 d.C., fue la sede del primer concilio de la Iglesia Católica en la Península Ibérica. Esto supone que en la ciudad había una comunidad cristiana lo suficientemente grande y estructurada como para poder organizar dicho encuentro. Los historiadores que desde antiguo se acercaron a este asunto supusieron que las sesiones del concilio debieron celebrarse en el lugar más importante de la ciudad: el foro.
Ya apuntamos en otro artículo que el foro es el espacio público más representativo de la ciudad romana, donde se concentran los edificios más singulares y donde se realizan las principales actividades políticas, administrativas, religiosas y comerciales. Es el epicentro de la vida urbana. Pues bien, era de suponer que una reunión tan importante y trascendental debió de reunirse en el lugar más relevante de Iliberis.
Dicho esto, y antes de narrar la historia de la búsqueda del foro, que era lo mismo que el deseo de hallar las pruebas materiales del concilio del siglo IV, hay que señalar que en Granada desde finales del siglo XVI se produjeron una serie de hallazgos arqueológicos vinculados con los fundadores de la iglesia granadina que revolucionaron a la ciudad. El primero fue el pergamino de la torre turpiana y le siguieron después los libros plúmbeos del Sacromonte.
Aunque en el siglo XVIII la iglesia de Roma ya había descartado la originalidad de los plomos sacromontanos, en Granada se seguía defendiendo su autenticidad y el asunto de los hallazgos casi milagrosos seguía muy presente en la opinión pública. Esto coincidió con el desarrollo a gran escala de la arqueología como elemento para verificar algunas tradiciones históricas, promovida y protegida por el propio Estado, que fundó las reales academias de Bellas Artes y de la Historia, entre otras. Y en este contexto apareció en Granada un personaje, Juan de Flores Odouz, que a la postre sería decisivo en la arqueología granadina.
Juan de Flores era canónigo de la Catedral, estaba muy implicado en la defensa de la cuestión del Sacromonte y decidió comenzar unas excavaciones en el lugar donde se suponía que debía localizarse el foro con el fin de encontrar pruebas materiales, irrefutables, de la celebración del concilio en el barrio del Albaicín.
Las primeras excavaciones comenzaron en 1754 en la zona de la actual Placeta de las Minas, donde se encontraba la calle del Tesoro. Pronto apareció un edificio de grandes dimensiones, de época romana, que se identificó con un templo, y una explanada, que parecía ser del foro. El hallazgo causó tanta expectación como en su día lo hicieron las reliquias del Sacromonte, y a partir de 1755, junto a los restos arqueológicos comenzaron a encontrarse otros objetos que hacían referencias a los obispos de Ilíberis, incluso lo que decía ser el primer libro de la celebración del concilio. Según la descripción de la época, en una mina, a dos metros de profundidad, apareció una libro de plomo de seis hojas, con el nombre de Habio, obispo de Ilíberis, que en el año 304 d.C., siendo emperadores Diocleciano y Maximiniano, quedó encargado de la custodia de las reliquias. Evidentemente era una falsificación que el propio Flores, en complicidad con otros, había preparado, enterrado con anterioridad para que su descubrimiento pareciera cierto.
Evidentemente lo mismo que se suscitó el fervor popular, también la desconfianza de los eruditos de la época. Aun así las excavaciones continuaron hasta 1763, cuando ya se hizo evidente e insostenible el nivel cada vez más alto de falsificaciones. La traición de uno de los cómplices de Flores aceleró el fin de este asunto. Entre 1774 y 1777 se investigó el asunto y fueron juzgados, siendo declarados culpables, condenados a penas de cárcel y, lo más relevante, a destruir todas las falsificaciones y volver a enterrar las excavaciones. En los once años que habían durado las exploraciones arqueológicas se habían descubierto restos de lo que podía ser el foro, que fue dibujado y descrito, pero había quedado puesto en tela de juicio al incorporar las falsificaciones. Los restos auténticos y falsos fueron enterrados de nuevo. Desapareció la calle del Tesoro, cambió la configuración urbana, y se perdió la memoria de dónde se había aparecido el foro iliberitano.
Desde entonces siempre se había dicho que el Carmen de la Concepción, en la Plaza de las Minas, que ocupa casi toda la manzana, era el lugar donde probablemente se había encontrado las antiguas excavaciones de Flores.
En el año 2004, con motivo de la rehabilitación de una casa en la calle María la Miel, colindante con el Carmen de la Concepción, aparecieron reutilizados como materiales de construcción algunos de los elementos del foro que habían sido dibujados antes de su desaparición, en concreto cinco peldaños de mármol de Sierra Elvira, varios restos de cornisas, pedestales para estatuas y dos epígrafes que hacían referencia uno a una donación de una cantidad de oro para la corona o estatua que coronaría el pedestal, y otro que hacía mención a una dedicatoria al patrón de la ciudad, mandado erigir por los decuriones de Ilíberis.
LUGAR Los restos que adscribimos al foro de Iliberis aparecieron reutilizados en una casa en la calle María La Miel, nº11.
DESCRIPCIÓN Varios escalones de una pieza de mármol de Sierra Elvira, basamentos y pedestales, y dos epígrafes.
CRONOLOGÍA Abarca desde el siglo I a.C. hasta el siglo IV-V d.C.
TIPO DE PROTECCIÓN Las piezas más importantes fueron trasladas al Museo Arqueológico Provincial de Granada.
ACCESO Las piezas no se encuentran en exposición actualmente.
Todo parece indicar que tras la orden en 1777 de enterrar las excavaciones, algunos vecinos aprovecharon para reutilizar estos materiales en la construcción de su casa, que debía estar muy próxima. De momento es lo más cerca que estamos de volver a encontrar sus restos arqueológicos, que todavía siguen envueltos en la polémica del ciclo falsario de Granada y la leyenda del concilio.
Granada arqueológica
ÁNGEL RODRÍGUEZ
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